Extraños intrusos

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Desperté por la mañana con las pilas cargadas al fin. Mis padres y mi hermana se quedaron en el gimnasio hasta nuevas órdenes porque en el laboratorio estorbarían quizá al profesor. Me despedí de mis padres y mi hermana y me fui al laboratorio para ver el avance de los científicos.

Nada más entrar vi a una bola de cables subida a una escalera que se movía. Era el profesor que estaba siendo ayudado por su ayudante.

—Robert, tráeme la cortadora de acero.—Le dijo.

Vi al profesor cortando parte del motor con la cortadora llevando una mascarilla para no dañarse la vista ni la cara con las chispas. Me preocupaba el estado de la nave. El ruido era espantoso y tan ensordecedor que me tuve que tapar los oídos con los dedos. ¿Era este nuestro destino? Me di cuenta de que Robert, mientras ayudaba al profesor, me miraba de forma extraña. Quizá se había enfadado conmigo por algo que hubiera dicho o hecho pero no le di importancia y lo olvidé sin más. Salí fuera y el panorama había mejorado algo. Las personas ya podían pasear por las calles sin temor a derrumbes. Los edificios estaban seguros, al fin. Desgraciadamente, hubo víctimas mortales por culpa de aquel terremoto, cosa que está ocurriendo continuamente en el mundo actual.

Había personas con carruajes y burros por las calles, parecía como si de repente hubiéramos viajado al pasado a la época de nuestros tatara-tatarabuelos. Por una parte, me daba alegría ver un cambio en la tecnología porque llega a ser agobiante tantos cables, aplicaciones,
teléfonos móviles y aparatos extraños... Por otra parte, sentía el sufrimiento de las personas que iban a lomos de animales pues la pobreza se hacía ver en la ciudad.

Estaba mirando el cielo buscando alguna esperanza para este mundo condenado y vi una estrella fugaz. Sonreí. La utopía acabó cuando alguien entró dentro del laboratorio, eso me llamó la atención. Entré con un mal presentimiento y vi que forcejeaban al profesor agarrándole del cuello.

—¿Dónde la tienes?Respóndeme antes de que te mate.

—No te dirá nada si le rompes el cuello, ¿No crees?

Vino hacia mi y yo, mientras, me limité a dar pasos hacia atrás hasta chocar contra la pared. Pensé que mi final estaba cerca.

—¿Qué quieres?—Le pregunté amenazante.

—Quiero que me enseñes esa máquina que tiene—Dijo señalando al profesor.

—¿Qué máquina? No tenemos lo que dices—Dije por intentar.

—Muy bien. Lo habéis querido.

Se puso a buscar como loco levantando y merodeando por todos lados hasta que dio con la nave que nos llevaría a un lugar mejor.

—¡Ajá la encontré!

—¿Quién eres?¿Qué haces aquí? ¡Habla!—Gritó Robert mientras entraba por la puerta.

—Mi nombre no es importante, vengo a llevarme esta máquina.

—¡No dejaremos que gente como tú ensucie una nueva esperanza en otro planeta! Además, aún estamos reparándola porque tiene fallos.

—¡Enciéndela! ¡Vamos viejo!

El profesor intentó arrancar la nave pero era en vano. Ese estúpido insistió incluso golpeando al profesor por las espaldas. Me sentía pusilánime, impotente... Miré a Robert, llorando, con la mirada perdida, él hizo lo mismo conmigo.

—Vendré mañana—Dijo saliendo por la puerta—Si no la tenéis arreglada me llevaré alguna pertenencia—Se giró—o persona. Consideradlo una amenaza.

Era un tipo muy extraño con gabardina negra, sombrero y gafas oscuras, nunca se me podría olvidar. Lo que hay que tener claro es que no podemos dejar locos sueltos en el nuevo planeta porque cuantos menos locos, mejor. Ahora debíamos planear algo para dar esquinazo a ese tipo y salir con vida de este planeta. ¿Y ahora qué hacemos?

Cuando salió ese desagradecido, vi otra sombra que se escondía en otra puerta del laboratorio, en el lado izquierdo de la habitación. Parecía que nos estaban espiando. Salí corriendo hacia la puerta para intentar averiguar quién era. Salí con rapidez pero a la vez con un miedo atroz. Apareció una chica extraña. Estaba sola y me miraba de forma extraña.

—¿Y tú quién eres ahora?¿Quién eres y qué haces aquí?No puedes estar aquí ¿Sabes?—Dije perdiendo los nervios.

—Os he visto ahí dentro con ese tipo. He escuchado toda la conversación. Os puedo ayudar.

11/12/2045

EL SONIDO DEL MAÑANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora