Capítulo 11

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«Existen momentos y lugares para todo lo que la vida nos depara» al menos eso pensaba Stef mientras se separaba lentamente de Borja, porque al tenerlo cerca no podía pensar con claridad. Esos ojos cafés con pequeñas motas doradas la tenían un poco descolocada.

Por otro lado, Borja sentía el rostro caliente y no justamente por el golpe que recibió. Sabía perfectamente que se estaba sonrojando y lo odiaba, pero con Stef a centímetros de distancia era muy difícil controlar sus emociones. Por un momento la vió sonreír y eso solo empeoró la situación. 

Ella se alejó de él para observarlo detenidamente. Desde que lo conocía iba vestido de negro de pies a cabeza, pero notó dos cosas nuevas; su playera tenía el logo de una banda de la cual estaba segura que alguna vez había visto y el cabello lo llevaba medio atado de los lados dejando el resto suelto. Y sí, con el cabello de ese modo su atractivo era más, al menos para ella. 

Por su parte, Borja aprovechó que su amiga estaba distraída observándolo —lo cual sin duda lo ponía muy nervioso, odiaba que las personas se fijaran mucho tiempo en su persona—, pero con ella esa sensación de incertidumbre no fue tan avasalladora como en otras ocasiones, así que decidió hacer lo mismo y apreciarla. Quedó gratamente sorprendido al notar que Stef usaba jeans, zapatos deportivos, el cabello atado en una cola alta, y no sus típicos trajes de falda y chaqueta que la hacían parecer mucho más grande de lo que era. Así, al natural, le parecía más atractiva que con todo el maquillaje del mundo. Ninguno de los dos se atrevía a emitir palabra. No es que se sintieran incómodos, simplemente la situación no era una en la que se quisieran encontrar. 

—Muchas gracias —se escuchó un pequeño susurro por parte de Stef.

—No tienes que agradecerme —respondió él, mientras su amiga le daba la espalda.

—No debiste interponerte, Borja —ella estaba tan enojada y frustrada.

—Sé que no era mi batalla, pero no podía permitir que un cobarde como ese se atreviera a lastimarte.

—Pero mira lo que te ganaste —casi gritó. Ese era uno de los problemas de Stef, sentir demasiado y no poder controlar la intensidad de esos sentimientos—. No era necesario, yo sé defenderme —los ojos de ella se cristalizaron.

—Sé que eres capaz de defenderte sola, pero si algo me enseñó mi madre y la vida, es que jamás permitiría que lastimaran a alguien estando presente, aunque el que se llevara la peor parte fuera yo —respondió señalando su mejilla mientras se levantaba del sillón.

—Yo... Solo... No es justo que ahora tú tengas la cara de colores —eso le causó gracia.

—No te preocupes, debe ser pequeño. Lo que pasa es que al ser tan blanco, los golpes se marcan mucho más —le dolía, pero no iba hacer sentir peor a su amiga.

—De igual manera Borja, no sabes cómo lo siento.

—En serio, tranquila. Lo que importa es que tú estés bien.

—Tú también importas y mucho —no creía que podía ser importante, una persona como él no merecía ese tipo de cosas, solo eran capaces de generar desprecio, odio y asco.

—Yo no importo —no le gustó nada que su amigo no se valorara, para ella se había vuelto una persona importante.

—Pues a mí me importas, así que muchachito, vuelve a sentarte hasta que nuestro jefe regrese con el hielo, necesitamos que no se hinche más. 

—Yo..

—Yo, nada. Ve a sentarte —resignado le hizo caso y tomó asiento. Ya había perdido la cuenta de cuentas veces se había sentado en ese lugar.

BorjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora