Capítulo 33

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—¡Es que debiste verlo!—exclamó Charlie al día siguiente. Ella se encontraba en su habitación junto a Victoria y dos doncellas que estaban de pie, esperando que su amiga se decidiera por un vestido de montar.
—No se molestó por lo que le dije de los cosechadores—continuó mientras caminaba de un lado a otro.
Victoria tomó un vestido amarillo y lo evaluó.
—Creo que este color no le sentará bien—dijo.
—¡Y estaba diferente! Desde que lo vi en West Oxfordshire, siempre mantenía la misma expresión de peñón de Gibraltar.
—Me parece que este tampoco—continuó Victoria y una de las criada lo tomó.
—¡Y sonrió! ¡Sonrió! ¡Wolfram sonrió!
—Creo que si le agregamos unas cintas a la peluca podría verse un poco más natural—le dijo a las criadas.
—¡Victoria!
—¡¿Qué?!
—¿Me estás escuchando?
—¿Para que? Solo hablas puras tonterías. Quítate la bata, vamos a colocarte el vestido de montar. Debes ir con Wolfram a invitar a los cosechadores y por cierto, me duele la mano. Pase toda la noche haciendo esas invitaciones.
—Gracias, te lo agradezco mucho.
Su amiga prosiguió a ponerle el vestido.
—Charlie debes tener en cuenta una cosa: Ese hombre se muere por ti y así, como tú estás sacando todas tus armas, él lo hará.
—Wolfram no puede estar enamorado de mí Victoria, sólo siente lástima y remordimiento por lo que me hizo en el pasado.
Ella la miró con cara de pocos amigos.
—¿Ah si? Entonces necesito que esos aristócratas me miren con lástima si quiera una vez Charlie. Escúchame bien, no eres ninguna virginal jovencita, tú sabes que ese hombre se muere por ti ¿Me entiendes? ¡El duque de Westhampton se muere por ti! Mira a tu alrededor, todo esto es tuyo. Hace tan solo unas semanas estabas disgustada porque no te habían dado el puesto y ahora no necesitas trabajar.
—Victoria, yo me voy a ir en dos meses.
—Si claro, te diré una cosa amiga mía: Te mueres por él, tu orgullo jamás lo aceptará y te entiendo; Wolfram te hizo daño y se merece todo tu desprecio, pero tú estás así porque estás enamorada y no sabes qué hacer con todos esos sentimientos. No te apresures, muy pronto verás con claridad las cosas.
La doncella le acomodó la peluca y la otra comenzó a llenarla de joyas.
Charlie jamás aceptará que Victoria tiene una pizca de razón, ella no sentía eso por él. Ni lo más mínimo.
En ese momento se escucharon los toques de la puerta y Victoria fue a abrir. Allí se encontraba Wolfram.
—Aún no está lista, yo te llamo cuando lo esté—le dijo y la cerró de un portazo.
Las doncellas abrieron los ojos de par en par. No podían creer que alguien se atreviera a hacer eso.
—Traigan las botas—les ordenó y a continuación miró a Charlie.
—Hoy vas a pasar más tiempo con él, ten presente que no puedes perder la compostura. Eres la duquesa.
Suspiró al recordarlo, aún no se acostumbraba a ese hecho.

***

Wolfram se sentía optimista a pesar de que su esposa no le había dirigido la palabra en el trayecto a los establos.
Hoy, los invitados masculinos se fueron de caza y las damas de compras; ambas excursiones estaban lideradas por Robert y Lucius; este último era el único caballero que acompañaría a las damas.
Marco se encontraba atrás de ellos, en una distancia prudencial.
Al llegar a los establos, uno de los mozos de cuadra les hizo una reverencia.
—Zeus ya ha sido ensillado excelencia—le informó.
—Muy bien Kenny, la duquesa necesita un caballo ¿Puedes escoger una montura mansa?
Ella emitió una risa sarcástica—Yo escogeré mi propio caballo, gracias Kenny.
El criado se quedó sin habla y no sabía que hacer; Marco le dio señal de que si lo hiciera y así lo hizo. Ella se adentró a los establos y Wolfram la siguió de cerca;  se inclinó y tomó un poco de paja del suelo para darle a un caballo en específico.
—Quiero este—informó.
Él suspiró—Zafiro no es una seguidora, en realidad obedece muy poco. Iremos a pasear por los cultivos y a ver a los cosechadores; podría causar problemas.
La yegua relinchó y Charlie sonrió.
—Te manda a decir que a ella no le interesa en lo más mínimo seguir a Zeus, porque es un completo idiota igual que a su dueño.
Él alzó las cejas y no le dijo nada.
—Me llevaré a Zafiro, será mi caballo personal.
No podía culparla. Zafiro era hija de Artemis con Bucéfalo, era una yegua increíble. Tenía un pelaje marrón muy brillante y una cola bastante larga. Desafortunadamente había resultado ser difícil de domar.
Kenny apareció de repente y se llevó a la yegua para ensillarla.
—Supongo que no necesitas ningún consejo para tratar con los cosechadores—le dijo él—Puesto que trabajaste varios años en los campos de labor.
—Así es y les preguntaré a cada uno si los están tratando bien; conozco las necesidades de esa gente.
Él no le respondió.
—También quiero ver que tan fértiles son estas tierras, tengo varias ideas en mente.
—El administrador está de vacaciones.
Charlie se cruzó de brazos—No me digas ¿De casualidad no se fue a West Oxfordshire?
Ella pasó a su lado y él la siguió.
—Yo podría serte de mucha ayuda, conozco mis tierras perfectamente—le informó—Solo dime que tienes pensado hacer y podríamos trabajar juntos.
Ella se detuvo y lo miró con desdén.
—No gracias, esperaré a que venga el administrador o en su defecto le preguntaré a los cosechadores.
—De igual forma estaré allí por si me necesitas.
—No te necesitaré.
En ese momento tropezó con un tronco y se cayó. Él de inmediato la ayudó a levantarse, a continuación sacó un pañuelo y la limpió.
—¿Ves que si me necesitas?
Ella se zafó de su agarre y siguió caminando. De inmediato un mozo de cuadra se acercó pidiendo disculpas y recogió de inmediato el tronco.
—Que no se repita—le dijo Wolfram severamente mientras acariciaba el monóculo.
El criado hizo una reverencia y se fue.
—¿Tienes que usar eso?—le preguntó ella.
Él no le respondió y se limitó a llevarse el monóculo al ojo.
Pudo ver que su esposa echaba chispas por los ojos y sintió ganas de reírse.
Ella le extendió su mano—Entrégamelo.
Él muy dócilmente se lo quitó y así lo hizo.
—Mientras yo esté aquí, no lo usarás—le ordenó mientras lo guardaba en su bolsillo.
Él se acercó a ella, pero esta vez no retrocedió.
—Decidí usarlo el día siguiente de tu partida—le explicó—Ese día tomé una decisión. Iba anteponer el ducado ante mi propia felicidad.
Ella parpadeó dos veces, pero no le dijo nada.
Wolfram le tomó ambas manos.
—Si en dos meses decides irte, sólo entrégamelo. No obstante, si tú decisión es quedarte, guárdalo. Yo no puedo cambiar Charlie, el ducado, todas las responsabilidades que conlleva, me hicieron así. No puedo estar riéndome todo el día de tus bromas o repartiendo abrazos; ni siquiera me nace hacerlo. Todo esto no tiene nada que ver con lo que siento por ti y deseo estar contigo.
Ella lo miró en silencio. En ese momento apareció Kenny con otro criado, junto con los caballos. Él ayudó a Charlie a subir a Zafiro y luego se subió él; todos los mozos de cuadra se asomaron al verlos.
Wolfram hizo sonar su garganta—Quiero presentarles a la duquesa de Westhampton, su autoridad es equitativa a la mía.
—Un placer conocerlos, me tendrán aquí muy a menudo. Amo los caballos—les dijo ella mientras les regalaba una sonrisa y a continuación ellos aplaudieron.
Charlie les sonrió abiertamente y se abrió paso hacia los campos, él no tardó en seguirla. Marco iba atrás en un coche.
Wolfram notó que Zeus se sentía ansioso con la yegua, pero era un comportamiento normal en ellos, además no podía culparlo.
Le había ordenado a Marco reuniera a todos los cosechadores a pocos kilómetros de la casa del administrador. En ese lugar solían sentarse a descansar por la abundancia de árboles.
Él cabalgó hasta ponerse junto a ella.
—Se encuentran cerca de la casa de la administrador—le informó. Ella asintió y se adelantó.
Wolfram logró visualizarlos, tenía más de cien cosechadores bajo su ala. Eran lo mejor de lo mejor.
Ellos se detuvieron y él bajó del caballo para ayudarla a bajar a ella; sabía de antemano que Charlie bajaba muy bien del caballo ella sola, no obstante, lo correcto era recibir la ayuda de él.
Todos los cosechadores se pusieron de pie e hicieron una reverencia. En época de festividades podían salir más temprano de lo habitual.
Adan Smith era el líder de todos ellos y dio un paso al frente.
—Buenos días su excelencia ¿A qué se debe el honor?
—He venido a presentarles a todos ustedes a la duquesa de Westhampton.
Ellos de inmediato hicieron una reverencia.
—En nombre de todos los cosechadores su gracia, le damos la bienvenida. Es un honor conocerla—le dijo.
Ella les sonrió. Era una sonrisa sutil, muy dada en la aristocracia.
—Muchísimas gracias a todos ustedes por su ardua labor, sino fuera por sus valiosas manos, no pudiéramos comer—les dijo Charlie.
Ellos se quedaron consternados, no se esperaban semejante arranque de generosidad por parte de su nueva patrona.
—Le dije a Westhampton que me trajera a verlos—comenzó a decir ella y le hizo una señal a Marco. El mayordomo le ordenó al criado entregar las invitaciones.
—Están todos invitados al baile de clausura—anunció ella y ellos se alegraron.
—Esta festividad es por y para ustedes—continuó—de ahora en adelante celebraremos con ustedes el baile de clausura.
—¿En Westhampton Terrace?—preguntó Adán.
—Por supuesto.
—Muchísimas gracias su gracia, pero no queremos ofenderlos con nuestras ropas. Honestamente no tenemos ropas tan elegantes para ir.
—No se preocupen por eso—le dijo ella—Marco.
El mayordomo los miró por encima del hombro.
—Lady Westhampton le ha solicitado a la modista y al sastre que le tome las medidas a todos ustedes, para proseguir a realizar los respectivos atuendos. Solo deben ir allá junto con sus cónyuges hoy al salir del trabajo.
Todos gritaron eufóricamente y comenzaron a comentar emocionados. Adán los hizo callar.
—En nombre de todos los cosechadores, quiero darle las gracias—le dijo—Estaremos allí por supuesto.
—Pueden volver a trabajar—les dijo Wolfram—Menús usted Smith, venga un momento.
Ese así lo hizo y se quitó el sombrero.
—Mi Lady él es Adán Smith, con respecto a lo que me dijo hace un rato, puede hablar con él—le informó Wolfram.
—A su servicio excelencia—le dijo él.
—Señor Smith ¿Cree usted que está tierra es buena para cultivar nabo?—le preguntó.
—¿Nabo?—preguntó mientras lo pensaba—Creo que si se podría.
—Creo firmemente en la industria agrícola y el nabo será el futuro de Inglaterra; también me gustaría criar ovejas de la raza New Leicester.
Adán abrió los ojos como platos y Wolfram se abstuvo a hacerlo. La idea que planteaba su mujer era fantástica.
Ella se agacho y tomó un puñado de tierra.
—Está tierra es demasiado seca ¿Cómo están haciendo con el agua? Que yo recuerde el río más cercano pertenecía a otra propiedad.
—Ahora me pertenece, era propiedad del Duque de Leithold—le informó Wolfram.
Charlie se puso de pie y él se acercó a ella para limpiarle la mano con el pañuelo.
—Gracias excelencia—le dijo ella.
—Podemos reunirnos después de las festividades a hablar del tema—concluyó Wolfram—Puedes volver al trabajo.
Adán hizo una reverencia y se fue.
—Marco puedes adelantarte—le dijo él—Lady Westhampton y yo vamos a dar un paseo. Él tomó las riendas de Zafiro y las ató junto a Zeus, luego le ofreció el brazo a ella y comenzaron a caminar.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos?—le preguntó él—Fue en ese árbol.
Ella asintió—Sí, te castigaron y te amarraron allí.
—¿Recuerdas por qué fue?

Un Wolfram de siete años alzó las cejas en dirección a la niña que estaba en frente de él.
Se había comido toda la dispensa de dulces y había culpado a su hermano Marsias, eso ocasionó que a este le dieran una paliza. Uriel confesó y lo castigaron atándolo a un árbol dejándolo sin comer en toda la tarde.
La niña lo miraba con curiosidad a través de sus ojos grises grandes.
—¿Y bien? ¿Te vas a quedar allí parada como una tonta o vas a ayudarme?—le dijo este de manera mordaz.
Ella se cruzó de brazos—Pero ¿Quién te ató allí?
—¿Importa? Además debes obedecerme, soy el marqués de Westhampton.
Ella se echó a reír—¿Y que hace un marqués atado a un árbol?
—¡Por eso odio a las niñas! Eres una tonta.
—Y tú un tonto—le respondió ella mientras le sacaba la lengua—Como sea, me voy.
—¡Oye! ¡Espera! ¡No te vayas!
Ella se detuvo y lo miró—¿Qué?
—Escucha, si me ayudas a desatarme, te prometo que te daré dos de mis juguetes.
—¿Solo dos? Quiero la mitad.
—¡¿Cómo voy a darte la mitad de mis juguetes?! ¡Estás loca!
—Adiós.
—¡Está bien! Esta bien, la mitad. Es un trato.
Ella sonrió mientras sacaba un cuchillo y él la miró alarmado.
—¿Qué haces con eso?
—Se lo robé a mi papá.
Ella se puso en la parte de atrás del árbol y después de un rato, logró soltar las cuerdas.
—Oh por fin.
—Bien, ahora dame mis juguetes.
Él la miró con desprecio—Por supuesto que te los daré, te di mi palabra de hombre.
—Eres un niño.
—Tú eres la niña, yo soy un hombre.
Ella se cruzó de brazos y negó con la cabeza.
—No te los puedo dar hoy, vendré mañana. Tendré que recogerlos. Veámonos mañana a esta hora.
—Bien.
—Oye... ¿Cómo te llamas?
—Charliene.
Él le dio la mano—Wolfram.

La Ley Del Lobo © ( Saga Westhampton Libro #5 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora