Rumbo a Isla Azul

23 3 0
                                    

Cuando los ancianos Yoongi y Krystal me encontraron, yo ya había atravesado la gran muralla de la ciudad y deambulaba como un espectro perdido, arrastrando sangre propia y ajena.

Krystal intentó detenerme en sus brazos maternales y por un momento deseé poder resignarme y quedarme en ellos, pero no lo hice.

-La Dama Eterna -fue lo único que salió de mi garganta lastimada por los gritos.

Le enseñe lo que tenía en mis manos y ambos maestros se miraron el uno al otro sorprendidos, tal vez no tanto de ver un corazón humano en mis manos, sino de que hubiera sido capaz de arrancarlo a su dueño.

-¿Qué hacemos? -preguntó Yoongi a Krystal, mientras yo continuaba mi marcha-. No podemos dejarla que vaya así y tampoco vamos a lograr detenerla.

Tenían razón, no lograrían detenerme. Aunque el terrible dolor humano me impidiera ser un dragón, yo seguiría mi camino hasta Isla Azul.

-Está herida, tenemos que curarla antes de hacer cualquier cosa -recomendó Krystal echándome un vistazo.

-¿Y tú crees que nos va a dejar? -rió Yoongi-. En estos momentos sólo existe una cosa para ella y sabe que quizá no quede mucho tiempo.

Se miraron unos momentos y yo sabía que, después de tantos milenios juntos, se podían leer el pensamiento.

-Está bien, la llevaremos a Isla Azul -resolvió Krystal.

Antes de partir, me alcanzó la que sería la nueva gobernante de la Isla del Sur.

-Espera, ¿adónde llevas el corazón de Taehyung? -me preguntó SaRang deteniéndome del brazo.

-Sé que no conoces nuestras leyendas, pero ésta es la única manera que tengo de traerlo de vuelta.

Pensé que cuando me atreviera a mirarla a los ojos descubriría un odio implacable en contra de mí; en su lugar encontré compasión. Fue cuando entendí lo mucho que SaRang había perdido esa noche.

-Perdóname -le dije con sinceridad-, todo esto es mi culpa.

Ella negó con la cabeza y mirándome a los ojos afirmó:

-Eras lo único que él quería. Tráelo de regreso por favor.

Una parte de mi tuvo miedo de lo que esa chica podía hacer. Al montar en el lomo de Krystal, me preguntaba si nos odiaría y nos cazaría, si sería como su padre o sería una mejor gobernante. No conocía a SaRang, pero Taehyung sí y él tenía fe en ella, entonces yo también lo haría.

Por los aires llevaba la tonta canción que Tae siempre se pasaba silbando. Había llegado a odiarla por la repetición y amarla porque venía de él. Y ahora estaba atorada en mi cabeza, en un momento tan perseverantemente inconveniente. Llegué a pensar que esa melodía la silbaba el tesoro que, aún tibio, latía en mis manos. En ningún momento dejé de hablarle y lo arrimé a mi propio pecho.

-¿Te acuerdas, mi amor, que saliste del mar? Yo misma te ví cómo naciste de allí...

Le conté todos los detalles de los días que pasamos juntos, nuestra vida fugaz, le enumeré todos los gestos que él hacía y cómo su voz estaba tan grabada en mí que aún en esos momentos yo podía escucharlo silbar.

Volaba como humana a toda velocidad, acostada en el lomo de Krystal y protegida por mis tres hermanos que me lanzaban miradas furtivas llenas de preocupación. Krystal y Yoongi se dirigían a Isla Azul, antes de que fuera demasiado tarde y el corazón de Taehyung muriera en mis manos. Pasé todo el viaje susurrando incoherencias a mi mejor amigo ausente y llorando. El dolor físico me quemaba la espalda y las costillas; estaba segura de que más de una cosa se había roto en esa injusta batalla. Batida en sangre no me di cuenta de que gran parte era mía. Me estaba muriendo.

-¡Y/N, despierta!

Fue Namjoon quien con varias palmadas logró despertarme en tres ocasiones.

-Lo siento, no te puedes dormir -se disculpó apenado-; sería demasiado peligroso.

Mis hermanos dragones tenían miedo de que ya no despertara y yo reconocía que había una gran posibilidad de que eso pasara. Ninguno de los tres se veía mejor que yo, tenían heridas y golpes en todo el cuerpo. El brazo izquierdo de Hoseok estaba hecho pedazos y apenas si podía reconocer el rostro hinchado y ensangrentado de Jimin, mientras una mancha roja y café se extendía en el abdomen de Namjoon. A pesar de sus heridas, todos sostuvieron mi mano libre, limpiaron mis lágrimas y acariciaron mi cabeza mugrosa.

Había sido una noche muy pero muy larga; la luna brillaba, blanca y sublime, cuando llegamos a la costa de Isla Azul. Yoongi y Krystal me dijeron que no podían acompañarme más. Yo portaba el corazón y yo era la única que podría encontrar a la Dama Eterna.

-¡No podemos dejarla que vaya sola así! -reclamó Namjoon-. Apenas y puede mantenerse en pie, no va a llegar.

-Nam, está bien -interrumpí, aún sabiendo que tenía mucha razón-, yo tengo que llegar y lo voy a hacer.

Me despedí de mis maestros y mis hermanos. Besé cada una de sus frentes en forma de despedida y los abracé.

-Debo ser el peor líder de un clan en la historia -dije en parte como un chiste y en parte como una disculpa-. ¡Lo siento muchísimo!

-Fue un honor -expresó Jimin por los tres-. Regresa, aún queda mucho por hacer juntos, ¿okay?

Los abracé una última vez antes de darme la media vuelta y comenzar a caminar. Supe que no los vería más. Era otra despedida...

Mi Dragon (Kim Taehyung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora