Acto 7

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Oscuro. Frío.
Ciego y helado estaba así. Temblando, sintiéndose miserable dentro de aquel lugar. No sabía si era una habitación pequeña, grande o mediana. Si tenía iluminación o alguna otra cosa dentro.
Agachaba la cabeza mientras sus lamentos se perdían entre el silencio. Mientras sus lágrimas eran absorbidas por lo que fuese que cubría sus ojos. Casi no se estaba moviendo, quería pero sus manos no le dejaban. Quería pero era como si estuviera dividido.

Su cuerpo dolía bastante, no lo sentía.
Trató de mover las manos y al recuperar el tacto, se percató que sentado sobre una silla estaba. Giró como pudo sus muñecas y, sorpresa, aun las movía un poco. No estaba atado, cosa que muy en el fondo, le daba gusto. La última vez que sus manos fueron libres fue cuando trató de escapar, lanzándose sobre quien le quitó la libertad. Desde ese entonces, solo había sabido de si dos veces. Una cuando eso ocurrió y la otra, justo ahora.

De solo acordarse se sentía temeroso y el aire le hacía falta. Cuando quiso calmarse, optó por respirar profundamente. Iba a lograrlo hasta que un quejido salió al querer tener más aire dentro de sus pulmones. Y con el mismo picor de antes, se tomó del pecho con dificultad, sintiendo una opresión al no poder respirar bien. Y al tocar, supo la razón. Bajó hasta donde su pecho llegaba al final y justo ahí, casi grita cuando puso los dedos encima.

No sabía si algo más que una costilla suya estaba roto. Siquiera quería saber si aún podía caminar. No escuchar absolutamente nada le estaba sembrando bastante miedo. Algo le decía que solo no estaba. Algo, por alguna extraña razón le decía que todo estaría bien.

Si pudiera, se golpearía por aún pensar en que vendrían a rescatarlo. Sus amigos vendrían a por él y le dejarían en casa, volvería a ver el sol, no tendría miedo otra vez… Al menos eso creyó.

-¡Tío Auron! –el pequeño corrió a sus brazos y fue elevado junto a él-

-Hey, no te había visto. Ahora eres un niño más grande.

-Pero si nos vimos ayer, tio. O es que tú haces que yo crezca.

Ambos subieron las escaleras y entraron a la casa del pelirrojo que estaba terminando de preparar las cosas para cenar.

Lolito le insistió a Auron el que viniera y se quedara a dormir porque su sobrino lo quería mucho. Ese niño tan lindo y enérgico se había encariñado con el pelinegro. Con él jugaba en sus tiempos libres o cuando el alcalde no estaba en modo diablo, gritándole a cuanta cosa tuviese delante.

El niño y el hombre parecían casi padre e hijo con tan solo mirar su relación.

Eh! Solo no rompan las decoraciones, las acabo de comprar y me costaron mucho conseguirlas.

El hombre mayor habló desde la cocina mientras preparaba un delicioso postre frío. Un pie de limón. Mientras los otros dos corrían por la sala y parte del comedor. Con ese espacio, ¿quién no correría? Si él se quejaba de que su casa era fea y sin decoración, al menos a la de su amigo solo le faltaba lo último.

Cuando fueron sorprendidos por esa voz resonante, dejaron de revolotear por la casa y el niño le sugirió continuar con su aventura en la parte de arriba, ahí su tío no les diría nada al estar en su habitación. Mientras cada quien tomaba el papel de un caballero en busca de rescatar a su princesa, algo dentro de la conversación le cayó en falta al adulto.

Algo en su estómago, no dejaba que jugara en condiciones. Mientras Sergio peinaba a una de sus muñecas, este inocentemente habló.

-Qué bonita eres princesa Lucy. Verdad que sí, ¿tío Auron? –la mostró-

-Es muy bonita, la mía se parece a una chica del pueblo que es muy guapa.

-La mía al novio de mi tío Lolito… Tío Auron, ¿tú sabías que mi tío Loli tiene un novia nuevo? Porque yo sí. Pero el me dice que lo quiere, pero cuando va a verlo dice que la deje en paz. Yo no sé por qué. –hizo una mueca triste-

-¿Lolito tiene un novio nuevo?

“Los niños y borrachos,
siempre dicen la verdad”

Triple Betrayal - Luzulitoplay K4Where stories live. Discover now