20. La confusión.

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Desayunaba en el comedor, sin demasiados ánimos por hacerlo. Estaba demasiado desganada, con todo lo que había sucedido, y tan sólo tenía ganas de volver a la cama.

Mamá pareció darse cuenta de ello, pues tras sonreírme levemente, justo después de dejar su taza de té sobre la mesa, habló.

- Estás muy callada esta mañana – me dijo. Sonreí hacia ella, para calmarla, para demostrarle que estaba bien. Pero vosotros sabéis que no lo estaba.

- Estaba pensando... - comencé, mientras ambos me observaban. Papá, aún con la tostada en la boca - ... que podría ir a Aveyron a ver a los tíos – escupí, logrando que papá dejase caer el trozo de tostada de su boca, al abrir exageradamente su boca, y mamá dejase caer su cucharilla sobre su plato. Yo no solía ser así, no solía interactuar mucho con mis familiares del sur de Francia, pues papá y el tío estaban siempre en desacuerdo – Con todo lo que ha pasado con la boda... - me expliqué, abriéndome más de lo necesario con mis padres - ... creo que necesito algo de tiempo para desconectar.

- Tienes razón – aceptó mamá, pues sabía que era cierto, yo necesitaba aquello – habla con Byron y dile que su sobrina los visitará la próxima semana – exigió a su esposo, haciendo que este la mirase sin comprender, pues ella mejor que nadie conocía lo mal que se llevaba con su hermano.

- ¿Estás segura? – preguntó hacia mí, como si aún no pudiese dar crédito a todo aquello. Sonreí levemente, asintiendo con la cabeza, calmándole por completo – Entonces no se hable más, hablaré con el tío para avisarle de tu llegada.

Olvidé mi té y mi tostada, me levanté y le abracé, con fuerza, dejándoles a ambos sorprendidos, pues yo no solía ser tan cariñosa con ellos. Siempre respeté las distancias, desde bien pequeña.

- Gracias, papá.

Me pasé el resto del día ilusionada, evitando pensar en cierta persona, haciendo la maleta que pronto me llevaría al sur de Francia, justo donde vivían mis tíos paternos

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Me pasé el resto del día ilusionada, evitando pensar en cierta persona, haciendo la maleta que pronto me llevaría al sur de Francia, justo donde vivían mis tíos paternos. Ellos tenían un hijo más o menos de mí misma edad, al que apenas conocía debido a los enfados que mi padre y mi tío solían tener a menudo. Pero era un buen tío, al menos lo que recordaba de él.

Casi al final del día, recibí un mensaje de Mad, dónde me preguntaba si estaba bien y demás...

Mad.

"¿Qué pasó ayer? ¿Estás bien? ¿Has vuelto con él?"

Yo:

"¿Crees que podría volver con él después de esto?"

*nota de audio reenviada*

Mad.

"¡Qué hijo de puta!" "¿Qué vas a hacer?"

Oscuro, pero no tanto | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora