26. La fiesta de Compromiso

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Fue una mañana diferente, me llevó a Alabama, pues no estaba lejos de dónde él vivía. Fue agradable pasear por el centro, sentir el calor sofocante, tomar helado, y ver los edificios más emblemáticos de la ciudad, para luego coger mi mano y seguir nuestro camino. Me sentía bien con él, demasiado bien, pero aún tenía miedo, aunque no estaba dispuesta a dejar que aquello lo estropease.

Volvíamos a casa, justo después de almorzar en un bonito restaurante en el centro, pues teníamos que arreglarnos para asistir a la fiesta. Él prometió recogerme más tarde, y yo estaba feliz, tremendamente feliz.

- ¿de verdad no puedes subir un rato? – pregunté, justo cuando nos despedíamos en la puerta del hotel. Sonrió al escuchar aquello. Quizás estaba siendo demasiado insistente.

- ¿No te cansas de mí? – bromeó, haciéndome sonreír, aún con sus manos entrelazadas a las mías – sólo van a ser unas pocas horas, en poco tiempo volverás a verme.

- Y tendré que compartirte con mucha gente – me quejé, haciéndole reír, divertido. ¿Os he dicho ya lo mucho que adoraba su risa? – vas a tener que compensarme por esto – añadí. Se lamió los labios antes de contestar.

- Te compensaré – prometió, para luego besarme dulcemente, soltándome después – te veo a las siete – asentí y me marché después.

¿Qué demonios había sido eso? ¿Por qué no me cortaba a la hora de decir cosas como aquellas? ¿En serio, Camile? Pareces una puta novia celosa.

Me di una ducha relajante, acomodé la ropa que iba a ponerme sobre la cama, y me eché espuma en el cabello, pues quería que el cabello se me quedase ondulado, sin mucho esfuerzo. Elegí un bonito vestido en tono verde botella para la ocasión, unos zapatos en tono mostaza a conjunto con el bolso, y un maquillaje suave, con unos labios marcados en tono rojo.

Estaba de los nervios aquel día, y cuando él llegó vestido de chaqueta por poco no me da un infarto allí mismo.

¡Por Dios! Estaba tremendo y sólo podía pensar en desvestirle y hacerle el amor.

- ¿Qué? – pregunto, mientras el taxi nos conducía hacia el parque donde tendría lugar la fiesta.

- Estás guapo – aseguré, haciéndole sonreír.

- Tú estás preciosa – admitió, para luego besarme en los labios, era un beso sin maldad, pues no quería estropear mi maquillaje. Iluso, no sabía que tenía un labial a prueba de besos.

Llegamos a la fiesta. Él saludó a varias personas, mientras yo prometía ir a por algo de beber. Sospechaba que iba a hacerme muy amiga de una buena botella de ron.

Tenía dos copas de champagne en la mano, el camarero se había negado a darme la botella de ron, y puesto que todo el mundo se preparaba para el brindis, no me quedó otra que unirme al resto de los invitados.

Me detuve en medio de las sillas, junto al escenario, y busqué a Rogger con la mirada, encontrándole al otro lado, junto a su mejor amigo Alex.

¡Mierda! ¿Por qué había accedido a ir allí? Era más que obvio que aquello no saldría bien. Pero había valido la pena sólo por estar con él.

- Deja de decir estupideces – espetaba él hacia su amigo – ha tenido muchas cosas de las que ocuparse últimamente, más con todo esto que ha logrado, la fiesta de compromiso de Dulce y Ron, ¿quién lo diría que estos dos acabarían juntos? Si ella nunca creyó en el matrimonio...

Sus palabras se perdieron tan pronto como llegué hasta él, tan pronto como se percató de mi llegada. Alex me observó, perdiendo el bonito color que adornaba su rostro, abriendo la boca ligeramente, sin poder creer lo que veían sus ojos, mientras yo me llenaba de inseguridades.

Oscuro, pero no tanto | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora