Acto 4

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El castaño llegó con recelo a la casa del pelirrojo. Dudoso de lo que podría pasar entre ellos.

Pensó que sería de mala educación el llegar con las manos vacías, por lo que, llevó una botella de su famoso vino y compró un pastel de zanahoria en la cafetería del pueblo. Parecía un imbécil haciendo eso, pero su tierno amigo insistió.

-Señor, ¿tiene usted invitación? –Habló un hombre con gafas justo al lado de la puerta- Si no es así, le pediría de la manera más atenta que se reti-

Fue interrumpido cuando la puerta detrás suya se abrió, dejando ver al tan afamado custodiado.

Aunque tuviera ropa informal, no dejaba de verse presentable. Quizá era el día de descanso del sujeto o simplemente canceló los eventos de debía tener pendientes. No lo sabía. Pero estaba ahí.

El pecoso lo recorrió con la mirada y se percató de los presentes en sus manos. Vaya detalle, esto facilitaba las cosas un poco. Solo eso.

-Hombre. ¿Qué son esos modales? –palmeó la espalda de tremendo guarda- Les he dicho que no sean así con mi gente. No les cuesta nada -se burló- Como si me fueran a hacer algo.

Salió de la casa deteniéndose a unos cuantos pasos de la puerta y cruzó las manos detrás de su espalda, autoproclamando la autoridad que tenía.

-Anden, vayan por mi sobrino. Que debe de estar esperando solo en el pueblo. Y donde le pase algo, seré yo quien ejecute la orden de pena máxima por dejar a un niño indefenso a tan altas horas por la noche en un lugar peligroso. –amenazó-

Asintieron y casi que corrieron cuando su jefe entrecerró los ojos para que le obedecieran. Al verse solos por fin, sonrió dándose vuelta para encarar a su invitado. Se veía bastante bien y el preguntarle a la persona en la cual alguna vez confió fue a su favor. Le extendió la mano y le dejó pasar a casa, ayudándole con el postre que parecía pesado. Subiendo las escaleras, el más alto casi tropieza por un escalón mal colocado que arreglaría después. Fin y al cabo, estaba de reformas.

Dentro de la hogareña residencia el olor a comida recién hecha inundó las fosas nasales del menor. En su vida había sentido el deseo de comer con tanto anhelo, se le hacía agua la boca de solo pensarlo. Aunque, eso no era el tema principal de la reunión. Pronto sabría lo que realmente era importante. Pronto vería su verdadero destino.

-¡Luzu, compañero! –habló con felicidad- Espero no haya sido una molestia el haber venido hasta acá cargando todo esto. Yo soy tu anfitrión y esto es una cena, no tuviste que haberte molestado. – seguía con la sonrisa en su rostro y procedió quitándole el vino e invitándole a sentarse en el comedor-

-Bueno, después de darme ropa, esa propuesta y hacer todo esto para esta ocasión pues, sentí que debía. –Se acomodó en una silla de cara a la mesa y esperó a que el dueño del evento tomase asiento.- Por cierto creo que soy muy directo pero, ¿Es enserio lo que has escrito?

Se le heló la sangre con la mirada penetrante que le fue dada. Estaba en el extremo de la mesa y quería correr, hasta que una carcajada cortó la tensión del momento. Eso creyó.

-Bueno, consultando con el pueblo, mi gabinete y mi conciencia decidí que si iba a ser alcalde merecía cambiar y revocar el pasado, dando algo nuevo para nosotros. Es por eso que acepté la idea de colaborar con ustedes. –alegre sentenció-

-¿Ustedes?

El pelirrojo asintió y le hizo saber más del plan que estaba siendo organizando en el ayuntamiento como una forma de evolución para su mandato.

Triple Betrayal - Luzulitoplay K4Where stories live. Discover now