32. El reencuentro con los monstruos.

27 3 0
                                    


Capítulo 32. El reencuentro con los monstruos.

Acababa de hacer trasbordo en Nueva York, debía esperar en la sala de espera aproximadamente media hora más, pues nuestro vuelo se había retrasado, así que no me quedaba de otra, esperé, perdiendo la mirada en los enormes ventanales que teníamos al lado.

¿Qué estaría él haciendo en este momento? – pensé.

"Tienes que dejar de pensar en él, Camile. Se supone que él ya te ha dejado atrás, y tú tienes que hacer justo lo mismo"

Asentí, en señal de que estaba de acuerdo, para luego girar la cabeza hacia unos chicos que reían más fuerte de lo normal, molestando al resto de personas.

Mi corazón se congeló, toda yo lo hizo, me paralicé, y entré en pánico, tan sólo quería huir, pero sin levantar sospechas.

Era Klaus Potter.

"¡Oh no! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Por favor!" – supliqué, tocándome la espalda, justo dónde aún sentía esa marca que ya no estaba.

Nuestras miradas se cruzaron entonces, y él perdió la sonrisa justo al instante. Ladeé la cabeza, evitando su mirada, pero ya era tarde, él me había reconocido.

Me levanté, justo cuando la azafata indicaba que el avión estaba llegando a la pista de aterrizaje, y caminé a paso ligero, intentando escapar, pero Klaus fue mucho más rápido.

- Vaya, vaya, vaya – comenzó, agarrando mi mano, impidiéndome que pudiese marcharme a ninguna parte – pero qué tenemos aquí – comenzó, mirando hacia los chicos que le seguían, uno era Dylan, era inconfundible, con su cabello rubio y sus ojos celestes, y el otro era Brad, el hermano mayor de Klaus – Camile Dunst, ¡Qué agradable sorpresa! – intenté soltarme, mientras ellos me sonreían con malicia.

- Creo que se ha equivocado – le dije, intentando soltarme, sin éxito, mientras Dylan miraba hacia la puerta de embarque, donde los pasajeros comenzaban a entrar.

- Klaus – le llamó – vamos a perder el vuelo – se quejó, mientras su amigo sonreía, con malicia.

- ¡A la mierda el vuelo! – espetó Brad, para luego cogerme de la mano libre y tirar de mí, atravesando el pasillo, hasta llegar al baño de mujeres, cerrando el pestillo después de que sus compinches entrasen - ¿te importa más un puto vuelo que la chica que destruyó vuestras vidas? – se quejó, empujándome hasta que choqué contra la pared, haciéndome daño en el brazo - ¿o es que ya no os acordáis que por su culpa os expulsaron del colegio?

- Os digo que yo no soy Camile Dunst – insistí, mientras Klaus llegaba hasta mí, agarrándole del cuello para atraerme hasta él. ¡Por Dios! Aquello iba a matarme, aquellos tipos iban a hacerlo.

- Eso vamos a comprobarlo – me dijo Klaus, para luego tirar de mi vestido hacia abajo, estallándome los botones de atrás, bajándolo hasta que mi espalda quedó al descubierto. Los tres observaron ese lugar, ese maldito lugar, ese que yo misma me herí.

- ¡Será zorra! – se quejó Dylan, señalando hacia ese lugar - ¡lo ha borrado!

- No cabe ninguna duda de que eres tú, Camile – añadió Klaus, para luego empujarme, haciendo que volviese a golpearme el otro brazo con la pared – Dylan – miró hacia su amigo – dame el sello – pidió, mientras este se quitaba el anillo que llevaba puesto. No era un anillo corriente, pues a pesar de ser tan sólo el sello de su familia, estaba más marcado que de costumbre, los bordes puntiagudos, haciendo que en cuanto te golpeasen con él, dejase marca – Brad, el mechero – pidió a su hermano, para luego encenderlo y pasar el metal por él, sujetándolo, por un lado, con su bufanda, para no quemarse.

- ¡No, por favor! – supliqué, cayendo al suelo, al darme cuenta de sus intenciones – Klaus, por favor.

- Veo que estás empezando a recordar – comenzó Brad, agarrándome de la mano, levantándome, para luego ponerme de espaldas a Klaus, retirándome el pelo y dejando la espalda libre para que su amigo hiciese el trabajo – espera a que le tape la boca – pidió, para luego poner sus sucias manos en mi boca, al mismo tiempo que su hermano ponía el anillo en mi espalda, haciendo que los recuerdos volviesen, y el mismo dolor que sentí aquella vez volviese.

- Asegúrate de no borrarlo esta vez – añadió Klaus, para luego tirar de mi mano, dándome la vuelta, mientras Brad miraba hacia mi espalda.

- Está sangrando más de lo que esperaba – aseguró, mientras yo luchaba con Klaus para soltarme, pues necesitaba huir, me aterraba cualquier cosa que pudiesen hacerme.

- Esta vez voy a asegurarme de que no le dices nada a nadie – comenzó Dylan, acariciándome la mejilla, mientras yo miraba hacia él, con ojos llorosos – porque si le dices una sola palabra a alguien de esto, te mataré.

- Se me ocurre algo mucho más divertido – comenzó Brad, abriéndose la cremallera del pantalón, mientras yo negaba con la cabeza, aterrada – sujétala – pidió a su hermano, mientras este lo hacía – Dylan, graba esto, ¿quieres? – ordenó, para luego subirme el vestido, bajarme las bragas, y metérmela sin miramientos.

Cerré los ojos con la primera embestida, comencé a llorar con la segunda, y con la tercera los escuché reírse, disfrutar de aquello, mientras yo me iba rompiendo más y más. En aquel momento Rogger no importaba, ya nada tendría sentido después de aquello, así que mi mente se marchó lejos, al lago al que solía ir con Edwid.

Sonreí, dejando escapar algunas lágrimas más, mientras caía al suelo de rodillas, Klaus me golpeaba en la cara, dándome una fuerte patada, y Brad terminaba dentro de mí.

Dylan también lo hizo, me violó, a pesar de lo mucho que le rogué que no lo hiciese. Lo hizo, volviendo a despojarme de mi voluntad, volviendo a hacer que me resguardase en el lago, dónde Edwid sonreía hacia mí, era el mejor recuerdo que tenía.

- Sujeta el móvil – pidió Klaus, para luego bajarse los pantalones, y violarme él también. Sabía que sería así, pero cuando él lo hizo no me quejé, pues sabía que si lo hacía sería mucho peor.

Klaus me reventó por dentro, su manera de hacerlo siempre me hizo daño, y aquella ocasión no fue distinta.

Pero a pesar del dolor, de sentir como me desgarraban más y más, tanto interna como exteriormente, no podía quejarme, tan sólo me encontraba a salvo, en aquel lago. Pero en aquel momento Edwid no era quién me devolvía la mirada.

Mis lágrimas salieron de nuevo, al pensar en él por última vez, el único hombre al que le había importado de verdad, con el que lo había estropeado del todo.

Caí entonces, golpeándome la cabeza contra el suelo, mientras los chicos se asustaban.

- ¡Klaus para! – ordenaba Dylan, asustado, dejando de grabar en ese justo instante – algo va mal.

Klaus se detuvo, se puso los pantalones y se agachó para mirarme. Estaba inconsciente.

- Vámonos de aquí – dijo Brad, para luego tirar de ellos hacia el vuelo, aún estaban a tiempo de cogerlo, aún estaban a tiempo de huir.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Oscuro, pero no tanto | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora