9.- La Cueva De Los Trols.

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Rápidamente, desvié la mirada hacia los enanos, ya que juraría que sentí un ligero cosquilleo en el estómago, cosa que no me acusó ninguna gracia. Por otro lado, el enano, hizo lo mismo, empezando a caminar rápidamente, en busca de la cueva de esos repugnantes seres. Pasados unos minutos, buscando, la encontramos, así que, todos entramos en ella. En el aire que se respiraba era nauseabundo, e incluso me hubiera dado una arcada, si no fuera, por que prácticamente estaba acostumbrada, debido a mis pequeñas aventuras, fuera de Rivendel. 

— ¿Qué es este hedor? - Dijo asqueado Bofur, mientras entraba junto con los demás, mirando hacia todos lados. -

—Es un motín de trol, cuidado con lo que tocáis. — contestó distraídamente el mago, caminando atento a todo lo que había allí dentro.

Pasé ligeramente una mano por mi pelo, algo asqueada, ya que también había bastantes huesos, de animales e incluso de seres humanos. Comencé a inspeccionar el lugar, mirando de reojo como algunos de los enanos, agarraban un cofre lleno de monedas de oro, enterrándolo bajo tierra, por si algún día volvían por él. Eso fue lo que me hizo más gracia, a decir verdad. Me puse al lado de Gandalf y ambos nos acercamos a donde Thorin, quién estaba observando unas espadas. 

Agarró una y se la entregó a Gandalf, mientras que él observaba y agarraba otra, analizándola detenidamente, bastante sorprendido, al sentir como la espada ni siquiera pesaba. Yo mientras, observaba a ambos, mirar detenidamente las espadas. 

 Estas espadas no son obra de ningún trol. - susurró el enano mientras miraba a Gandalf. 

 Ni tampoco de un herrero humano. — contestó el mago, quitándole el polvo a la espada que Thorin le había entregado. 

—Han sido forjadas en Gondolin, por los altos Reyes de la primera edad... — dije mirandolo atentamente, cuando escuchó lo que dije, paró de tocar la espada. Para cuando iba a soltarla, volví a hablar rápidamente — No hay un acero mejor, Thorin. 

Noté sus ojos sobre mi, mientras me miraba desconfiado, dispuesto a reclamarme, pero cuando desenvainó la espada, se quedó completamente callado. El acero de la hoja de la espada, aun estando polvorienta, brillaba especialmente. Por lo tanto, el enano, sin ser idiota, agarró y se guardó la espada rápidamente, pasando por mi lado, como si no hubiera dicho absolutamente nada, cosa que si que me enfado. Maldito enano, idiota... 

— Este sitio es nauseabundo, vamos, Bofur, Glóin, Oin. — ordenó el anterior nombrado, mientras salía de la cuba con la espada en su mano.

Solté un suspiro pesado, empezando a caminar hacia la salida, fue ahí donde al dar el segundo pasó, noté algo duro bajo mis botas, por lo tanto me agaché a recogerlo, encontrándome con un hermoso anillo. Lo puse en la palma de mi mano y lo observé atentamente.— Gandalf...mira. — dije mientras me acercaba al mago y se lo enseñaba. —Es hermoso...

—En efecto — dijo el mago, analizando ese anillo. —Quédate con él, si lo deseas. Es un anillo mágico, puede que te sirva en batalla. Casualmente, es uno de los que raramente fabrican los enanos. Es bastante interesante, tiene al parecer más de mil años... — informó el mago, mientras veía las inscripciones interiores del anillo. En este ponía una frase en khuzdul: A veces no podemos saber, hasta que hayamos tocado la oscuridad. Después de leer esto, el mago sonrió y me lo devolvió. 

— ¿Qué significa eso, Gandalf? pregunté algo confusa al escuchar al mago. 

El mago, se encogió de hombros, en verdad, no quería rebelar absolutamente nada, hasta que descubriera la verdad, por lo tanto, me ordenó salir de la cueva e ir con los demás. Obedecí, mientras me colocaba el anillo, nada más hacerlo, sentí una ligera corriente eléctrica, pasar y recorrer todo mi cuerpo. No le di importancia y salí de la cueva, respirando aire profundo. 

Segundos después Gandalf salió de la cueva con una espada que se la dio al hobbit, al estar cerca pude escuchar al mediano, negar la espada, no sabía si era por temor o era simplemente que no se sentía lo suficientemente fuerte como para poder tenerla. 

— No puedo aceptarla. - dijo con la espada en la mano y extendiéndosela a Gandalf. 

— Es obra de herreros elfos, la hoja brilla y se pondrá azul cuando hay trasgos o orcos cerca. explicó el mago separándose del pequeño, con una ligera sonrisa. 

— Es que..., no he usado una espada en mi vida—declaró el hobbit, con algo de pena, mirando al mago. 

— Y espero que nunca te obliguen, pero si lo haces....Recuerda el valor...no es saber cuando quitar una vida, si no cuando perdonarla. aconsejó Gandalf, colocando una mano sobre el hombro de Bilbo, a lo que este asintió con la cabeza. 

— Algo se aproxima.  escuché decir a Thorin, mientras que los demás lo seguían rápidamente. 

—  Gandalf susurró el hobbit, mirándolo. 

—¡No os separéis, daos prisa, armaos! - dijo desenvainando su espada y caminando rápidamente -

Al igual que todos, seguisteis al mago, con rapidez. Aun que, algo en mi interior, me empezaba a decir, que las cosas no hiban a salir del todo bien y eso pude descubrir momentos después. 

— Editada.

El hobbit ( un viaje inesperado) y tu.{ 𝚃𝚎𝚛𝚖𝚒𝚗𝚊𝚍𝚊}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora