Epílogo

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10 años después...

Había una vez una niña que le gustaba escribir. Siempre prefirió vivir entre dragones e islas que un hogar lleno de gritos, odio y, en algunas ocasiones, golpes.

Su padre era un hombre muy poderoso y exitoso y eso lo convirtió en un padre inadecuado. El dinero y los lujos nunca faltaron en esa casa; su esposa y sus hijos podían tener lo que desearan, siempre y cuando lo obedecieran sin cuestionarlo y se hicieran la vista gorda cada vez que él hacía algo mal.

Tenía dos hijos varones que eran su orgullo y lo complacían en todo y una hija mala que lo desafiaba cada vez que se presentaba la oportunidad. Odiaba la falta de control que tenía sobre ella, simplemente parecía que vivía en un mundo en el que él no podía entrar. Para domarla, le quitó cualquier tipo de privilegios y distracciones; le retiró sus libros que, en su opinión, la llenaban de ideas en su contra y la encerró en su cuarto, sin que ella tuviera nada más que hacer que la tarea del colegio. Ella se aburría como ostra; al contrario de sus hermanos, odiaba los números y las tediosas tareas de matemáticas, que de todas formas no entendía. Por un tiempo pensó que su padre la tendría allí para siempre y moriría de aburrimiento, hasta que un día, sentada frente a una página en blanco, tomó una pluma y se puso a escribir.

Eran puras tonterías incompletas y sin sentido, pero la entretenían bastante bien. Dejó de necesitar cualquier otra fuente de diversión y la niña siguió creciendo sin dejar de escribir.

A los 13 años imaginó una historia grandiosa, la mejor que se le había ocurrido hasta el momento y decidió ponerla en papel. Estaba tan entusiasmada con ella que descuidó todo lo que había a su alrededor, incluyendo las órdenes de su padre, que se preguntaba qué rayos le pasaba y por qué sonreía como si acabara de ganar una fortuna. Le molestaba ver lo feliz que era sin necesitarlo a él.

La noche en que terminó el manuscrito estaba tan feliz que olvidó esconder todas las hojas de papel y las notas en la que estaba plasmada la historia y se escapó a la calle por la ventana a celebrar, respirando el aire fresco. Su padre enrtó a su cuarto buscándola y sobre el escritorio encontró a lo que su hija había dedicado esos meses. Poseído por una ira absurda, tomó el manuscrito, subió a la azotea de la casa y aventó todas las páginas.

Cuando la joven regresó y no encontró el manuescrito, entró en pánico, y, al ver la arrogante sonrisa de su padre cuando éste le dijo lo que había hecho, perdió el control. Salió disparada a la calle en busca de cualquier página que pudiera rescatar; sin embargo, era demasiado tarde, a su historia se la había llevado el viento.

Huyó de casa y ya no volvió. Deseó con todas sus fuerzas vivir dentro de sus historia y convertirse en la heroína del mundo que había creado. Y lo logró. Vivió durante muchos años entre sus personajes, todos ellos los había creado ella; todos menos uno. Todos menos Taehyung.

Taehyung no era un personaje imaginario. ¿Cómo llegó él a las Islas? ¡Es que aún no termino de contar la historia!

Cuando el padre de la joven se deshizo del manuscrito, centenares de hojas volaron por el aire; unas terminaron pisoteadas y atropelladas, otras en la basura, pero algunas siguieron volnado. Ciertas páginas atravesaron la ciudad y llegaron al campo e incluso a otras ciudades.

Hubo una hoja cuya voluntad fue tan grande que fue capaz de atravesar un océano y llegar al otro lado del mundo. Siguió volando a través de un continente viejo, como si aquella página estuviera siendo jalada por una fuerza invisible increíblemente poderosa, hasta que llegó a manos de un chico que tenía la misma edad que la joven autora.

La madre de Taehyung hablaba el mismo idioma que Y/N, por eso fue capaz de leerla. Aquella página contenía la primera leyenda que Y/N imaginó, la historia de Irene y Jin, el canto de los dragones.

Mi Dragon (Kim Taehyung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora