Capítulo 17 - Memorias de Charlie

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Real Sociedad De Londres, dos años antes

Charlie caminaba por las tristes y frías calles de Londres, odiaba Londres. Sentía que los londinenses eran seres frívolos precisamente por el ambiente de su ciudad.
Su vestido negro era de corte sencillo, mangas largas y cuello alto. Llevaba un paraguas consigo del mismo color y un sombrero de ala. Ya hace un mes se había quitado el velo, no le gustaba.
Sus ojos aún permanecían hinchados, ya se había cansado de buscar a Charles y lo habían declarado muerto. Ella sentía en su corazón que lo habían asesinado y todo por la última investigación de él.
"Este descubrimiento nos hará muy ricos mi amor, iré a patentarlo y luego iré a presentarlo a la Real Sociedad De Londres"
Ellos le enviaron una carta diciéndole que se presentara para brindarle un auxilio económico, por la inesperada desaparición de Charles Newton. Y lo cierto era que la necesitaba, su esposo había invertido todos los ahorros en aquel estúpido descubrimiento que ella no sabía exactamente qué era.
Su amiga Victoria se había se había quedado en la posada, ella tenía que hacer esto sola.
Nadie en West Oxfordshire sabía que había ocurrido con Charles, para ellos él había muerto en el accidente de la plantación y por eso no tuvo un cuerpo al que enterrar; la única que sabía la verdad era Victoria.
Tenía una tarjeta de invitación para ver al presidente de la real sociedad George Biddell Airy, al llegar allí le dio la tarjeta al criado y él la hizo pasar.
Charlie sumergida en su dolor, no se percató de la increíble estructura de la sede, sus ojos aún seguían hinchados de tanto llorar.
El criado abrió la puerta y la anunció.
—La señora Newton, señor
Ella ingresó a la estancia. Allí tras un gran escritorio el actual presidente de la Real Sociedad, George Biddell Airy, se puso de pie.
Era un hombre aproximadamente de sesenta años o más, tenía el cabello y la barba de color blanco; llevaba puesto unas gafas circulares. Iba vestido de negro, camisa blanca y corbata del mismo color del saco.
—Pase señora Newton—le dijo este y así lo hizo
El criado cerró la puerta tras ella.
—Por favor siéntese
Ella así lo hizo y lo miró fijamente.
—Antes que nada, quiero ofrecerle mi más sentido pésame. El mundo científico perdió a alguien importante
Ella no le dijo nada.
—Entiendo perfectamente su dolor señora Newton, pero créame es importante para nosotros el descubrimiento que hizo Charles ¿Encontró algo en su estudio?
—No encontré nada
—¿Está segura?
Ella asintió—Mi marido dejó muchas deudas, el dinero de nuestros ahorros se fue en esa estúpida investigación. No tengo un cuerpo al que enterrar y ya me están presionando; le agradecería por favor que fuéramos al grano
Él hombre la miró fijamente y de su cajón sacó una pequeña bolsa.
—Aquí tiene señora Newton y nuevamente por favor mi más sentido pésame
Charlie la recibió, a continuación se puso de pie y salió de la estancia.
Ella no sabía a ciencia cierta cuál era el descubrimiento de Charles pero si sabía que había descubierto. Él elevó al cubo el teorema de Pitágoras, al parecer el resultado de este era imposible, pero descubrió cómo resolverlo. No le importaba lo más mínimo la Real Sociedad, ni el idiota de Pitágoras, ni nada. Ella estaba sola, había perdido al único hombre que amaba con locura y no le importaba nada más.
Al salir de nuevo a la calle le fue imposible no recordar los motivos por el cual pasaba allí en su anterior vida. Cenas, bailes, meriendas, reuniones y demás.
Victoria la estaba esperando en la posada, así que decidió apresurarse y tomar el primer coche de alquiler. Hasta que lo vio.
Charles, su marido, caminaba del brazo de una mujer y un niño. Llevaba ropas diferentes a la que él usaba normalmente, eran ropas gitanas. La mujer tenía una hermosa cabellera negra larga, la piel bronceada, los ojos negros y los labios gruesos y carnosos; tenía los pechos grandes y la cintura bastante estrecha. El niño tenía aproximadamente tres años, tenía una mata de pelo larga, le llegaba a los hombros y lo llevaba de la mano.
Charlie no sabía qué hacer, estaba de piedra y las lágrimas se habían apoderado de sus mejillas.
—Charles... está vivo—susurró
Sus pies cobraron vida y cruzó la calle hasta ellos. La pareja la miraron estupefactas.
Charlie tragó saliva, su esposo la había engañado. Había caído tan bajo, que no sabía qué hacer ni qué decir.
—Disculpe señorita ¿La conozco?—le preguntó él confundido
Ella se limpió las lágrimas y se echó a reír.
—No tienes que caer más bajo Charles, finges que no me conoces para quedar bien frente a ella ¿verdad?
—¿Usted lo conoce?—le preguntó la mujer
—¡Soy su esposa!—les gritó y ambos quedaron en silencio.
—¿Tengo una esposa?—preguntó él y Charlie frunció el ceño.
—Venga con nosotros por favor—le pidió ella—El campamento no está muy lejos
—Pero ¿Qué...?
—Venga con nosotros, yo le explicaré
Ella se dispuso a seguirlos. Charlie no entendía nada, su esposo parecía otra persona y el niño no dejaba de mirarla de forma recelosa.
Al llegar a la tienda, todos los Romanís repararon en ella, sin embargo llegaron a la tienda muy rápidamente.
—No entiendo absolutamente nada—comenzó a decir Charlie—¿Cómo es que mi marido al que daba por muerto, esté vivo? ¿Por qué me has engañado? ¿Por qué no decirme que ya no querías estar conmigo Charles Newton? Yo estoy profundamente enamorada de ti, pero te habría dejado ir ¿Por qué hacerme sufrir de esta manera? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
—Charles ha perdido la memoria—le explicó la gitana—Mi nombre es Dika, mi padre lo encontró a la orilla del Támesis, le habían partido la cabeza
Charlie se llevó una mano a la garganta, a continuación miró a su marido. Este la miraba de reojo y tenía la mirada perdida. <<¿Le estaban diciendo la verdad?>> pensó. La mujer no parecía estarle mintiendo.
—Hasta hace una semana recordó su nombre, pero nada más. Ha estado viviendo con nosotros—finalizó
Ella lo miró—Te llamas Charles Newton, eres científico, vives en West Oxfordshire, tú mejor amigo se llama Jhonathan Pearson, tus padres están muertos y estás casado conmigo, Charliene Magnus
Él asintió sin decirle una palabra.
Charlie suspiró—Muy pronto recuperarás la memoria, ven conmigo a West Oxfordshire estoy seguro que encontraremos una cura
Se hizo el silencio en la tienda y el niño abrazó a Charles.
—¿Te irás?—le preguntó
—Te he buscado por todos lados—continuó Charlie—No te imaginas todo lo que he sufrido todo este tiempo sin ti, estoy segura que recuperarás la memoria muy pronto. Tienes un hallazgo importante que ofrecerle al mundo científico
A Dika se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Por favor, no seas egoísta—le dijo—Ya él tiene una vida aquí
—¡Aquí la única egoísta eres tú!—le gritó furiosa—No me separes de mi marido, es la única persona que tengo en el mundo
—¡Mi hijo necesita un padre! Mi esposo murió
—Entonces debes de saber con creces por lo que estoy pasando, tú tienes a tu hijo... Yo sólo tengo a Charles
Dika la miró dolida y no le dijo más nada.
—Charles—comenzó a decirle—Vamos a casa
Él se puso de pie y el niño le abrazó la rodilla; Dika se fue a llorar en un pequeño rincón de la tienda.
—Charlie—le dijo él—Lo lamento, pero no pienso ir a ningún lugar contigo. No te recuerdo de nada y ellos son mi familia ahora. De verdad, lo siento
Ella lo miró sin dar crédito a lo que estaba diciendo.
—Charles...—susurró mientras los ojos se le llenaban de lágrimas
—Lo siento mucho, de verdad, pero quiero quedarme aquí
Dika se acercó a él y lo abrazó. Charlie sintió en ese momento que algo se hacía trizas en su interior, no sabía exactamente qué había sido, pero algo se rompió.
Salió de la tienda sin decir una palabra. Caminó hasta el final de la calle sin ninguna voluntad. Un coche de alquiler se estacionó junto a ella y subió, afortunadamente iba vacío. Esa había sido la vez que había llorado tanto como cuando Wolfram la había echado. Colocó su frente en sus rodillas y se desbordó en llanto, no tenía ni idea qué iba hacer ahora. <<Hubiese preferido que estuviera muerto>> pensó.
El dinero que le había dado el presidente de la Real Sociedad apenas cubriría algunas deudas, pero no todas y ella no trabajaba.
El coche se había detenido y así duró varios minutos, decidió abrir las cortinas para saber qué demonios pasaba y allí antes sus ojos estaba Westhampton House. No había cambiado nada desde entonces, era como si nunca se hubiera ido.
De repente el cochero se bajó de su puesto y se acercó a la puerta.
—Señora, hay bastante tráfico. Estaremos aquí bastante tiempo ¿Tiene mucha prisa?
Ella no dejaba de mirar la casa.
—No, en realidad debo hacer algo aquí
El hombre miró la casa—¿En Westhampton House? ¿Trabaja usted allí?
—Trabajaba, pero allí tengo un familiar ¿Me esperaría?
—Por supuesto
Ella bajó con ayuda del cochero. Exactamente no sabía que estaba haciendo, sólo sabía que necesitaba hablar con Wolfram. Decirle que estaba muy triste, que por favor la ayudara.
No se dio cuenta cuando ya estaba en la puerta y dio media vuelta para irse; luego se detuvo y miró hacia la puerta una vez más.
Tocó dos veces con los ojos cerrados, a los cinco minutos abrió un joven. Se sorprendió no ver a Marco.
—Buenas tardes—saludó
—Buenas tardes señora ¿En qué puedo servirle?
—¿Se encuentra Marco Pearson?
—La entrada para los criados es la de atrás, sin embargo él no se encuentra en este momento. Está de vacaciones
Ella asintió—Me urge hablar con él duque
—¿Tiene tarjeta de visita?
—No, pero dígale que Charlie Magnus lo busca
—Veré si su excelencia está en casa—y al decir esto le dio un portazo en la cara.
—Dios, mejor me voy—dijo y dio media vuelta, pero se detuvo.
—Mejor espero
Se sentía triste, frustrada, fuera de sí, devastada y cansada. Quizás era mejor olvidar el pasado.
La puerta se abrió y apareció el joven nuevamente.
—El protocolo es el siguiente: En el saludo y despedida del duque se dirigirá a él como "Su excelencia", en otros momentos podrá usar sólo"excelencia", no se siente o hable hasta que él lo haga. El contacto físico está completamente prohibido. Nada de charlas banales si él no los inicia. ¿Quedó claro?
Charlie alzó la barbilla—¿Eso le dijo él que me dijera? ¿Cree que no se cómo dirigirme a un duque? Lastimosamente yo no estaba buscando a Westhampton, buscaba a Wolfram. Muchas gracias, hasta luego
Ella salió disparada hacia la calle. Por fortuna el tráfico ya había desaparecido.
—¿Lista señora?—le preguntó él cochero
—Salgamos de aquí por favor, ya le diré a dónde me llevará

La Ley Del Lobo © ( Saga Westhampton Libro #5 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora