Amelia

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Aún sin tener nada claro, seguimos en el planeta tierra intentando escapar del juicio final que llegará el día 30 de Diciembre por culpa de los humanos. Ojalá todo lo que hayamos pasado haya servido para algo y encima tenemos encima a otra sospechosa. "Éramos siete y parió la abuela".

—Me llamo Amelia y he visto a ese tipo antes. Pertenece a una banda de mafias que se dedican a traficar con todo lo que pueden; armas, drogas y demás ilegalidades.

La chica tendría mi edad, de pelo pelirrojo y piel clara. Llevaba gafas oscuras, un sombrero negro y con un bolso rojo muy mono.

—¿Y por qué nos cuentas esto?—Dije.

—Quiero un trato con ustedes. Si me puedo subir a la nave, os ayudaré a escapar de esos traficantes y darles esquinazo. ¿Qué os parece mi plan?—Dijo con tono prepotente.

—¿Y cómo podemos fiarnos de ti?¿Acaso tenemos caras de tontos?

La chica miró a ambos lados de la calle y metió la mano en su bolso. Cogió un aparato extraño con aplicación de rastreo donde se veían las ubicaciones clave de los enemigos.

—Esto es última tecnología en espionaje así podremos estar alerta cuando se acerquen y podremos anticiparnos.

El profesor James se acercó admirado hacia el aparato.

—¿De dónde has sacado eso monina?¿Sabes que ese modelo de rastreador aún no ha salido al mercado?¿Cómo es que tú lo tienes?—Preguntó.

—Pues a decir verdad...—Puso su mano sobre su barbilla y se quedó pensativa—Soy amante de la ciencia, mecánica e ingeniera robótica y diseño todo tipo de cachivaches para mis antojos.

El profesor al escuchar esto, saltó de la alegría y le hizo ilusión el saber que se unía al grupo alguien de su especie, alguien que supiera sobre temas de ciencia y mecánica. Tendrían mucho de lo que hablar y compartir. Dicho esto, confiaron en ella pero antes el profesor pensó en hacerle una prueba muy dura sobre sus conocimientos. Si ella pasaba la prueba, estaría diciendo la verdad y se uniría al grupo. Si no pasara la prueba, significaría que estaría mintiendo por alguna razón.

La prueba sería mañana ya que el profesor no podía perder tiempo en elegir las preguntas para hacerle, así que mataría dos pájaros de un tiro. Se puso manos a la obra para arreglar el motor de la nave y conforme lo iba arreglando, se le ocurrían las preguntas para hacerle, las cuales, apuntaba en una libreta que tenía a su lado y es que nuestro profesor es muy polivalente.

La chica nueva y extraña, ya dentro, se puso a examinar el interior, incluso haciendo algunas fotos a los cuadros y demás cableados. ¿Quién haría fotos en un lugar tan sucio y en un laboratorio? Lo primero que pensé era o que era muy tonta o que era muy "friki" de estos artilugios... La verdad es que su aura no me agrada y no sé por qué.

Vi que después de su "examen" por la habitación empezó a hablar con Robert, que estaba al lado del profesor ayudándole en todo como siempre. Disimulé de espaldas, mirando los cuadros pero con el oído puesto en la conversación. Oí algo de que se han conocido como los neutrones y los protones, de que la física cuántica está pasada de moda en los científicos y ahora se centran en la biorobótica para crear robot humanoides y más cursiladas científicas que no entendía.

La odiaba por ser prepotente y sé que la conozco sólo de hace horas pero aún así... La otra parte de mi me dice: "No juzgues por la portada de un libro" y, como veis, soy más de letras.

—¡Hola! Aún no te has presentado ante mi. ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Dánae. Encantada—le ofrecí mi mano y ella me la ofreció de forma recíproca.

La chica, después de mi pequeña presentación, se alejó hacia una esquina y empezó a hablar con un cachivache. ¿Se estaría comunicando con algo o con alguien?¿Qué estaba haciendo esta chica?

El profesor salió en busca de nuevas piezas para el motor y es que la avería parecía interminable. Nos quedamos los tres solos en el laboratorio y escuchábamos las lecciones que Robert nos enseñaba. A mi me costaba contestar a las cuestiones que salían sobre el funcionamiento del motor de una nave autopropulsada pero Amelia se las sabía todas. Quizá no estuviera mintiendo acerca de su identidad, quizá sea yo la culpable por juzgar mal. De todas formas, la verdad saldría a la luz mañana porque las preguntas del profesor serían difíciles, según dijo.

De pronto algo empezó a sonar en el bolso de Amelia y es que era el sonar o como yo digo "cachivache" para encontrar a los enemigos. Teníamos que estar alerta y encima estábamos solos sin el profesor. Amelia había configurado nuestra ubicación con la de los traficantes para que sonara en el momento perfecto para estar en alerta.

Teníamos que proteger la nave a toda costa. Cerramos todas las puertas y ventanas con candados en lo que nos quedó de tiempo y justo después de cerrar con candado la última puerta se escucharon porrazos y forcejeos en todos los pomos de entrada del laboratorio y había sólo dos puertas: la central y la izquierda. Los golpes cada vez eran más fuertes. ¿Era la anticipación de nuestro juicio final?

12/12/2045

EL SONIDO DEL MAÑANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora