El Silencio

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Tres años después

Taehyung...

Yo no tenía 19 años. No se puede vivir una guerra y seguir teniendo la misma edad. ¿Cómo describirlo? No lo sé, llega el momento en que todo es tan callado. Sí, llega el momento en que la tierra se estremece y no es posible ver otra cosa que no sean las balas que llueven de arriba abajo, vuelan y nos persiguen; entonces uno se ve rodeado de cadáveres de los hombres con quienes compartió la mesa muchas veces; los vemos reír y hablar y saludarnos, los vemos llenos de sangre, con la cabeza hecha pedazos y medio intestino por fuera, y sabemos que dentro de poco estarán llenos de gusanos. Entonces ese silencio nos envuelve y nos salva de vomitar y con suerte hasta de morir.

Es tan grande ese silencio, que evita que uno escuche sus propios gritos de terror: uno grita tan fuerte porque ha visto demasiado y si no lo hace corre el riesgo de volverse loco. Yo no tengo 19 años, no soy un niño ni un hombre. Soy un soldado.

¿Cómo fue que me convertí en un soldado? Tantas cosas pueden pasar en tres años...

Me gustaba ser ágil como una sombra, esconderme y volverme invisible como un fantasma. Me gustaba ver cómo las flechas ardiendo en fuego eran disparadas y cómo las llamas consumían su objetivo. El ruido ensordecedor de las balas provocaba una turbación deliciosa, como si me asomara a un precipicio sin saber si caería o no. Entrenar, pelear, correr eran una bocanada de aire, un descanso que me permitía no pensar ni recordar. Sin ello me hubiese vuelto loco. Por esa cordura temporal pagaría muy caro, sor ser un buen recluta iría al frente a defender una patria que no era mía y a un emperador a quien no comprendía.

Un año atrás, la posibilidad de una guerra era impensable. Los soldados imperiales sólo entrenábamos por tener algo en qué ocuparnos. Nadie se levantaría en contra de un soberano tan poderoso. Todos se equivocaban.

La noche en que esto comenzó el emperador celebraría sus quince años en el trono, y como soldado del imperio debía asistir al festejo. SaRang me pidió que fuera con ella al baile de celebración y no me negué. Nunca me negué; le debía la vida, qué más daba complacerla yendo a todos los bailes que ella quisiera.

Vi mi imagen reflejada en el espejo y me reí. Vestía mi traje militar de gala, saco blanco con motivos azul celeste y pantalones azul marino. Parecía un payaso. Mi cabello, alguna vez indomable y greñudo, estaba considerablemente más corto y arreglado. Todo en mi aspecto era limpio, impecable y sin arruga. Y/N se estuviera burlando de mí en estos momentos si me viera así; podía verla en ese justo instante riéndose. Pensar en ella me causó el acostumbrado dolor en el pecho.

Ni modo. Aunque el fantasma de Y/N se burlara de mi apariencia, yo debía encontrarme con SaRang en el vestíbulo y ya se me había hecho tarde. SaRang y su vestido rosado me esperaban para entrar al gran salón. ¡Qué diferente se vería unos meses después! Vestida con pantalones militares, su larga trenza y todas las preocupaciones del imperio sobre ella, ya casi no podía distinguir sus rasgos de princesa. Sin embargo, esa noche se veía impecable y sin ningún rastro bélico encima. A pesar del entretenimiento y el esplendor que la fiesta prometía, yo, como siempre, no deseaba estar ahí y me animaba diciéndome que sólo serían unas cuantas horas. Adentro, se notaba que no se había puesto restricciones en los gastos; todo era transparente, todo era de cristal y diamantes, todo era derroche de dinero.

Miles de estrellas cristalinas colgaban de hilos tan finos que parecían estar suspendidas en el aire con magia. Saludé a varios oficiales y compañeros, escuché atento la plática de otros, comí, felicité al emperador y baile con SaRang. Todo esto en forma mecánica. Un baile más, en donde me comporté como siempre. Todo era espléndido, la cena exótica y deliciosa, la música animada, la noche perfecta; sin embargo, yo estaba muy lejos de allí.

Mi Dragon (Kim Taehyung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora