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El de pecas sintió como una vez más su cuerpo se quedaba inmóvil, las manos de aquel transparente chico comenzaron a delinear su figura, desde sus piernas subiendo hasta los muslos de las mismas, seguidamente a sus caderas para terminar por presionarlo fijamente en la parte de atrás de su cuello.

Y Felix quería que la tierra se lo tragara, que lo escupiera en el espacio aunque no pudiera respirar.

Un jadeo salió de los labios del australiano, cuando las manos de aquel ente se posaron fríamente sobre su torso, sus labios sobre el cuello ajeno, haciéndole de vez en cuando cosquillas con su casi nula respiración, era más similar a una brisa que estaba a punto de extinguirse.

— E-espera— murmuró acompañado de un gemido en cuanto las manos de aquel chico —si es que se le podía llamar así— se colaron en sus pantalones, aún manteniendo como separación su ropa interior.

— Tengo un trato para ti, gatito— paró sus movimientos—. Si tú no emites un solo sonido, me iré— al de pecas pareció interesarle eso, puesto que era su puerta de salvación a los constantes ataques nocturnos— pero si tú gimes— se acercó hasta el oído de Felix— no me hago responsable de lo que venga después.

Y desde que su tono de voz cambio, el pelinaranja supo que estaba perdido.

SEXUAL GHOSTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora