Capítulo 23

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- Maldito pulgoso...- susurró Todoroki al sentir la húmeda lengua del cenizo recorrer su mejilla, este sonrió

- Pensé que te había matado-le volvió a lamer la cara

- ¿Por qué me chupas? Da asco

- Estás sucio... y tu sangre sabe bien.

El bicolor no respondió, se limitó a cerrar los ojos mientras Bakugo le limpiaba el rostro. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando la lengua del lobo comenzó a recorrer su torso. La verdad es que no se había enfadado con él, ni le echaba la culpa por su estado, solamente se dejaba llevar.

Tras media hora de baño, según el cenizo, Todoroki ya estaba completamente limpio, más o menos. Bakugo se abrazó a él, se sentía fatal por haberle causado tanto dolor, se sentía fatal por... un sonido proveniente del estómago del heterocromático llamó su atención, tenía hambre.

No sabe si fue por instinto, pero se quitó el collar y ladeó su cabeza, mirando al bicolor a los ojos, como dándole a entender que tenía acceso a ese delicioso líquido rojo que recorría su sangre. El medio albino no tardó en hincarle los colmillos, a lo que el cenizo respondió con un grave gruñido.

El vampiro sorbía la sangre del rubio como si de agua se tratase. El licántropo, por el contrario, se agarraba fuertemente a sus hombros, clavándole las garras ante tal horrible, pero placentera sensación. No fue hasta que Bakugo aflojó su agarre que paró, pero antes volvió a marcarlo, impregnando bien su aroma en el medio animal.

- No te di permiso para marcarme, bastarde- gruñó Katsuki una vez se separaron.

- Lo sé, pero quería volver a hacerlo- la sonrisa del bicolor era enorme, tanto que contagió esa mueca al cenizo- escúchame Bakugo, no sé si te acuerdas de algo del celo, pero todo lo que te dije era verdad... me he enamorado de ti, jamás había sentido algo así, ni siquiera con tu madre... pero somos de especies diferentes, distanciadas por la enemistad, sé que, sintieses lo que sintieses, lo nuestro sería imposible.

Iba a seguir hablando, pero unos labios atacaron los suyos. Bakugo enredó sus zarpas en el pelo del bicolor, besándolo lentamente, disfrutando de aquel contacto que tan raro se le hacía, pero, a fin de cuentas, el destino es caprichoso y pone en nuestro camino aquello que nos debilita el corazón y hace que caigamos en las redes del amor... no, él no había caído en las redes de ese sentimiento, no podía romper los hilos, él había sido enjaulado, y solamente un vampiro de bicolor cabello y heterocromática mirada tenía la llave.

- Nada es imposible, Todoidiota- el aludido rio ante su apodo, Mitsuki también usaba su nombre para insultarlo- y me importa una mierda lo que opinen de nosotros

- ¿Entonces?

- Cuidaste de mi cuando nací, aunque intentaste matarme- susurró la última frase- me salvaste de los matones que intentaron ahogarme, me salvaste de aquel lobo que quería matarme, me llevaste con mi manada cuando me caí por el acantilado, me curaste la herida de bala y no abusaste de mi cuando estaba en celo... te debo mucho, bastardo- sonrió ante las palabras que estaba a punto de pronunciar- tu forma de preocuparte por mi... tu sonrisa, tu mirada... yo también me he enamorado.

El bicolor, feliz de aquellas palabras, lo besó con ternura, pero no todo lo bueno dura para siempre, habían malas noticias, muy malas para dos corazones enamorados.

- Bakugo... me voy a casar en la noche de luna sangrienta

- ¡¿Qué?!- la sangre le hervía, no podía estar hablando enserio

- Lo siento, pero son los deseos de mi padre y... sé que así podré arreglar las cosas entre lobos y vampiros, pero hay que hacer sacrificios- respondió con gran pesar.

- ¡¿Y todo lo que me dijiste antes?!- las lágrimas empezaron a brotar de los rojizos ojos del cenizo- ¡¿Solo soy un estúpido juego para ti?! ¡Dijiste que me amabas! ¡Lo dijiste, joder!

- ¡Y te amo!- se llevó las manos a la cabeza el bicolor- es por eso que lo hago, para que tú y tu manada no corráis peligro

Un silencio se hizo presente en aquella cueva, estaba claro que Bakugo no estaba contento con la decisión del medio albino, pero no podía hacer nada, sabía que este no cambiaría de parecer. Por un momento, por su mente pasó el recuerdo del bicolor leyéndole la carta de su madre, aquella en la que ella dijo que se casó y no lo invitó... ¿Haría él lo mismo?

- Todoroki- el aludido lo miró- ¿podré ir a la boda?

- Sí, pero tendrás que permanecer escondido- sonrió intentando quitarle tensión al asunto- y báñate- el cenizo asintió.

No tardaron en levantarse y salir de la cueva, la luna volvía a tener forma de sonrisa burlona. Bakugo la miró, ¿se estaría riendo de él? ¿De sus desgracias? Volvió a mirar a Todoroki, quién lo miraba fijamente, un beso más no haría daño.

Lo besó, su corazón se llenó de esperanza e ilusión cuando fue correspondido, pero se quebró al separarse, haciendo añicos su agrietado corazón. El vampiro, por su parte, consiguió arreglar el corazón que Mitsuki destruyó y, justo cuando las heridas empezaban a cicatrizar, se abrieron de nuevo.

Cada uno se fue a su casa con pesadumbre, se habían enamorado de la persona equivocada. Mismo género, diferente especie, no podía haber nada peor. Dos corazones destruidos, latiendo al mismo compás, ambos con ganas de abrazarse y llorar hasta caer rendidos, pero debían ser fuertes, no podían caer ante la adversidad.

Los días pasaban, Bakugo estuvo espiando al vampiro durante largos periodos de tiempo, al parecer había conseguido ser feliz junto a la vampiresa, los veía reír, abrazarse e, incluso, besarse de vez en cuando.

Estaba claro que el mundo se estaba vengando, pero de mala manera. Fue culpa del destino, que enamoró a Todoroki de Mitsuki, pero colocó a Masaru en su camino, haciendo sufrir de manera horrible al bicolor. No le sirvió al destino con matarla sino que le proporcionó un hijo, haciendo que este se enamorase del vampiro, y sufriese al verlo con alguien más, justo como a él le pasó. Es algo cruel, pero así funciona la vida, un día sufres al siguiente haces sufrir.

Lo que no sabía Bakugo era que, en la oscuridad de la noche, el vampiro paseaba por su jardín, derramando lágrimas a su paso, pues por el día reprimía aquello que sentía, el amor y dolor que procesaba hacia el lobo. Odiaba besar a la vampiresa, pero debía hacerlo, pues pronto se casarían y debía acostumbrarse. Se daba asco a si mismo por aceptar aquello, quería arrancarse la cabeza, terminar con la pesadilla, pero le era imposible, el destino volvió a clavarle aquel puñal que tanto le costó sacarse.

Llegó el día, el momento. A media noche las almas de ambos vampiros serían una, y no había nada que Bakugo pudiese hacer para impedirlo.

El cenizo se miraba al espejo, acababa de ducharse, pero no tenía nada para ponerse, jamás necesitó rompa para una situación similar. Tras mucho mirar su pobre armario, decidió calzarse de deportivas junto a sus rotos vaqueros, blanca camiseta y su característica chaqueta verde militar, obviamente, sin olvidar el collar.

Salió de su cabaña, la manada dormía ante la oscuridad de la noche. Los dejaría solos un rato, sabía que si algo salía mal tendría que enfrentarse solo a un montón de enfadados vampiros y, por mucho que Shoto lo amase, no podría salvarlo.

Lanzó un sonoro aullido al aire, aclamando a toda la manada. Era un aullido de guerra, todos lo sabían, y se vistieron para salir, pues estaba claro que, ante esa llamada, su alfa tenía algo planeado.

Toda la manada se encontraba delante de él, esperando órdenes. Los cachorros se quedaron al cuidado de los ancianos, al igual que algunas lobas que habían quedado preñadas, el resto se unió, deseosos de saber la misión.

- Bakugo, es tarde, ¿a qué se debe todo esto?- preguntó Kirishima, pues sabía que algo realmente malo debía ocurrir para que el cenizo reaccionase de aquella manera.

- Tengo una misión para todos, en el lago, un gran grupo de vampiros están teniendo una reunión, celebrando algún tipo de rito sagrado.- ante aquellas palabras muchos lobos sacaron los colmillos, odiaban a los vampiros, y más cuando se trataba de sus rituales- iremos a espiar, no ataquéis si no os lo ordeno, y, sobre todo, llevar cuidado, que no os localicen... si de casualidad se inicia una guerra, el hijo de Endeavor, rey de los vampiros, es mío- nadie replicó, nadie sospechó nada sobre el verdadero plan del cenizo, nadie sabía nada- ¡Vamos!

No te enamores //bnha// TodobakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora