En Agosto del 2003 regresé a México, lo apresurado del viaje me dificultó conseguir un vuelo directo con una tarifa adecuada a mi presupuesto, pero afortunadamente encontré una promoción a Cancún que por una módica cuota adicional ofrecía una extensión a la Ciudad de México.
Al aterrizar en el paradisíaco Caribe mexicano lamenté haber planeado el viaje con conexión inmediata y me prometí regresar para disfrutar una larga estancia.
Tras pasar migración y aduana documenté mi equipaje en mi siguiente vuelo, me tomé un café en el restaurante que está entre las salas de espera interiores y treinta minutos antes de la hora de salida me instalé en la sala indicada en mi pase de abordar.
Ya estaban ahí unas cuarenta personas y al poco ya éramos cerca de setenta, a mi lado se sentó un hombre maduro de agradable presencia quien de inmediato me hizo plática, cosa que agradecí íntimamente porque me sentía ávido de distracción.
- ¿Me puede decir la hora? -Me dijo con tono de cierta familiaridad-
- Son... faltan... quince minutos para la salida... – Respondí mientras escudriñaba mi reloj de pulsera.
- Veo que su reloj está muy adelantado, ¿viene usted de Europa?
- Sí, justo hace dos horas llegué de Madrid.
- Y ¿ni siquiera salió del aeropuerto?
- Suena a pecado, sí, lo sé, no crea que no me arrepiento de haber planeado así este viaje.
- Pues sí es una verdadera lástima, ¿ya conoce usted Cancún?
- No, eso es lo peor y usted... ¿viene acá con frecuencia?
- Yo vivo aquí y viajo cuando menos una vez al mes a México.
- ¡Ahh!, entonces estoy hablando con un experto en la zona y el camino.
- Pues sí, se puede decir que sí, ya vomito estos viajes pero no tengo opción.
- ¿Hace mucho que los hace?
- Ya van 15 años...
- Ese tiempo es suficiente para hacer aburrida casi cualquier rutina.
- Sí, solo a mi mujer la he aguantado más años.
- Pero en eso van al parejo ¿no?
- Sí, es verdad y creo que la pobre es la que ha llevado la peor parte, porque aguantarme a mí está cabrón...
- Si usted lo dice...
- Sí, la verdad es que mi vieja es lo mejor que me pudo pasar...
Nuestra conversación fue interrumpida cuando el personal de la aerolínea nos indicó que ya podíamos abordar.
Al llegar a mi asiento que era el de ventanilla, coloqué mi maletín en el compartimiento ubicado arriba y me senté. Mi ocasional acompañante de la sala de espera venía detrás, usó el mismo compartimiento superior y tomó el asiento del pasillo.
Supuse entonces que la casualidad había hecho que viajáramos juntos.
- Y... ¿va usted a México por negocios?
Le dije como saludo y continuación de nuestra plática.
- Sí, tengo un restaurante y viajo a México para proveerme.
- ¿No hay lo que necesita en Cancún?
- Casi de todo, pero algunas cosas solo las puedo obtener en la Ciudad de México. Y usted... ¿viene de vacaciones?
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RECUERDOS TRASCENDENTALES
Historical FictionCombinando magistralmente escenas y espacios de los siglos XVI, XX, y XXI viajaremos por México y Europa para emocionarnos y participar en fantásticas aventuras y emotivos momentos, que incluyen tanto a personajes históricos como Ignacio de Loyola y...