Las dos semanas que permanecí en Tepoztlán fueron de verdadero descanso. Buenas lecturas, buena plática, buen vino, ¡muy buena comida!, largas caminatas en el campo y meditación en solitario.
Juan nunca sugirió guiarme o enseñarme algo y cuando llegaba la hora programada para la meditación cada quien tomaba su lugar, yo en la terraza y él en su habitación.
Cuando me mudé a Puebla convenimos en que regresaría todos los fines de semana y así lo hice; frecuentemente salíamos de viaje porque Juan José se empeño en que conociera más de México y me llevó a Cuernavaca, Toluca, Tepotzotlán, Querétaro, Tula, Teotihuacan y desde luego a la ciudad de México.
Inicié entonces la etapa más relajada de mi vida, en la que supuse que engordaría, pero no fue así, en realidad bajé de peso y me sentí físicamente mejor que nunca.
Mi rutina de fin de semana era la de ir a Tepoztlán los viernes por la tarde y regresar a Puebla los lunes muy temprano.
Un sábado de noviembre desperté extrañamente ¿purificado? No sé como explicarlo, mi tranquilidad era total, mi visión no solo fue más clara sino capaz de captar tonos más... definidos; pude escuchar la vida como nunca antes, los pájaros, los roedores, los insectos, el roce entre hojas y ramas al ser mecidas por el viento, el viento mismo...
Percibí a Juan José aun dormido, sentí a distancia la presencia de una vecina que venía a obsequiarnos un desayuno de frijoles con chorizo, tortillas incluidas.
Súbitamente sin desearlo ni poderlo evitar volví a ser yo, el de siempre, sin sentidos exaltados.
Esa experiencia me brindó la esperanza de poder acceder a un plano más elevado de conciencia que me permitiera descubrir mi misión en la vida.
Días después sin premoniciones de por medio, recibí una carta de España que hizo dar un vuelco a mi corazón ¡era de Ana María!
La segunda sorpresa fue que se trataba de una carta manuscrita, ya que ella solo escribía con su puño y letra trabajos académicos que representaran un particular reto.
"Hola, sé que te causará sorpresa recibir esta, pero espero que sea una gozosa sorpresa, como la que me invadió cuando fui invitada a México para dar una conferencia en la ciudad de Jalapa.
Ya hice los arreglos para quedarme en Méjico un mes completo y confío en que tú podrás dedicarme si no el mes completo, los más días posibles.
¿Qué me dices?, ¿te gustaría?
No pretendo afectar tus planes ni tus compromisos, si es que ya tienes alguno, simplemente no quiero desaprovechar la oportunidad de sentir nuevamente tu cercanía y tu vitalidad.
¿Aún me amas?, yo no dejo de pensar en ti pero cada vez más lejano, como algo entrañable e imposible de alcanzar, pero con la certidumbre de que te amo y de que tal vez algún día pueda yo decidirme a perseguirte, por ahora no temas, aún no me decido a tanto, pero no me imagino otra forma de hacer una escala en el camino más que contigo y en tus brazos.
Besos: Ana María"
Al leer la carta no me asaltó la menor duda, yo quería estar con ella más que nada, sin más, esa misma noche le llamé por teléfono a su departamento en Barcelona y convenimos lugar y fecha para encontrarnos.
Juan compartió mi alegría, me sugirió que no tuviera miedo a amar y que siguiera mis impulsos aunque eso representara regresar a España.
- No hay nada más triste que el recuerdo de un amor que se dejó ir por falta de valentía –Me dijo con tono sincero-
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RECUERDOS TRASCENDENTALES
Narrativa StoricaCombinando magistralmente escenas y espacios de los siglos XVI, XX, y XXI viajaremos por México y Europa para emocionarnos y participar en fantásticas aventuras y emotivos momentos, que incluyen tanto a personajes históricos como Ignacio de Loyola y...