Capítulo 18

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Un potente aullido resonó por todas las paredes del siniestro edificio, despertando a los dos hermanos. Inmediatamente un delicioso aroma inundó las fosas nasales de los vampiros, era algo exquisito, querían beberse la sangre del ser que producía aquel olor, pero no podían, pues se trataba de Bakugo, el lobo más fuerte de su manada y, probablemente, de muchas otras y, como ya se sabe, cuanto más fuerte es el lobo, más fuerte es el celo.

Katsuki no estaba en la habitación, lo que sorprendió y preocupó al bicolor, pues temía que otro vampiro pudiese haberlo encontrado. Se levantó corriendo y salió junto a su hermana, no sabían por dónde empezar a buscar, hasta que un aullido resonó en el castillo.

Ambos hermanos fueron rápidamente a la sala del trono, donde se encontraba en cenizo, restregándose contra las paredes y arañando la puerta, queriendo salir. Tenía las pupilas dilatadas, desprendía un montón de feromonas, cosa que hacía que hacía difícil que los vampiros se controlasen.

- Bakugo- lo llamó Todoroki, el aludido lo miró, para luego desviar su mirada hacia Fuyumi.

El de ojos rubí se acercó a ella, olisqueándola, buscando aquello que buscaba, ese sentimiento que lo obligaba a seguir al corazón. Siempre que le llegaba en celo, Bakugo sentía un gran vacío en su pecho y unas inmensas ganas de correr a quién sabe dónde, era como si su cuerpo supiese con quién debe estar, pero siempre conseguía reprimir ese instinto, pero aquella noche era diferente. Sentía que su corazón se aceleraba a pasos agigantados y, desesperado, buscaba a la persona que le hiciese sentir eso.

- Iré a por la cadena- dijo la vampiresa mientras se alejaba del lugar.

Bakugo se acercó a Todoroki y empezó a restregarse contra él, frotando su cabeza como si quisiese abrazarlo, pero sus brazos no lo dejaran. El medio albino se sentó en su trono, le hacía cierta gracia ver al cenizo de esa manera, jamás había presenciado tal espectáculo, ni con Mitsuki, pero bien sabía que el corazón de la loba buscaba a otra persona.

Lo tomó por sorpresa cuando el lobo se sentó encima de él, juntando sus pechos, buscando su boca, cosa a la que el vampiro se impuso, apartándose al instante. Katsuki se imprimado de Shoto. ¿Qué es imprimar? Imprimar es lo que sucede con un hombre lobo cuando conoce al amor de su vida y este ser pasa a ser la razón de su existencia.

- Para Bakugo- intentaba zafarse el heterocromático del agarre del cenizo, que volvía a frotarse contra él, intentando marcar su aroma en su piel- ¡Katsuki!- exclamó el bicolor cuando este posó su zarpa en su entrepierna.

- Solo déjate llevar- le susurró al oído, para acto seguido darle un pequeño mordisco.

- ¡Fuyumi, date prisa!

Poco tardó la vampiresa en responder a la llamada de su hermano menor, quien intentaba, inútilmente, librarse de las garras del cenizo. Agarró a este de la cadena que colgaba del collar de su cuello, tirando de él con una gran fuerza. Consiguió llevarlo hasta el sótano, donde enlazó su cadena con otra que allí se hallaba, dejando encadenado al licántropo, y solo, pues al hacerlo subió con su hermano.

Un aullido, y otro, y otro. Bakugo no cesaba, necesitaba compañía urgente, necesitaba que lo tocasen, pero no serviría cualquiera, él quería a su vampiro. Por otro lado, ambos hermanos estaban en la cocina, intentando buscar una solución, pues su padre volvería en breve.

- ¡Todoroki!- comenzó a gritar el cenizo.

- ¿Puedes bajar y ver que quiere tu estúpida mascota?- preguntó una irritada Fuyumi.

- Ya sabes que quiere un lobo en celo, y no pienso hacer esa guarrada.

- Por favor, hermano, padre vendrá y lo matará- el bicolor bufó

- Odio cuando hablas como si estuvieses en la edad media

- ¡Es qué nací en la edad media! Y para tú información, querido hermano... ¡Seguimos en la edad media, zopenco!

- Pero estamos más allá de la alta edad media, ya no hablamos de forma tan formal- otro aullido resonó por el castillo.

- ¡Me da igual donde estemos, ves a callar a tu maldita mascota!- sus ojos estaban rojos de la furia, tanto que, incluso, asustaron al heterocromático, que asintiendo levemente fue al sótano.

En cuanto Bakugo lo vio, comenzó a mover la cola, al fin había conseguido hacerlo bajar. Intentó correr hacia él, pero la cadena de su cuello lo impido, ahogándolo en el acto. Quería ir con él, quería hacerlo suyo... mentía, no quería hacerlo suyo, quería ser suyo, que lo domara, quería que aquel bicolor vampiro fuese su dueño.

- ¿Puedes callarte?- preguntó Todoroki de mala gana, el cenizo seguía emitiendo feromonas, así como pequeños gemidos que salían del fondo de su garganta. Agacho las orejas, le había dolido esa contestación- perdóname, no era mi intención hacerte sentir mal, pero es que mi padre vendrá pronto y si te descubre...

- Me da igual que me descubra... te necesito...

- Bakugo...- se acercó a él a paso lento, agachándose para quedar a su altura.- sé que te cuesta, pero tienes que controlarte.- el lobo aprovechó la cercanía y se tiró encima suya

- ¿Y si no quiero?- habló el cenizo en un tono bastante provocativo. El mayor se levantó de golpe y estampó delicadamente al lobo contra la fría pared del sótano.

- Sufrirás las consecuencias- en menor movió la cola.

- Correré el riesgo- a cada palabra que decían se iban acercando más y más, sus rostros se encontraban a escasos centímetros, sus respiraciones se entrelazaban.

Todoroki miró los labios del contrario, ni siquiera los preciosos labios de Mitsuki le parecían tan apetecibles. Terminó por cortar la distancia que había entre ellos, dándole un beso lento, suave, tierno. Bakugo enredó sus manos en su bicolor cabello, acercándolo más a él para intensificar el beso, se sentía como en una nube, una inestable nube que amenazaba en descargar su torrencial lluvia, una lluvia blanca como la leche, más pura que ninguna.

Puesto que el cenizo era un poco más bajo que el medio albino, este lo agarró del culo, haciendo que Bakugo tuviese que enredar sus piernas alrededor de la cintura del bicolor.

Finalmente, se separaron por la falta de aire. Todoroki bajó a Bakugo quién intentó volver a besarlo, pero el vampiro se apartó.

- Eres un perrito malo- se burló el heterocromático, el cenizo lo miró con una cara de cordero degollado, necesitaba más- tengo que irme- añadió repentinamente, pues acababa de escuchar la puerta principal abrirse, señal de que su padre acababa de volver- si no haces ruido, luego vengo y seguimos- terminó guiñándole un ojo y subiendo las escaleras ante la triste mirada del cenizo.

Al llegar a la sala del trono se encontró de frente con su padre, que lo miraba con el ceño fruncido. No había rastro de su hermana, por lo que, seguramente, hubiese salido a comprar.

- ¿A qué huele?- preguntó el rey de mala gana

- Yo no huelo a nada, será tu olfato, que con los años se ha hecho una mierda- Enji se acercó a su hijo, olfateando el aire a su alrededor.

- Hueles a lobo- gruñó

- Aproveché que en época de celo son más vulnerables y cacé uno- dijo no muy seguro de sus palabras, el mayor rio

- ¿Ves, hijo? Al fin te estás volviendo como yo- dijo mientras lo abrazaba, era la primera vez que lo hacía, pero en lugar de verse reconfortado, le dio asco, pues lo felicitaba por ser un asesino.

Un tremendo aullido resonó desde lo más profundo del castillo, Bakugo no pudo cumplir su promesa sus instintos lo vencieron. Todoroki maldijo todo lo que pudo, su padre ya sabía que el lobo estaba allí, había llegado su muerte.

- Veo que me esperaste para comer.

No te enamores //bnha// TodobakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora