Fiesta de bienvenida

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- ¡Hayley, buenos días! -La recién nombrada miró a una alta pelirroja acercarse a ella extrañada. ¿Desde cuándo Donna y ella se decían los buenos días?

- ¿Necesitas algo de mí? -Preguntó directa, queriéndose evitar idioteces.

-Sí, quería comprobar una cosa... Bueno, varias cosas pero... Olvídalo, voy a decírtelo directamente. -La pelirroja, tras acomodarse en el pupitre de al lado del asiento de la morena, continuó hablando: -A los chicos y a mí nos gustaría saber si a ti y a tu amiga os gustaría venir a casa de Eric y haceros una fiesta de bienvenida... Claro, sino es mucha molestia.

La morena estuvo apunto de negar la invitación, lo último que quería era pasar más tiempo junto aquel irritable rubio pelo afro pero las palabras de su rubia amiga llegaron de golpe a su cabeza: "escúchame, Hayley, sé que estando las dos estamos muy cómodas pero necesitamos abrir el grupo, tenemos que... socializar más. No podemos pasarnos la vida entera huyendo por culpa de lo que hemos pasado". Cogió aire y lo soltó pesadamente. Enserio, ¿qué no hacía por su querida amiga?

-Está bien, nos apuntamos. -Donna sonrió alegre ante su respuesta. -Pero no pienso aguantar ni una sola estupidez por parte de tus amigos, a la mínima los patearé hasta que tengan que ir al hospital, de urgencia.

Donna rio, aquella chica cada vez le caía mejor.

-Tranquila, hazlo con total libertad. Es más, me sumaré a la paliza... Creo que eso será lo más divertido en toda la fiesta.

-Lo más divertido... -Murmuró la otra con una maquiavélica sonrisa. -Bueno, hay otras cosas mucho más divertidas que puedo hacer.

- ¿Qué? -Preguntó confusa la pelirroja al no escuchar lo que la otra básicamente se había susurrado a sí misma, decidió no hacerle mucho caso unos segundos después al solo recibir una cálida sonrisa por parte de la otra. -Bueno, nos veremos entonces en casa de los Forman a las ocho, no tenéis que traer nada, Eric es el encargado de conseguir todo lo necesario.

- ¿No fumaréis, no? -Donna la miró extrañada. -Bueno... ni Gab ni yo fumamos, es más, Gabbie odia todo lo relacionado con el tabaco. Por eso os digo con antelación que si sois fumadores y entre vuestros planes de fiesta de bienvenida está hacer un círculo de idiotas drogados hasta las cejas mejor no vamos.

-No, no, tranquila... Hablaré con los chicos para que no traigan nada de hierba, no te preocupes. Además, lo más insoportable que tendréis que aguantar será a la señora Forman.

Hayley frunció el ceño con una mueca de incomodidad.

- ¿La señora Forman no será aquella mujer con rulos y olor a vodka mezclado con el de bizcocho que nos trajo galletas como regalo de bienvenida, no? -Preguntó y Donna, entre pequeñas risas, asintió. La oji castaña soltó un suspiro. -Bueno... Gabriela le cae genial así que... Tendré que aguantar por conseguir más galletas caseras.

-Oh, no pensé que te gustasen las galletitas. -Toda la comodidad que se había formado entre las dos chicas fue destruida con la burlona voz de la persona que estaba entre los cinco primeros puestos en la lista de gente a la que patear el culo hasta la muerte de Hayley, Steven Hyde. -Eres una dulzura, Norman. ¿Quieres que le pida a mi madre que te cocine unas galletas con un vasito calentito de leche para antes de irte a dormir?

- ¿Y que me acabe comiendo algún condón usado? No, gracias, pero prefiero cocinar con Gab a tener que desinfectar toda mi casa por culpa de las lujurias de tu madre, Hyde.

Steven frunció el ceño y trató de amenazar a la chica con la mirada pero habían dos problemas: uno, el muy estúpido no recordaba que llevaba gafas de Sol y que sus ojos no eran visibles, y dos, a Hayley le importaba tres narices si había dañado al chico, más después del día en que se metió con su rubia y pequeña amiga.

-Al menos yo tengo alguien a quien pedirle que me cocine.

Un silencio cargante se había hecho presente en aquella clase.

- ¡Hyde! -Llamó la atención Donna. -Entiendo que te cabree el comentario de Hayley pero te has pasado.

- ¿Sabes, idiota? -La chica, con la cabeza agachada, agarró bruscamente al chico del cuello de su camisa y lo acercó a ella peligrosamente para soltarle un gancho en la barbilla. -Puede que no tenga a mis padres conmigo pero al menos me dan más cariño desde la lejanía que a ti estando en la misma casa, y tengo a una gran amiga que me ha acompañado hasta la otra punta del país para no dejarme sola aunque le doliese separarse de su familia, así que no tengo nada de lo que quejarme.

Sin más que decir y sin querer pasar ni un solo minuto más con aquel idiota al que definitivamente odiaba, se largó sin importarle nada que aún quedaban dos horas de clase y que seguramente su amiga la regañaría hasta la noche. Cogió su mochila y se fue dando un portazo.

-Genial, Hyde, has hecho un muy buen trabajo cagándola. -Reprochó sarcásticamente la chica yéndose con su grupo de amigos y dejando solo al pelo rizado, quien se rascaba la nuca incómodo.

- ¿Por qué coño me tengo que sentir mal por culpa de esa gorila? -Susurra para sí mismo y al recordar los aguados ojos que trataba de esconder de él soltó un suspiro. -Joder...

18:45 p.m.
Casa de los Forman

-Kitty, por Dios, vas a acabar haciendo un agujero en el suelo si no te quedas quieta. -Trató de calmar Red Forman a su mujer, quien no dejaba de andar rápidamente por el salón entre pequeños espasmos.

- ¡Red Forman no me digas como tengo que comportarme! -El hombre, asustado, se calló y sentó en su sillón dejando a su mujer desvariar a gusto. - ¡Steven, no puedo creer que fueses así con aquellas pobres chicas! Son un milagro para este pueblo, ¡y pensé que haría bien que estéis con personas como ellas y dejaríais de hacer cosas que no os corresponden hacer! Pero no... ¡Steven Hyde debía sacar su ego y destrozar todos mis planes! ¡Quiero que vayas ahora mismo a su casa y te disculpes con ella!

Hyde se mueve, incómodo, Kitty era de las pocas personas que conseguían sacar el lado bueno y guardar el rebelde dentro suya. Además, por alguna razón se sentía mal tras haber tenido aquella discusión.

Entonces el timbre sonó y la alegría inundó a Kitty.

- ¡Voy, ya voy! -Gritó exaltada y, antes de llegar a la puerta, miró a su marido seria. -Red. Ven, ya.

- ¿Por qué tengo que acompañarte a abrir la puerta?

- ¡Porque no las fuiste a saludar el primer día, ni ninguno de los que he ido a visitarlas, así que más te vale que las saludes de manera amable y consigamos emendar el fallo de Steven! -Con un pesado suspiro Red se levantó de su cómodo sillón, lanzó una mirada de advertencia a todos los adolescentes y se dirigió a donde se encontraba su mujer forzosamente. -Red, sonríe. -Él no lo hizo y a cambio recibió un pellizco por respuesta. Su sonrisa se formó de manera automática.

La puerta se abrió y dejó ver a la otra persona que llamaba al timbre.

-Buenos días, soy el lechero. ¿La familia Forman?

Aquellos maravillosos 70... Otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora