LUCIERNAGA

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Habia creado un plan, tan ingenioso, tan inteligente, que se espanto un poco, podía tenerlo todo, podía.
Estaba enferma de amor por el, pero no haría nada más, lo amaría en silencio y viajaría a la época donde todo empezó, donde él se enamoro, le mostraría qué hay más de una chica en el mundo, que podría amar a más de una persona en toda su vida, pero... si lograba su objetivo no se quedaría con el, no podía, por que ahora lo entendía, el amor no crece de los árboles, no puedes ayudar a alguien para que te ame y mucho menos puedes pensar que con solo con amor vas a ser correspondido, lo había entendido de la peor manera.
Quería mostrarle a severus que lo amaba tanto para dejarlo libre, que lo amaba tanto para pasar de largo y largarse con alguien más solo para su felicidad, cambiaria el tiempo, mostrándole a severus que toda vía había más por descubrir, que el amor era infinito y que él podía viví, no hacía falta un favor a cambio, lo ayudaría sin esperar nada, lo ayudaría para que fuera feliz con otra persona que no fuera ella, ni Lily Evans, que tuviera una familia y estuviera completo, que amara y fuera amado.
Le daría la oportunidad sin esperar nada a cambio más que su propia felicidad, solo necesitaba un cambia tiempo y sabía donde conseguirlo.

La mañana llegó rápido y el plan se hacía un más importante, se lo planteo nuevamente, pero esa era la última oportunidad, la última vez que podría ayudar.
Se escabulló en su oficina, antes de que las clases comenzaran y dio 19 vueltas, viendo cómo los años pasaban al rededor, revelando secretos y sintiéndolos recelosos por perdérselos.

Cayó de golpe desde un árbol, no fue un buen momento.

-Hum..- había caído sobre un hombre.- joder, estás pesada.

La había hecho para un lado, se quedaron mirándo, aquel chico de no más de 17 años era ni más ni menos que James potter, padre de su mejor amigo.
Se abrazó a él y plantó un beso en su cara, le debía tanto, siempre estuvo sola y tachada de loca, pero cuando harry llegó a su vida sabía que era para siempre.

-Bueno bueno, calma calma cachorrita, de donde saliste?

-Yo he, me caí, de ahí.- señaló un árbol.

-Genial, soy James.

-Hermione.

-Eres de mi casa.

-Claro que si.

-suenas a toda una dama.

-Sabes, creo que debo hablar con el director, podrías...

-Por supuesto.

La acompañó hasta su oficina, solo para después darle un beso en la megilla y cerrar la puerta en su cara.

-Señor, use un cambia tiempo a propósito, necesito 15 días, solo 15, si usted me dejara yo...-la interrumpió.

-Gusta un pastel de limon?

-que?

-Haga lo que tenga que hacer, solo recuerde las reglas.

-No ser visto.

-Señor, soy hija de muggles, no tengo familia aquí.

-Entonces que se divierta, valla a su torre de premio anual, que no te golpee en el trasero la puerta al salir.

El tiempo se sentía diferente, Dumbledore jamás la había tratado así, suspiró, sería difícil, pero él lo merecía, una vida feliz.
Salió corriendo de las oficinas del director, directamente al jardín, tenía 15 días, el sol estaba cayendo y la oscuridad se hacía presente ya.
Siempre le habían encantado los atardeceres, algunas veces de colores rosas y azules y otras de naranja y rojo, como si las nubes fueran de fuego.
Hasta que lo vio.
De niño si que era feo, sonrió en su mente, era bellísimo, tan puro.

Observo como James y sus amigos iban tras de él, recordaba lo contado por harry después de la guerra, las humillaciones que tuvo que aguantar.

-Quejicas, por que no nos muestras que puedes hacer, vamos, no se lo contaré a tu amiga Evans.

Lo llevan de empujones, no era muy bueno en hechizos y no pudo más.

-James potter, déjalo tranquilo.

-Hermione.

-Cállate y déjalo ya.- uso su tono mandón, ese que tantas veces había escuchado su propio hijo, harry potter, al parecer, tenía el mismo efecto.

Él y sus amigos se fueron, y cuando lo vio ahí, junto al árbol, con algunas hojas en su cabello, solo pudo reirse.

-Maldita niña Gryfindor.

Y lo beso, dejándose caer hacia el, claro que era un inconveniente en sus planes, pero joder, ¿cuando sus planes habían funcionado?

Su boca sabía a menta, y la de ella a cereza, a pesar de su sorpresa él no se movió, la sujetó de la cintura y la atrajo un poco más, se sentía tan bien, la sentía tan suya, tal vez aun lo era.

Se separaron después de un rato, para mirarse a los ojos.

-que dijiste?.- lo reto a repetir la maldición.

-Maldita Gryffindor.- el amaba las amenazas.

Y lo golpeo, en la cara, justo como había hecho con Malfoy en su 3 año, severus ni siquiera se movió, tocó su labio, sangraba, levantó una ceja antes de ser ahora el quien la besara.

Era fuego, dulce y peligroso fuego, amaba quemarse, solo si era con ella.

Era una relación tóxica, Hermione lo tenía presente, pero de hace justo lo necesario en el momento,¿para que prepararse para el futuro? Aun no lo tenemos.
Hacía lo que sentía, sin detenerse a pensar mucho, arranques de Gryffindor, bendita casa de Leones, coraje en el alarma y corazón caliente, como debía ser.

-Severus.- ese es mi nombre.

Quería decirle que lo sabía, no podía.

-Hermione, cállate y vete.

Lo cogio  de la mano solo para empujarlo un poco lejos, frunció el seño al ver que él no se movía.

-Largo, estoy ocupada.

Y se fue, levantando una ceja y alejándose de ella.

Montaña Rusa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora