27. Todo es mentira.

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Dejé escapar mil lágrimas de camino al hotel, con la ventanilla bajada, mirando hacia el nocturno paisaje que me rodeaba, sin poder dejar de pensar en él, en lo utilizada que me sentía en aquel momento.

"Estamos saliendo" – retumbó en mi cabeza, aquello que dijo hace poco.

"Quizás sólo era un malentendido" – dijo un hilo de esperanza dentro de mi cabeza.

"Si sólo es un malentendido entonces vendrá a buscarnos" – aseguró Emma – "si no viene..."

"Si no viene no miraremos atrás" – insistió la esperanza.

Asentí, en señal de que estaba de acuerdo. Le daría la oportunidad de que me buscase en el hotel, de que volviese por mí y me dijese que todo era un malentendido, que a pesar de todo lo que había entre nosotros era real.

Perdí la sonrisa tan pronto como recordé algo...

"Camile es mi amiga" – retumbó su voz en mi cabeza, mientras veía a Abby recibiendo aquellas palabras.

Su amiga. Así me había presentado, después de haberme asegurado que éramos mucho más que eso.

Hubiese podido entenderlo si decía algo así como "Camile es una amiga especial". Pero decir simplemente "Camiles es mi amiga" no significaba nada.

El auto se detuvo frente al hotel, hice la maleta en cuanto llegué y reservé un vuelo para el día siguiente, pues no quería quedarme allí ni un día más. Esperaría toda la noche a qué él volviese, pero nada más. Si no lo hacía, todo terminaría ahí.

Y lo hizo. Todo terminó esa noche, porque él no vino. Estuve esperándote toda la noche, incluso en la mañana, cuando cargaba mi maleta en el taxi que me llevaría al aeropuerto, tenía la esperanza de que él llegase. Pero no lo hizo.

Después de ese día no volví a ser la misma. Algo se había roto dentro de mí, y sabía lo que era, aunque me negase a reconocérmelo a mí misma. Me había enamorado de él.

Mis amigos lo notaron, incluso mis padres, que estaba mucho más triste que de costumbre. Pero decidí fingir que lo que mi madre decía era cierto, Alex me había dejado, y no había conseguido traerlo conmigo, lo había perdido del todo, y en aquel momento tenía el corazón roto.

Las pesadillas habían vuelto, pero eran incluso más aterradoras de lo que recordaba. Pero aun así, salía a la calle con una gran sonrisa, incluso iba a trabajar, a pesar de que mamá prefería que me quedase en casa a descansar. Necesitaba tomar las riendas de mi vida, ya no podía seguir tomándome aquellos meses sabáticos, para la boda, pues ya no tenía nada que preparar, ya no iba a casarme.

La vuelta al trabajo fue aterradora, sobre todo porque la mayoría de la plantilla me miraba por encima del hombro. Me habían encasillado como "la pobre cornuda que fue abandonada en el altar"

- Asegúrate de tenerlos terminados para las siete – ordené hacia Susan, la chica nueva – el pedido tiene que salir esta misma tarde.

Mis padres eran dueños de una de las más grandes distribuidoras de joyas de todo el país, y yo era la directora general. Había sido así desde que papá enfermó. Pero mi trabajo me gustaba mucho más, aunque ya no me dejaban desempeñarlo. En el pasado me encargaba del diseño de joyas, yo misma hacía los bocetos que más tarde terminarían llevando las chicas en sus muñecas y en sus cuellos.

A menudo pensaba en él, en lo que teníamos, y me ilusionaba pensar en ello, pero el dolor venía a mí tan pronto como me daba cuenta de que tan sólo estaba interpretando un papel para hacer daño a Alex. Quizás todo fue mentira, pero solía atormentarme con que algo fue real, aunque sabía que no era cierto.

Oscuro, pero no tanto | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora