CORAZON

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-No has cambiado nada Hermione...

-Lo he hecho, de la peor manera puedo agregar.

-No lo noto, en verdad, sigues siendo la misma niña de la que me enamore.

-Deja eso Severus, no me enamore de tus palabras tiernas, ni siquiera de tu fingido amor.

-Te quiero nena, es la verdad.

-Tu verdad, la de un hombre mayor, frío y malhumorado, que necesitaba distraerse de su dolor y perderse por unos meses y te ayude, sabía en lo que me metía y aun así lo acepté.

-El amor te hace generosa.

-Me hace idiota, muy idiota.

-Eres tan dura contigo misma, solo piensas en ti.

-En serio?

-Por supuesto.

-Entonces dime Severus, cual es mi verdad.

-Eres una niña toda vía, no sabes esperar y eres odiosa, no entiendes la complejidad de el amor, mucho menos de mi, deseas amor, de donde sea, ya que jamás lo has tenido, estas sola al igual que yo, solo que tú buscas imposibles, buscas un príncipe azul y ese no soy yo.

-Soy mitad muggle, mis padres murieron, harry y ron ya no están conmigo este año, claro que busco amor, de donde sea, solo un poco, tome lo que me ofreciste Severus, un amor de pareja, pero cariño, tu amistad bastaba, solo necesitaba una correa, alguien de quien fiarme.

-Y te falle, así es el amor.

-No, no te atrevas a decir eso, así no es el amor, tu si.

-Eres una niña Hermione, no se que más quieres de mi.

-Todo, todo lo que pudieras ofrecerme, hubiera tomado hasta lo mínimo solo por tratarse de ti, pero preferiste...

-Dejarte.

-Dejarme, cuando más te necesitaba, cuando solo quería que me amaras.-Las palabras estaban subiendo de tono y las lágrimas en lo ojos picaban por salir, así es el juego.

-Nena...-Lo interrumpió.

-No, no me llames así nunca más, no soy tu nena, no soy nada tuyo ni deseo serlo jamás, dime Severus ¿fue divertido? Fue divertido endulzarme el oído para meterte en mi cama? Fue divertido solo dejar una nota con un lugar y una hora? Fue divertido decirme justo al día después que no me amabas?... Contéstame.

-Yo solo, necesitaba... no se que decir.

-Lo se, siempre es así, tu eres así.

Y se fue, recogió sus cosas y se fue, rápido, no volteó hacia atrás, no era justo.
Se sintió bien poder hablarlo, poder decirle lo que pensaba, demostrar lo que sentía mientras lo hiciera, suficiente se había tragado.
Cuando llegó a su torre, lo único que hizo fue correr, en serrarse en su fortaleza y huir, huir de él y de su maldito amor, como si no la alcanzara, como si no existiera nada, pero al llegar a su habitación se dio cuenta, que aun estaba ahí.

-No he terminado de hablar.

-Entonces hazlo, habla, vuelve a envolverme.

-Te quiero Hermione, siento que hayas confundido mis sentimientos y sobre todo siento haber roto los tuyos, te pido perdón.

Pero cariño, la conversación jamás existió, jamás le pidió perdón, por que al abrir sus ojos después de un largo sueño, se dio cuenta que aun seguía en la puerta de la Torre, estaba adentro, pero jamás había corrido, jamás había estado él ahí, jamás le había pedido perdón y se odio, se odio por esperar más de lo que él podía dar, se odio por que las palabras en el salón era reales, ella era una niña, se miro al espejo un segundo, cabello alborotado, delgada y su rostro lleno de pecas y se sintió pequeña, pequeña ante lo hermosa que se veía antes de estar con él, cuando llegó, no solo la tiro del pedestal en el que todos la tenían, si no que la arrojó al fango, haciéndola ver todo lo que Lily Evans tenía y ella no, haciéndola consiente de sus inseguridades y aprovechándose de ellas, de lo frágil que estaba.
Ha había roto, la había dañado en lo único bueno que tenía, su orgullo Gryfindor.
Y él estaba ahí, creyéndose el maldito dios del universo, inalcanzable.
Y por un momento se imagino en una feria, observando una rueda de la fortuna y se vio así misma, en uno de los aciertos, uno de los que estaban abajo y a él en la sima, arriba de ella, él observaba el cielo oscuro y tenía una mueca en su cara, estaba inconforme, pero cariño ¿ por que la rueda no se mueve? Por que no bajas o me dejas subir? Acaso si estiramos los brazos podemos tocarnos?

Pero no estaba en una feria, estaba en la torre de los prefectos, frente al espejo, observándose como antes y siendo consiente de que él tenía razón y por un momento lo odio, lo odio por haberla asesinado.
Pero esa era su verdad, y la torre era grande, estamos tan concentrados en nuestras imperfecciones que no nos damos cuenta cuando otra persona está contemplándonos.
Y eso hacia el, en un rincón oscuro de la habitación, con un hechizo para no ser descubierto, observando con amargura y terror lo que había sembrado en ella, el dolor que sentía por creerse insuficiente, por no creerse merecedora de algo tan bello como el amor.
Y es que a sus ojos ella era tan perfecta, tan inalcanzable, tan prohibida.
Amaba su cabello largo y rizado y lo bien que olía, lo batalloso que era pasar los dedos por él sin que se atoraran, amaba su cuerpo delgado, sus pechos medianos y su grande trasero, amaba su cintura, tan pequeña y amaba tomarla por ahí cuando la besaba, amaba su cuello tan coqueto y la inocencia que ella tenía, lo que con solo un rose provocaba en ella, algo que él mismo había provocando y se había aprovechado... amaba su forma de caminar, tan recta pero al mismo tiempo despreocupada, con la frente en alto, la amaba, la amaba como a nadie más, con tan solo un beso de sus amables labios había borrado todo rastro de Lily Evans, entendiendo a la primera que ahí amores diferentes, y que se puede amar de dos formas distintas.
Hermione Granger lo era todo, luz, fuerza y pureza, tan grande y poderosa, que temía apagarla, hacerla temerosa y la dejó, para que siguiera, para que creciera y lo olvidara, él solo podía darle oscuridad.

Montaña Rusa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora