Nathaniel

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Llegué a la puerta de la sala de expulsados, llamé con la mano y la abrí.

Allí había un chico rubio, en un gran escritorio, parecía ocupado organizando unos papeles. Me quedé allí pasmada con su atractivo rostro.

-¿No vas a pasar? - Preguntó sin levantar la mirada de sus fichas y documentos.

No respondí nada y simplemente entré, cerrando la puerta tras de mi. Me senté en una de las sillas que había delante del escritorio.

-¿Expulsado? - preguntó sin despegar la mirada de los papeles.

-Expulsada. - Respondí, a lo que el levanto la mirada. Sus ojos hazel me atravesaron analíticos. Sonrió socarronamente.

-¿Y que has hecho para que te expulsen? - Me preguntó, apoyandose en sus manos. Parecía estar disfrutando.

-Sentarme en la silla de Amber- respondí, lo cual hizo que el chico rubio estallase en risa.

-Mira, no anotaré la expulsión, a cambio puedes hacer dos cosas, puedes llevar esa pila de libros a la biblioteca - dijo señalando una pila de libros- o también me vale si me das un beso.-

Sentí mi cara enrojecer, alterada por lo inesperado de sus palabras, torpemente cogí la pila de libros que en seguida caí lo cual solo provocó mas carcajadas de parte del chico rubio.

Rápidamente me agache a recogerlos, solo quería salir de allí. De pronto, note una mano sobre mi brazo, levante la mirada y lo encontré cerca (demasiado cerca) - Tranquila, solo era una broma- sonrió.

Una voz irrumpió el momento -Nathaniel ya te he conseguid- y allí estaba, Castiel mirando nuestra escena. Quizás no fui la unica en esa habitación en pensar que el chico rubio estaba demasiado cerca, pues la expresión de Castiel se descompuso.

-Castiel, nos vemos aquí, después de las clases, estoy ocupado - Dijo Nathaniel, tan serio que parecía otra persona distinta al chico sonriente de antes.

-¿Laineria todo bien? - Me preguntó muy serio Castiel, lo cual me descolocó - ¿Eh..? S-si- respondí

-Venga Castiel, tienes que aprender a relajarte un poco la chica esta bien ¿ves?- Dijo Nathaniel, moviendo el brazo por el que todavía me tenia sujetada.

-Sueltala.-Dijo Castiel avanzando hacia nosotros.

-¿Que pasa es tu novia? - Dijo Nathaniel, apretandome del brazo.

-¡Me haces daño, sueltame! - Exclamé.

-¡No hace falta ponerse así! Mira, ahí la tienes- Dijo Nathaniel, lanzandome contra el suelo, a los pies de Castiel.

Aquello fue lo último que vi, antes de perder el conocimiento.

Una sorpresa pelirrojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora