Cambio de Edad

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Y/N...

Lo llamamos Taehyung. Al igual que yo, no recordaba su nombre, así que tuvimos que darle uno. Mi abuela decidió nombrarlo como uno de sus amigos de la infancia, porque según ella se parecía un poco a él.

Despues de que intentaramos sin exito averiguar quién era o de dónde venía, decidimos dejar de cuestionarlo. Para mi abuela era claro que, si no podía recordar su propio nombre, mucho menos podría responder a otras preguntas; sin embargo, no todos los recuerdos de Taehyung se habían esfumado por completo. Era capaz de describir imagenes de su hogar, de su aldea blanca durante los inviernos, a su padre con quien no se llevaba muy bien, las montañas nevadas, a su madre que se había marchado sin él hacía muchos años, el campo y el olor a alcohol y cigarrillo permanente en su casa. Recordaba su vida entera, omitinedo todos los nombre, incluso el suyo.

Yo estaba segura de que debía venir de un lugar muy lejano, ya que cualquier persona de por allí hubiese salido corriendo al ver nuestra casa; a nadie le gustaba la idea de quedarse con brujas como nosotras.

A Taehyung no le importaba eso, tampoco que le quedara pequeña la casa. Se movía de la cocina a los cuartos con solo dar dos pasos y lo hacía medio agachado, como si temiera chocar su cabeza con el techo; además se tropezaba facilmente con todo lo que había dentro. La abuela concluyó que, a pesar de su gran altura, debía tener unos 15 o 16 años; decía que se le notaba en los ojos. Sus ojos eran enormes y de un azul brillante. Se notaba que no era dang puesto que su piel era entre blanca y rosada. Sus enormes manos tenían dificultad para hacer tareas sencillas y la abuela lo regañaba por ello, pero yo me sentía contenta de que Taehyun estuviese allí, incluso cuando silbaba una sola canción una y otra vez, hasta marearnos a la abuela y a mí. Taehyung había llegado con un saxofón e intentaba tocar la fastidiosa canción que tarareaba de manera constante, a pesar de que el instrumento se había arruinado por el agua salada.

Lo que más le costó trabajo fue acostumbrarse al calor; por eso mi abuela y yo pensamos que debía venir del norte. Una vez que lo logró, fue fácil llevarlo de paseo por todo el Puerto Jeju, a través de las calles empedradas llenas de casas de todos los colores, al ruidoso mercado de pescadores del pueblo, luego al campo dang lleno de niños que lo miraban con curiosidad por su tamaño, después a la enorme mansión blanca que sólo pudimos ver de lejos y por último al acantilado, que el pueblo temía.

Hye y Jungkook lo recibieron felices, y en pocas semanas el asunto de su origen se había olvidado: era como si Taehyun hubiese vivido con nosotras siempre, como si perteneciera al mismo lugar que yo. El enojo que mostró a su llegada desapareció desde el primer día. Me gustaba pensar que ya no estaba molesto porque era feliz en las Islas.

A veces lo miraba y me sorprendía que él estuviera allí. Una duda siempre rondaba mi mente: ¿había sido mi historia lo que lo había traído? Desde el día en el que llegó no me habia atrevido a escribir nada más. Un enorme temor me acechaba como una sombra que se puede ver de reojo: temía que Taehyung desapareciera de repente. Se convirtió en mi mejor amigo y dejé de tener nueve años para convertirme en una chica de quince.

Mi Dragon (Kim Taehyung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora