Luego de un fin de semana pesado para Stef y solitario para Borja, el lunes llegó. Ambos se presentaron a trabajar, era la primera vez que estaban juntos desde que se había solucionado el mal entendido. Borja estaba ansioso por mostrarle a ella como estaba el programa, solo necesitaba su aprobación para darlo por terminado. Era un logaritmo complejo creado para proteger una propiedad de gran extensión, con un sinfín de funciones que ni el FBI conocía y estaba orgulloso de el. Era su pequeño bebé, su primer trabajo con el cual sería conocido a nivel mundial, abriéndole un lugar en el mundo de la informática y seguridad de alta gama.A pesar de que todo estaba bien, entre los dos había una aura oscura que rodeaba a Stef. Borja se dió cuenta de ello al entrar a la oficina que compartían. La última vez que se vieron Stef llevaba unas gafas de sol y ese era el caso otra vez. Era una clara señal de que no ha dormido bien en los últimos días.
A pesar de que no era su asunto, a Borja le preocupaba. Era algo innato en él, preocuparse por las personas sin que estas se lo pidieran. Simplemente una manía que había tomado después de haber vivido un infierno. Bien dicen que hasta que no lo vives no eres capaz de comprender el dolor que se experimenta.
Con cautela se acercó a su lugar de trabajo dejando su maletín en la silla. Y aún de pie, no sabía si acercarse a ella o dejarla en paz... se decidió por la primera. Avanzó hasta el lugar de Stef, la cual estaba metida en la computadora, ni siquiera se había percatado de su presencia. Le tocó el hombro para llamar su atención, funcionó ya que de inmediato apartó la vista de la computadora y separó un poco su silla del escritorio. Stef al ver de quién se trataba le regaló una pequeña sonrisa que mas bien parecía una mala mueca. Él le regresó una sonrisa sincera, mientras le preguntaba:
—¿Cómo has estado, Stef?
—He tenido mejores momentos la verdad —respondió ella mientras se recostaba en el respaldo de la silla.
—No has estado durmiendo, ¿Verdad?
—¿Por qué lo dices? —preguntó a la defensiva.
—Porque traes gafas de sol en la oficina. La última vez que te ví, también las traías, lo cuál me indica que estas intentando ocultar tú cansancio tras unos vidrios oscuros.
—Muy observador, Loson —sonrió a medias, sí él supiera que no había pegado un ojo en días... ¿Pero quién puede dormir cuándo una de las persona que más amas en la vida está en una cama de hospital? Ella por supuesto qué no.
—Lo soy Livinson, la pregunta aquí es: ¿Por qué no estás durmiendo bien?
—Cosas que pasan Borja.
—Sabes que para qué una persona deje de dormir muchas cosas deben de estarle pasando y puedo deducir que ninguna de esas cosas es buena.
—La oscuridad siempre llega cuando menos lo esperas —dijo ella perdida en sus pensamientos.
—Créeme que soy fiel testigo de eso.
—¿En serio? —cuestionó ella interesada mientras se levantaba y caminaba hacia la cafetera, necesitaba cafeína urgentemente para funcionar más o menos bien—. ¿Un café? —le preguntó.
—No, gracias, por ahora paso del café —respondió el chico—. Pero respondiendo a tu primera pregunta, todos tenemos esqueletos en el armario Stef, nadie se libra de ellos por muy feliz que sea.
—Bueno, en eso tienes razón. Por mucha luz que exista en una habitación, siempre un poco de oscuridad se colará.
—Interesante forma de verlo.
—Creo —terminó de hacer su taza de café y se dió la vuelta para tener a Borja de frente. Estaba tan cansada para regresar a su silla que decidió recostarse en la encimera y disfrutar de su droga favorita, la cafeína.
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Borja
Roman pour AdolescentsBorja Loson, un joven ingeniero en sistemas de veintidós años, es contratado por una de las mejores empresas de tecnología de los Estados Unidos. Además de ser inteligente y buena persona, es muy tímido e inseguro. No confía en nadie. Nunca se ha d...