Acto 10

488 66 7
                                    


Estuvo cerca de dos horas dentro de la bañera, esperando a que su llanto parase y le dejara ver. Solo pudo recordar aquellas malditas palabras que una adivina le dijo. De solo hacerlo, la soledad invadía su puro corazón. Lo sintió como una puñalada en lo más profundo de su ser. Estaba equivocado, siempre lo estuvo.

¿Cómo pudo creer eso? Desde antes que estuvieran juntos, lo sabía. En algún momento sucedería. Todo era tan fácil algunos meses atrás. No había nada de lo que preocuparse, nada que le doliera lo suficiente pero esto, superó sus expectativas, como siempre.

¿Cómo él pudo hacerle eso? ¿Por qué? Era lo único que tenía. Ahora estaba solo, revoloteando en el universo gracias a la presión ejercida en su cabeza.

Se miró en el espejo y bajo sus bellos ojos esmeralda, unas horribles bolsas caían con desdén sobre su rostro perfecto. Esa noche probó a lo que le daba miedo encarar.

No era lo mismo haber vivido ese sentimiento siendo un tercero que ahora siendo el afectado. No era lo mismo haber castigado a un alma que a otra. No estaba para nada orgulloso de sus actos pero se lo merecían. Ambos.

Su día rutinario en esta ocasión daba inicio un poco tarde pues, debía salir del pueblo por un rato en busca de algún artefacto endemoniado para la fabricación de un cachivache efectivo para la energía sustentable y debía prestar su carisma sarcástico para ello. Sin embargo, mente y cuerpo no se sentían en paz.

"Mentiroso"

Era un completo imbécil. Todo salió mal, tuvieron la culpa ellos.

Su frustración salía a flote cuando su respiración se volvió irregular. Estaba dándole un ataque de pánico que no supo controlar hasta arrodillarse en el suelo. Golpeando el reflejante y gritándole a los fragmentos al esparcirse a su alrededor. Parecían trozos de su alma pues al verse ahora en ellos se alejó. Topó con pared y sus manos rechinaron al apretarlas sobre su cabeza.

Ese sufrir se tenía que terminar. Justo ahora.

"Nunca podréis estar juntos de la manera que quieres. Pese a ello, tendrás que jugar tus cartas con cautela. Siempre es más fácil mantener la cabeza en alto que abrir tu corazón"

Bajó las escaleras y abrió la puerta donde un implicado reposaba con recelo. Ido y herido, como quedó antes de su castigo.

Le dio asco con tan solo verlo. Él era la causa de que fuera infeliz. Tenía toda la culpa, toda.

Iba a seguir pensando cosas hasta que, con ira, lo levantó del suelo con un movimiento. Alterando a su enemigo y tratando de soltarse pues su cuello era rodeado por esas manos fuertes. No tenía nada de paciencia y si lo hubiera hecho desde un inicio, nada de esto hubiese ocurrido.

Estaría siendo feliz con la persona que ama a su lado, correspondiéndole y preocupándose solo por el, no por basura.

-Esto es culpa tuya. Te hubiera apuñalado más veces. ¿Por qué no te desangraste más rápido? –le soltó y golpeó contra el suelo- ¿Por qué no te has muerto aún, eh? Te hubiera matado desde que llegaste.

Le gritó hasta que la voz le tembló. Una vez se cansó, detuvo su acto y fue directo a su rostro hasta hacerle sangrar.

Por su parte, al chico que reprendían se limitó a mal cubrirse pues, aunque recuperó la fuerza un poco, no fue lo suficiente para detener la lluvia hiriente y rabiosa la cual caía sobre si. Le botó y lanzó lejos con una patada hasta el otro lado de la habitación, dejándole tendido pecho tierra.

-¿Por qué siempre te prefiere a ti? ¿Qué tienes tú que yo no tenga? ¿Qué, qué? Eres un llorón de mierda y lo único que hiciste fue distraerlo. ¿Vas a seguir mintiéndome? Eres una escoria. –vio como estaba tratando de ponerse en pie pero lo que alcanzó a conseguir fue apoyarse sobre sus brazos. Tambaleándose.-

-Siempre supe que estar con él en algún momento me iba a pasar factura. –su aparato respiratorio sacó el liquido carmesí de su interior pues, volvía a quedar bajo el mando de su fractura.- Eres un animal con todo lo que te rodea. Por eso, nadie quiere estar contigo.

-No es cierto. No lo necesito –revolvió su cabellera y peleó con sus demonios- Eres un perdedor y el otro un traidor. Os mataré a los dos. ¡Os voy a matar!

Salió corriendo de las cuatro paredes y agachó la cabeza, derrotado esperaba que su salvador se hubiese ido después de ayudarle. Estaba preocupado, rogándole a los dioses porque lo protegieran. Era parte su culpa, no lo negó en ningún momento. Pero él no merecía nada de esto.

Se arrastró lo más lejos que su fuerza le permitió, esforzándose demasiado pues la movilidad de sus piernas era nula. Ahora, aparte de una costilla, puede que tuviera una pierna rota.

Escuchó el ruido de la puerta siendo abierta nuevamente y todo se derrumbó.

-Gracias a ti, tuve que hacer esto. Es culpa tuya que hayan terminado los dos aquí. ¡Es tu puta y jodida culpa! ¡Espero te arrepientas de esto, mataros entre los dos, traidores de mierda. Los detesto!

Le dijo antes de cerrar con fuerza, haciendo que la habitación retumbara con él del miedo.

Se forzó casi de inmediato al verle inmóvil y en la misma posición. Llegó hasta donde yacía su cuerpo y tal cual estuvo, ahora quien le ayudó se encontraba en la misma situación.

Como pudo se sentó sobre sus rodillas y acarició la morena piel cubierta en heridas punzantes y dolorosas. Cardenales cubrían todo su cuerpo y la ropa estaba rota. Como si hubiese sido arañada. Estas manchas violetas y rojizas punzaban a un ritmo inexistente, tanto que su tuviera un color más claro de piel se podría traspasar su visión.

Lagrimeó cuando hizo contacto con su mano. Aún vivía y se pudo aferrar a él, pero no por mucho.

La carga emocional ahora dolía más que los golpes a decir verdad. Si no hubiese sucedido todo eso, él estaría muerto, sí. Pero nunca le hubiera pasado nada a él. Tragó para aliviar el nudo en su garganta pero no funcionó. Sus lamentos caían como sollozos en esa habitación. Lamentándose como si de una madre se tratase. Era su culpa. Ese se hizo su mantra. No iba a permitir que muriese sin haberlo hecho primero. No podía, se negaba a hacerlo.

Le otorgó una caricia sobre su rostro y no pudo dejar de llorar. Su temperatura disminuyó tan repentinamente que su agarre cada vez se sentía más débil.

Luzu se sostuvo entre sus manos aquella congelada y rezaba al cuerpo. No podía seguir hablando, pero pese a ello, su corazón se habría roto en mil pedazos de no ser por unos jadeos milagrosos que le hicieron detener la triste lluvia.

Volvía a sentir algo moverse, su pulso, aunque lento, volvía. Se echó a llorar otra vez. Debía cumplir la promesa que este le hizo. Salir de ahí.

-Estas bien...

-Te extrañe, Auroncito


"Con mis lágrimas y arrepentimiento, quisiera volver a donde todo iba bien"

Triple Betrayal - Luzulitoplay K4Where stories live. Discover now