Capítulo 16

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Un terrible dolor se hizo presente en la mente del rubio, pero después todo era calma. No había dolor, solo la comodidad de un colchón y una almohada, así como la calidez de las sábanas que lo cubrían. Abrió los ojos de golpe, en su cabaña no había tantas comodidades. Miró hacia los lados, efectivamente, no estaba en casa.

Escuchó como la puerta de la habitación en la que se encontraba se abrió de repente. Se recargó sobre sus codos para ver a la figura que acababa de entrar por ella, era una joven vampiresa, bueno, joven en apariencia, su pelo blanco, adornado con mechones rojos, estaba recogido en una coleta baja, su ropa era bastante normal, y en las manos llevaba una pequeña botella, gasas y unas vendas.

- Veo que estás despierto- dijo mientras le dedicaba una dulce sonrisa. Bakugo mostró los colmillos.- eres muy desagradecido, gracias a mí no se te infectó la herida- Bakugo se miró el torso, únicamente iba vestido de cintura para abajo, pues en la parte de arriba únicamente llevaba una venda- me llamo Fuyumi... veo que no piensas hablar- se acercó a él, retirándole las vendas, la herida no estaba infectada. Fuyumi se limitó a lavársela con el alcohol y las gasas para volver a vendársela.- listo

- Gracias- masculló el cenizo, ella sonrió.

- ¿Cómo te hiciste la cicatriz del pecho?- dijo mientras observaba la marca que este poseía en el pectoral izquierdo. Bakugo iba a responder, pero lo interrumpieron.

- Yo se la hice- habló el enmascarado- Fuyumi, haz el favor de irte- la aludida asintió.

El encapuchado se sentó a los pies de la cama ante los expectantes ojos del rubio. Una vez la vampiresa se fue del cuarto el bicolor se quitó la capucha dejándole ver su rostro a Bakugo por primera vez.

La verdad es que se sorprendió bastante, era muy atractivo, con los rasgos faciales bien definidos, tenía el pelo de dos colores, al igual que sus ojos, pero lo que más le llamó la atención fue la cicatriz de su ojo. No supo cuando tiempo se lo quedó mirando, pero tenía claro que fue demasiado, sin duda.

- Me alegra saber que estas bien, Bakugo- el aludido salió de su trance y lo miró con el ceño fruncido

- Maldito- gruñó por lo bajo- habría preferido morir antes de recibir tu ayuda

- Eso mismo dijo tu madre cuando nos conocimos- el cenizo, casi instintivamente, se tiró contra el bicolor, quedando encima de este con las garras en su cuello- cuidado con la herida, no te vayas a hacer daño

- Me importa una mierda mi herida, habla bastardo

Todoroki le contó todo a Bakugo, el cual en ningún momento se quitó de encima del vampiro. Hubo un momento en las que se sintió como un cachorro escuchando las historias de la guerra, le impresionó las palizas que su padre le daba, al igual el hecho de que la cicatriz fuese obra de su madre, aunque lo que más le impactó fue...

- ¡¿Te enamoraste de mi madre?!- y estalló en carcajadas.

- No es gracioso, Bakugo, a mí me dolió- el cenizo no podía más, estaba llorando de la risa- bájate- no hizo caso, el bicolor agarró la manzana que su hermana le había traído para que se la comiese- venga, busca- y se la tiró a una esquina de la habitación

- ¡No soy un puto perro, bastardo mitad y mitad!- ahora era Todoroki el que reía- tsk, como sea- resignado se levantó y fue a por la manzana.

- Al final sí que has ido a por ella, buen perrito- Bakugo se lanzó contra él, intentando morderlo, pero un pinchazo le obligo a parar- ¿Estás bien?

- Vete al infierno, bastardo

- Me llamo Shoto Todoroki- se acercó a él y le empapó la venda en una especie de elixir, lo que ayudó a curar la herida- es lo que utilicé para curarte la herida que te hice en el pecho, eso y bastante paciencia- rio- mi madre solía decir que nunca sanaremos si solo tratamos las heridas externas

- Sí, sí, conozco esa mierda, también hay que curar las internas, pero para esas no hay ningún remedio y bla, bla, bla

El bicolor rodó los ojos, le sería difícil cuidar de ese lobo tan sarcástico y malhumorado, pero debía intentarlo, pues no estaba listo para volver con su manada, seguía estando débil.

Había pasado poco más de una semana, Bakugo seguía en el castillo, campando a sus anchas cuando el rey salía de caza o asistía a alguna reunión. Era bastante agradecido con Fuyumi, pues ella le todos los cuidados necesarios, bueno, todos excepto uno.

- ¡No me pienso bañar, bastardo!- decía mientras corría por todo el salón.

- ¡Vuelve aquí, Katsuki!- gritaba Todoroki mientras lo perseguía- ¡Apestas!

Bakugo ya no lo odiaba tanto como al principio, es más, hasta empezaba a caerle bien, pero se divertía picándole y molestándole, tal y como estaba haciendo ahora, pues llevaba todo el tiempo en el castillo y no se había bañado ni una vez, por lo que su olor a lobo empezaba a hacerse muy notable.

El cenizo saltó contra él, se negaba a bañarse, puesto que sabía que el vampiro era el que lo bañaría, y no iba a permitirle eso. Empezaron forcejear, pues el bicolor había conseguido atrapar a Bakugo, aunque lo soltó cuando, sin querer, le arañó la cara.

- ¡Bakugo! ¡Te has pasado!- dijo Fuyumi mientras se acercaba a su hermano- ¿estás bien? Déjame ver- Shoto llevaba un pequeño corte que unía la piel de su mejilla con la abrasión de su ojo aunque no tardó en cerrar sin dejar cicatriz

- Perdona- inquirió Bakugo bajando la cabeza a la vez que las orejas y acercándose con el rabo entre las patas.

Prácticamente se entregó a Todoroki para que este lo bañase. Entraron al aseo del mayor, Bakugo, muerto de vergüenza, tuvo que desnudarse delante de los heterocromáticos ojos del bicolor, el cual también se sonrojó un poco.

Se metió en la bañera, daba gracias a que el agua estuviese caliente, pues siempre se lavaba con agua fría. Todoroki se arrodillo y empezó a mojarlo, mientras él le lavaba el pelo, el cenizo se lavaba el cuerpo. Cuando el medio albino empezó a desenjabonarlo, se acercó a la cabeza del de ojos rubí, y este la levantó, proporcionándole un lametazo en el borde de la cicatriz.

- ¿Por qué has hecho eso?- preguntó confundido el vampiro

- Me siento mal por haberte dañado... a fin de cuentas tú me cuidaste- dijo el cenizo bastante rojo

- Espera, espera, ¿estás siendo agradecido?- rio

- ¡Vete a la mierda!

Al terminar de bañarlo le dio una toalla y salió del baño para recargarse en la pared de su habitación, el lametazo que le dio en la cicatriz había hecho acelerar a su ya roto corazón. Era idiota, cada vez se enamoraba de gente más difícil, pue esta vez su amado lobo ya tenía novio.

Bakugo salió del baño secándose el pelo, le hizo gracias ver al medio albino tocándose en la zona en la que le había dado "beso", pero a la vez se le hizo tierno. Había algo en aquel ser que no llegaba a comprender del todo, pues sus ansias de matarlo cambiaron enseguida a unas de querer saber más sobre él.

Se acostó en la cama, esa cama que tanto le gustaba. Todoroki no tardó en imitarlo, acariciándole la cabeza al cenizo.

- Veo que te gustó que te chupase la cicatriz

- Tu madre solía hacerlo- dijo en un tono melancólico- era una de las cosas que más me gustaban en el mundo.

Bakugo se sentó en la cama, inclinándose hacia él para darle otro lametazo. Todoroki sonrió ante tal acto, le recordaba mucho a Mitsuki y al amor que sentía por ella, amor que ahora siente por él. No consiguió seguir el consejo de su hermana, "no te enamores", pero ¿llegará a amarlo más que a Mitsuki?

Esa misma noche pasó lo que no tenía que pasar, Bakugo maldijo todo lo que pudo al notar como un cosquilleo le subía desde su entrepierna, pasando por el vientre, hasta llegar a la cabeza, acababa de llegar la época de celo.

Fue una suerte que Endeavor no se encontrase en el castillo esa misma noche, pues un potente aullido resonó por todas las paredes del siniestro edificio, despertando a los dos hermanos, les esperaba una pesadilla.

No te enamores //bnha// TodobakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora