Acto 6

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El reloj de la oficina giraba en torno a las 5, fomentando la incertidumbre. Al compás del temor la gente laboraba en aquel lugar; anhelando irse, descansar, asearse... Vivir.

-¡Hahah, ahora todo esto es mío!

¿Quién necesita de la gente cuando se tiene poder? Nadie.

Casi podía sentir una corona en su cabeza. Descansando en su hermoso ser, fusionado con su intelecto, con la gracia divina que se le otorgó. Casi que se pondría en exhibición para que vieran cuán misericordioso había sido por haberlos dejado residir en las cercanías de su templo. Porque sí, detestaba a toda la gente. Pobres y sucios. Una basura de sitio. Pero ni modo, estaba ahí.

Respiraba la fragancia aromática que encargó, naranja y limón, grandes aromas ácidos. Como el conflicto que lidió hacia unos días, el cual aún era gracioso después de haber hecho. Por la mañana su traje irradiaba elegancia y porte, pero con el paso de las horas se fue perdiendo aquel toque. Ahora las chicas del pueblo se le acercaban cuando caminaba por ahí o hablaba con los vecinos. Quitándole el tiempo, como todo lo demás que no fuera divertido.

-Llegas tarde. ¿Qué te dije de la puntualidad? –se inclinó sobre su escritorio-

-O termino el trabajo de los dos o me arreglo para venir aquí más rápido que alma llevada por el diablo. Deja que los demás se vayan a casa temprano. Tienen otras cosas que hacer, hombre

-Bueno ya, no me mates. –lo interrumpió-

El recién llegado suspiró para quitarse la frustración y entró acomodándose el cabello, negando la actitud del otro. Hablando un poco sobre sus vidas fuera del gobierno y la política, el ambiente se relajó bastante, gracias a los dioses. Entre broma y broma las risas no faltaron como en cualquier relación.

La comunidad interpretaba lo que quisiera sobre esos dos. Incluso los héroes sospechaban algo. Solo que aún había algo que impedía todo eso. Más bien era...

-¿Puedes arreglarme la corbata, por favor? –le vio- Después te prometo ir ya a casa a cenar.

Con una mueca algo torcida se rió e hizo lo que le pidió. Le había tomado confianza, mucha, a decir verdad. Bueno, eran amigos y socios. Aunque no justificaba los tratos que uno le exigía al otro pero aún así recibía.

Tomó entre sus manos aquella pieza de tela que rodeaba el cuello del pelirrojo y lo jaló para alcanzarlo. Sí, él era un poco más bajo que el otro.

Frunció el ceño al ver el tremendo desastre que se había hecho bajo el cuello de la camisa. Desató el amarre y acomodó todo de una mejor forma. Incluso se veía mejor con su ayuda. Sacudió su saco, peinó su cabello e incluso le dio un pañuelo suyo que puso en su bolsillo. Al concluir, una sonrisa involuntaria se dejó ver en su rostro.

Mientras que el más alto no dejaba de prestarle atención. Cada detalle que ponía y hacía era como, algo sacado a la luz nuevamente, revolviéndole el estómago de solo pensarlo.

Larila la la Larila la la...

-¿Quieres apostar quién es más fuerte?


"¿Dónde está el amor cuando te dejaron solo? Tan solo..."

Triple Betrayal - Luzulitoplay K4Where stories live. Discover now