Parte 4.

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Narra BIC.

[…]

Por alguna razón, mi cuerpo andaba doliendo, pero es que cuando me intenté mover o cualquier cosa así, no pude hacerlo, pero no era que ni mi tronco ni mis extremidades estuvieran entumecidas ni nada por el estilo, si no que era como si algo andara presionando con fuerza cada parte de mi ser...abrí mis ojos, o al menos eso creía para cuando a pesar de haberlo hecho, todo estaba oscuro mientras que el olor a humedad invadió al poco mis fosas nasales, haciendo que una mueca de asco se notara en mi rostro, ¿dondé mierda me encontraba?

Intenté moverme, pero aquello que parecía ser sogas aprisionaron aún más, haciendo que mordiera con fuerza aquella cosa que también se encontraba en mi boca. Me comenzaba a sentir muy mal, puesto que estaba de lado en un sitio bastante frío, puesto que lo peor era eso, estaba desnudo en lo que parecía ser un suelo o algo, tenía ganas de llorar, ya que el pánico comenzaba a aflorar por todo mi ser, sintiendo un nudo en mi pecho, el cual comenzaba a moverse con más rapidez, buscando el aire que me comenzaba a faltar.

Tenía mucho miedo, mucho más aún cuando le tenía miedo a la oscuridad, la incertidumbre, el pánico...todo comenzaba a estar en mi cabeza.

Sentí como algo, lo que supuse que eran manos ya que sentía los cinco dedos, en total diez uniendo ambas manos, tiraron las sogas desde atrás, haciendo que mi abdomen doliera y a pesar de no querer, mi cuerpo se movió contra mi voluntad, levantándose para así poder sentir de paso el frío ahora en más zonas, pero no me fijé mucho en eso, solo estaba pendiente en el ardor que comenzó a crearse en esa zona de mi estómago. Mi boca dejó de estar ocupada por una tela, a pesar de querer gritar, no podía hacerlo, pues me faltaba la saliva y con ello, mi garganta raspaba.

—Dormiste demasiado, me asuste pensando que me había pasado tal vez...— Por unos segundos no llegué a reconocer esa voz, no llegaba a entender quien podía ser, tal vez por que ahora mismo mi cabeza estaba en blanco y mis oídos estaban taponados que ni siquiera era capaz de saber de donde provenía, claro, más allá de que estaba a penas cerca...de lo demás, carecía.

—¿Por qué...?—

—¿Por qué que, cielo?— Aquella mano era lo más cálido que se encontraba en lo que supongo que era en esta habitación, una mano con algún callo que se notaba que hacía tal vez deporte, pues lo más seguro, pero es que ahora mismo no comprendía de quien podía ser esa mano, ya que era parecida a la mano de Castle, más sabía perfectamente que no podía llegar a ser él, su voz no era de esa forma tan ronca, como si estuviera excitado, algo raro.

Negué, simplemente no podía decir alguna palabra, por lo que preferí mantenerme en silencio, escuchando un “buen chico” que hizo mi piel erizarse ante ello, era algo tan extraño, por alguna razón, me sentía mal decir que me había encantado escuchar esa voz diciendo eso, pero aun así me hacía sentir muy incómodo, quería irme lo más pronto posible, huir de cualquier manera...

Una pequeña luz se encendió en alguna zona de la habitación, viendo que se trataba de un baño, giré mi cabeza, dándome cuenta de que lo frío que sentía en mi cuerpo era en parte agua, pues me encontraba en un plato de ducha bastante grande a decir verdad, giré mi cabeza hacia el otro lado, intentando mover mis manos atadas a mi espalda al ver al otro individuo, al que me había atraído aquí, pero solo vi una cabellera oscura de músculos anchos acercándose a mí, haciendo que el miedo creciera e intentara moverme y gritar.

Pero no conseguí hacer lo segundo cuando aquellos labios atraparon los míos a la par que su mano comenzaba a ahorcar con demasiada fuerza mi cuello, haciendo que perdiera el oxígeno mientras mis belfos comenzaban a ser dañados por fuertes mordidas, aquello hacía que las lágrimas cayeran de vez en cuando, aquellas paletas grandes perforaban mis labios casi como si de piercings se trataran al punto de sentir un líquido espeso de a poco salir, como más fluido en mis ojos.

—Te daré el placer que nunca antes te han dado cielo mío, solo espera.— Una de sus manos se apoderó de mi boca tras lamer la sangre de ella, dejando así que no pudiera responderle cuando se posicionó tras de mi, me pude fijar en un tatuaje en su brazo...o al menos eso intenté cuando sentí un fuerte dolor en mi trasero, haciendo que gritara con fuerza cuando su mano me soltó. Aquello era un dolor angustiante, que cada vez que eso se movía aun que no sabía que era en esa parte de mi cuerpo, hacía que más lágrimas cayeran, gritando mientras mi cuerpo se movía a la par y mi cabeza se colocaba nuevamente contra el frío suelo, siendo esto lo mejor de todo lo que estaba pasando.

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