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El hombre frunció su ceño ante la presencia desvergonzada de aquel chico. Por su parte, Felix se agachó quedando a la misma altura que Minho quien estaba atónito, tirando en el suelo apoyado en la pared mientras sus labios sangraban levemente.

El australiano saco un pequeño pañuelo limpiando aquel rastro de sangre para luego mirar al hombre tras ellos quien seguía persistente en el callejón.

— ¿Aún no te vas?— Minho se dió cuenta que la voz del chico sonaba  totalmente floja, a comparación de cuando entro al callejón. Por lo tanto su teoría de que probablemente estaba borracho, era la más acertada.

El hombre pareció enfurecer aún más.

— ¿Quién demonios te crees que eres?

— Nadie. O es que— se acerco sin vergüenza alguna hasta el rostro del hombre quien retrocedió asustado— ¿Quieres formar parte?— sonrió— prometo hacerte sentir mejor que cualquier mujer.

Una nueva de asco se formó en el rostro contrario, empujó al de pecas contra el regazo de Minho, rápidamente corrió dejando atrás a ambos chicos poco importandole su principal objetivo que era golpear hasta que le faltará el oxígeno a Minho.

— ¡Repugnante!— les gritó— quédense juntos par de homosexuales.

Ambos chicos se quedaron solos en aquel lugar, Minho sintió como el cuerpo del contrario comenzaba a temblar, lo miro de reojo pensando el porqué este aún no se quitaba de encima de su cuerpo. El rostro de Felix se volteo levemente dejando ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Una tenue luz lunar iluminaba el rostro del menor combinando con la poca visibilidad del callejón y las luces de neón de afuera. El rostro de Felix se veía hermoso a pesar de que delataba tristeza.

Minho tragó duro, su corazón comenzó a palpitar tan extraño, no entendía el porqué se agitaba de esa manera.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el abrupto levantamiento del menor quien rápidamente se puso a hacer un berrinche en aquel lugar.

— ¡Odio los heterooo!— se quejo chillando, Minho lo miraba con confusión.

Sus latidos habían detenido aquel desfile de sensaciones ligeras que sintió hace breves instantes. Miró levemente a Felix, quien seguía quejándose.

«¿Qué fue eso antes?... ¿Acaso, él me salvó?»

El de pecas se giró nuevamente hacia Minho, quien únicamente se limitó a verlo.

— ¿Tienes planes?— la pregunta confundió un poco al mayor, sin embargo, negó— bien, serás mi compañero el día de hoy.

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