|U N O|

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Aquella mañana luego de la clase de Artes plásticas, me dirigí al baño pues estaba en los días rojos.
Allí dentro había un grupo de amigas retocándose el maquillaje.
Me regalaron unas miraditas de desdén y superioridad junto a unas sonrisas burlonas. Nada bueno iba a salir de eso.

—¿Segura que no te equivocaste de instituto? —preguntó una.

—Seguramente lo hizo. ¿Qué son esas ropas? —Le siguió la otra.

—Déjala, hizo un esfuerzo para encajar —aseguró la tercera mirándome a través del espejo.

Ella claramente tenía el cartel de líder, solo faltaba que este brillara con luces de neón.

Las ignoré y traté de adentrarme en uno de los cubículos, pero se movieron para interferir en mi camino.

—¿A dónde crees que vas?. Aún no terminamos contigo.

—Pues para lo que me importa. Córranse.

—Ay niña, ¿qué son esos modales?

—Los que inventé para ustedes. Muévanse.

—Nos veremos pronto, becada.

—Tengo nombre, pero gracias por destacar que estoy aquí por mi cerebro.

La mueca que hizo me dio a entender que la dejé sin palabras y furiosa. Me dedicó una mirada venenosa, de esas que sabes que te van a traer problemas más adelante.

Pasaron por mi lado golpeando mi hombro y abandonaron el sanitario.

No les simpatizaba, ni ellas a mí.

Obviamente que lo de esa mañana no iba a quedar ahí.

Cuando la salida del instituto se despejó un poco de la masa estudiantil, sentí un empujón que casi me lleva al suelo.

Digo casi, porque unos brazos me sujetaron a tiempo. Al levantar la vista, sentía como mi respiración se entrecortaba.

Estaba en brazos de Jesper Clark. El chico más popular del colegio. Y el sueño de toda chica. Sí, el mío también. Súper cliché, pero es que quién podía negar su belleza. El chico tenía lo suyo.

Me ayudó a ponerme nuevamente sobre mis dos pies y cuando fui a agradecerle, él se dirigió hacia quien me había empujado. Seguí su mirada, y eran esas tres chicas del baño.

—¿Por qué no me sorprende? ¿Tienes miedo que sea mejor que tú, Ruby?

—Claro que no. Es una pobretona, no puede superarme.

—Te equivocas. Pero no voy a perder mi tiempo contigo.

—¿Qué?

La ignoró y me tomó de la mano alejándome de ellas. Le seguí el paso como pude y se detuvo cerca del estacionamiento, que casualmente, solo estábamos nosotros y, a los que reconocí como sus amigos, mirándonos.

—Adelante, puedes decir mi nombre, te cedo el privilegio.

—Gracias Jesper. No tenías porqué hacerlo.

—De nada. No dejes que se crean superior a ti, no lo son.

Sí, claro.

—Seguro.

—Lo digo en verdad... ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Keilanne Norlen, un gusto —estiré mi mano.

—Jesper Clark, aunque eso ya lo sabes —aseguró y aceptó mi mano.

—Sí, compartimos una clase. Además eres como una superestrella aquí.

—Sí... ¿Necesitas que te acerque algún sitio?

The Society ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora