Capitulo 14

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El alemán por más que lo intentaba, no podía controlarse. Las lágrimas seguían saliendo pese a sus esfuerzos. Los países se miraban entre ellos, no sabían que hacer.

Berlín se arrodilló frente al tricolor y comenzó acariciar su espalda.

—Señor Alemania, vamos a la cabaña.- intentó hablar lo más suave posible.- Le preparare un té.

—E-estoy b-b-bien.- titubeó al hablar producto del llanto, intentó levantarse pero sus piernas temblaban sin cesar, Berlín fue comprensivo y lo ayudó.- Necesito... e-estar solo.

Su vista era completamente borrosa, ¿porqué le era tan dificil parar de llorar?. Con su brazo secó sus ojos, mañana probablemente estarían muy hinchados y rojos.

Comenzó a dirigirse a las cabañas, hizo su mayor esfuerzo por ignorar a los demás. Nunca antes se había sentido tan avergonzado ¿cómo se supone que los volvería a ver a la cara despues de esto?.

¿Qué era peor? Escuchar a los paises hablar sobre el o que Rusia caminara al su lado, mirandolo fijamente.

—Ya dejame ¿Quieres?.

—Le prometí a Polonia que arreglaría las cosas contigo.

—¿Solo es por eso? ¿Por polonia?.- su tristeza se transformó en enojo.-

—¡No! Yo tambien quiero arreglar las cosas contigo.

—Estoy cansado.- sus ganas de hablar eran nulas.- Berlín ve a hacer tu trabajo, no te preocupes por mí.

—Enseguida.

—¿Qué es lo que decía la carta?.

El alemán no contestó, atinó abrir la puerta con algo de dificultad, puesto que aún no dejaba de temblar del todo. Atinó a dirigirse al segundo piso, en la última habitación. La cabaña era demasiado pequeña, por lo que solo había un cuarto para dormir, en éste se encontraba un mueble y un camarote. Subió por las mini escaleras y se acostó en la cama, teniendo la vista en la pared.

Rusia imitó su acción, cerró la puerta y comenzó a cambiarse de vestimenta, para luego acostarse en la cama de abajo.

—No digas nada.- habló el alemán luego de un silencio.-

—No he dicho nada.

—Solo... Olvida lo que viste.- soltó un pesado suspiro.-

—Deja de llorar.

—No estoy llorando.- se abrazó a si mismo.

Otra vez el silencio.

—Cuando era más pequeño.- Comenzó a hablar, mi padre me prometió que iríamos al parque después de almorzar.- hizo una pausa.-

Mientras tanto Rusia, no decía nada, era bastante raro que el alemán contará su vida, por lo que, fue comprensivo y mantuvo el silencio. Tratando de no interrumpir.

—Ese día, alguien lo llamó, nunca lo había visto tan asustado. Recuerdo perfectamente su rostro. El... Me miró con preocupación. No podría describir como era su expresión. Pero supe de inmediato que algo no andaba bien. El me dijo que lo esperara... Que llegaría pronto y que iríamos al parque como lo prometió.- sonrió tristemente, sintiendo otra vez ese nudo en la garganta, no entendía el porque le contaba sobre su vida al ruso pero a veces es bueno tener a alguien con quien hablar y desahogarse.- Pero el, no volvió. Lo esperé obedientemente y el... Jamás regresó.- cambió de posición, esta vez mirando el techo.- El jamás regresó, Rusia.- hizo otra pausa.- Tuviste suerte, pudiste crecer con tu padre

—Te equivocas.

¿Igual a el? RusGerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora