16.- Trasgos.

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No tardamos en quedarnos dormidos, todos. Por mi parte, me quedé despierta, ya que no estaba de humor para dormir. Aun estaba dándole vueltas tanto a la muerte de mi madre, como a las palabras que me dijo Gandalf. Pequeños suspiro salían de mis labios. Hasta que escuché como se levantaba alguien y recogía sus cosas, sin hacer mucho ruido. Al ponerme derecha, vi a Bilbo recogiendo todo. 

— ¿A dónde vas, Bilbo? — pregunté en un susurro, poniéndome recta. 

— De vuelta a Rivendel

— No, no puedes dar media vuelta ahora, eres de la compañía, uno de nosotros. — saltó Bofur, acercándose mientras lo miraba y susurraba

— ¿Lo crees de verdad? Thorin, tiene razón aquí ando perdido, no soy un Tuk soy un Bolsón, no se en que estaría pensando, ni debí salir de casa...

— Agh, por Eru, Bilbo, no le hagas caso a Thorin, el no lo entiende, tú solo...echas de menos tu hogar, como todos ellos... — dije poniéndome completamente derecha y levantándome. 

— No, no lo entiendes, el tiene razón. He estado confundido desde que llegué aquí. No soy como vosotros, no estoy acostumbrado a estar solo, sin rumbo fijo o aburrido por no tener ninguna aventura. Estoy bien en Bolsón cerrado. — replica el hobbit, a lo que me quedo completamente callada, soltando un suspiro pesado, mirando hacia otro lado. 

Solté un suspiro pesado, bajando la cabeza ligeramente y mirando hacia otro lado , notando la mirada arrepentida del hobbit, pasando unos segundos. — Oye...lo siento yo no... — miró a Bofur. — No...no fue mi intención...

— Tienes razón, no tenemos un hogar propio...solo puedo decirte que...te deseo toda la suerte del mundo,  de corazón. dice con una ligera sonrisa el enano, mientras ponía una mano en su hombro. A lo que el mediano contestó, antes de poder moverse de su sitió, noté que me miraba, para decir algo, pero Bofur se le adelantó. —  ¿Qué es eso? - preguntó señalando  la espada de Bilbo que empezaba a brillar de un color azul . -

De repente ruidos empezaron a sonar, y el suelo de la cueva comenzó a moverse, terminando por abrirse, por lo tanto todos, que ya algunos estaban despierto debido a un grito de Thorin.  Todos caímos a lo que parecía ser una especie de reino subterráneo. No pude saber encima de quién había caído, lo que si sabía era que sentía el peso de alguien sobre mi, haciendo que soltara un quejido de dolor. 

Momentos después, empezaron a acercarse unas criaturas horrendas, trasgos, trasgos asquerosos y pestilentes. Nada más tocarnos todos intentamos defendernos de la mejor manera posible, aún que, la verdad es que era completamente difícil. Cuando ya nos tenían a rodeados a cada enano lo escoltaba un trasgo, pero para mi, hicieron falta cuatro. No obligaron a ir por un puente. A lo lejos, empezó a escucharse una horrible voz, cantando de la misma manera.

Al llegar, nos encontramos a un tragos gigante, gordo y con una ''corona'' en la cabeza cantando. Fue tan pero tan desagradable, que podía jurar el sufrimiento que mis oídos estaban teniendo. 

— Pegadiza, ¿no? La ha compuesto un servidor. dijo sentándose sobre el trono, o bueno, lo que parecía ser un trono, subiéndose sobre una bola aplastada de trasgos, que chillaban en cuanto esa cosa se subía sobre ellos. 

— No es una canción,  ¡es una abominación! exclamó Balin, mientras que miraba con asco. 

— Abominaciones, mutaciones, eso es lo único que hay aquí abajo. — Respondió, con una sonrisa en su boca. — ¿ Quién sería tan atrevido de traer armas a mi Reino? — preguntó mientras arqueaba una ceja. 

— Enanos y una mujer su malevolencia.

— ¿Enanos y una mujer?  

— Los hemos encontrado en el porche.

— ¿ Y que hacéis hay parados? ¡Registrarlos! ordenó rápidamente observándonos. 

En ese momento, absolutamente todos los trasgos que nos rodeaban empezaron a meter las manos para quitarnos todo lo que llevábamos encima, cosa que me enfadó y me asqueó — Quítame tus sucias manos de encima. — exclamé, pegándoles con fuerza, pero todo fue inútil .

— Están aliados con los elfos. - informó uno, mientras le da un candelabro de oro.

— Fabricado en Rivendel... 2°edad..no sirve para nada. dijo mientras lo tiraba. ¿Qué  hacéis por estos lares? ¿a donde vais?

En ese momentos, los enanos empezaron a contarle una historia, que siendo sinceros, era difícil de creer, además de que no los dejó terminar, puesto que le gritó con fuerza a Bofur que se callara. Perdiendo completamente la paciencia. 

— Si no van a hablar, tendremos que hacerles gritar. Traed la machacadora, traed la troncha huesos. gritó con malicia en su voz, mientras que señalaba a Ori con un dedo. — Empezad por el más joven.  

— ¡Espera!  exclamó Thorin ,saliendo de entre nosotros hasta ponerse frente a nosotros.

— Vaya, vaya si es Thorin, hijo de Thrain, hijo de Thron, rey bajo la montaña. Oh..se me olvidaba si no tienes una montaña y no eres rey. Así que... no eres nadie. — Se burló mientras sonreía con gracia. — Se de alguien que pagaría un buen precio por tu cabeza, solo por tu cabeza. Un antiguo enemigo tuyo...un pálido orco a lomos  de un huargo blanco.

El enano se quedó petrificado durante unos momentos al escuchar eso, reaccionando momentos después. — Azog el profanador fue destruido, callo en combate hace mucho tiempo.

— ¿Crees que sus días de profanación acabaron, no?  preguntó mientras se reía ligeramente y se giraba hacia lo que parecía un trasgo diminuto, montado sobre una silla movible. — Informa al pálido orco, dile que tengo lo que busca.

Todo, dentro de lo normal estaba bastante tranquilo, hasta que uno de los trasgos, desenfundó ligeramente la espada de Thorin, haciendo que gritara de terror y de dolor, como si le quemara, y así la tiró al suelo, justamente a los píes del trasgo gigante. 

Este también gritó y se fue hacia atrás horrorizado. — ¡Conozco esa espada es la hendedora de trasgos! ¡Acuchillarlos, machacadlos, matadlos! — ordenaba, por lo tanto, empezaron a subirse por nuestros cuerpos. — ¡Cortadle la cabeza! — gritó señalando a Thorin que estaba en el suelo con un par de deformidades sujetándole para no moverse. 

— ¡No!  fue lo único que pude exclamar, ya que momentos después con un golpe de mi píe  sobre la madera, hubo un estallido de luz, una potente luz, que lanzó por los aires a los enemigos que más cerca teníamos. Abriendo ligeramente los ojos, aun que...ya no tenían el mismo color que antes, si no que, eran de color azul, un azul muy parecido a la piedra del anillo.  —Los tocarás sobre mi cadáver, maldito gordo seboso. — escupí con asco mientras sacaba mi espada. 

En ese momento, cuando más trasgos venían a rodearnos, hubo otro estallido de luz, uno proveniente de una esquina, este...provenía de Gandalf, quién apareció en ese preciso instante, acercándose mientras miraba todos. 

— Coged las armas...luchad...¡luchad! gritó el mago, mientras que empezaba a matar trasgos. 

Todos los enanos se levantaron y sin tiempo que perder se empezaron a enfrentar  a las horribles criaturas. Yo por mi lado lo hacia, pero estaba algo desorientada, debido a que después de eso había notado algo de mareo, aun así no perdía tiempo y peleaba con todo. Así conseguimos salir de esa parte, empezando a correr detrás de Gandalf, para poder escapar de allí.  


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El hobbit ( un viaje inesperado) y tu.{ 𝚃𝚎𝚛𝚖𝚒𝚗𝚊𝚍𝚊}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora