En 1996 crucé el Atlántico con el propósito de descubrir a mi verdadero yo, aunque oficialmente el viaje fue para trabajar como profesor invitado en año sabático en la Universidad de las Américas.
Convine con mi tocayo que me recibiría en el aeropuerto y fue hasta que el avión inició su descenso cuando caí en cuenta de que no previmos nada para podernos identificar. Habían transcurrido veinte años desde nuestro primer y único encuentro cuando yo tenía doce años y él treinta y seis, así que hubiera sido conveniente tomar en cuenta que nuestras apariencias podrían haber cambiado notoriamente.
Me mentalicé para encontrar a un hombre de más de cincuenta años que estaría escudriñando los rostros y figuras de los recién llegados. Tras bajar del avión y pasar por migración recogí mi equipaje, cumplí con la revisión aduanal y me dirigí a la salida, de improviso lo vi, no había duda, era él, su presencia difuminó la del resto de la gente.
Era de mi estatura, delgado, de rostro enjuto, breve bigote y piel morena, nada encajaba con mis recuerdos de niño que lo visualizaban como un gigante de rostro lampiño, cara redonda y del color apiñonado de Paco, mi amigo andaluz de la infancia.
- ¡Tocayo!, ¡bienvenido a México! –Me gritó desde el otro lado de la barandilla que contenía a la multitud que ahí esperaba-
Sorprendido por la facilidad con que nos habíamos identificado, caminé hacia él lo más directamente que pude.
- Gracias Juan, es magnífico estar aquí –Comenté mientras entregaba mi maleta a un porteador que sin decir palabra lo reclamó con autoritaria naturalidad-
- ¿Es este todo tu equipaje? –Preguntó mi tocayo-
- Sí –Respondí aturdido por todas las emociones que se agolpaban en mi ánimo-
- Entonces vente por acá para tomar un taxi directo a Tepoztlán, ¿o tienes que ir a algún otro lado?
- No hoy, tengo que estar en Puebla el próximo lunes para firmar algunos documentos y después regresar en dos semanas.
- ¡Perfecto!, esas dos semanas son más que suficientes para iniciar nuestro proyecto.
- Tengo que confesarte que estoy realmente nervioso –Expliqué cuidando de no decir algo que incomodara a mi tocayo-, solo la confianza alimentada por tantos años y el respeto que me han ganado tus trabajos justifican que me esté dejando llevar en este proyecto.
- Ya veremos, ya veremos como evoluciona ese enfoque tuyo –Replicó con tono intrascendente-
Coincidente con este último comentario llegamos a un mostrador en donde contrató el taxi que nos llevaría a Tepoztlán, por lo que nuestra conversación quedó suspendida, ya en el auto solo hizo comentarios relativos al tráfico de la ciudad y la carretera, el clima, y la historia de Tepoztlán y Cuernavaca.
Cuando cuatro horas después llegamos a su casa, sirvió una suculenta cena que estando ya preparada requirió solo de un breve calentamiento.
- Ahora vas a probar comida mexicana, pero casi sin picante.
- Pues huele que es una delicia –le respondí tratando de controlar mi salivación-, y de este vino que te puedo decir, también esta que reconforta con solo verlo.
- A entrarle entonces tocayo, que yo traigo un hambre que me como solo.
- Oye...-Le dije insinuando con mi tono y modo que se trataba de algo que se me acabara de ocurrir, aunque en realidad lo traía atorado desde el aeropuerto- ¿Cómo crees que evolucionará mi enfoque hacia estos ejercicios de búsqueda de mi misión?
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RECUERDOS TRASCENDENTALES
Historical FictionCombinando magistralmente escenas y espacios de los siglos XVI, XX, y XXI viajaremos por México y Europa para emocionarnos y participar en fantásticas aventuras y emotivos momentos, que incluyen tanto a personajes históricos como Ignacio de Loyola y...