Mariposas

443 33 0
                                    

Llegamos a casa, era sorprendentemente tarde para mi (ignoraba cuanto tiempo me había llevado inconsciente) pero todavía no era la hora de cenar.

Castiel y yo nos escabullimos por la planta baja y conseguimos llegar a la planta de arriba sin ser vistos.

Castiel todavía no me soltaba la mano, y me hizo entrar en su cuarto. Sentimos el alivio de estar por fin en un sitio seguro. Sin pistolas ni padres.

-Laineria yo... - Empezó a hablar Castiel.

-No me vayas a pedir perdón, nada hubiese pasado si yo no hubiese cogido una bala de la caja- Lo interrumpí, admitiendo mi culpa.

Castiel avanzo hacia mi y me abrazó. Me hizo recordar a aquella vez que me calló con su cuerpo porque venía su padre. Pero esta vez era diferente, era tan tranquilizador. Pude oler su aroma, y notar su calor sobre mi. Mi corazón empezó a acelerarse, al tenerlo tan cerca de mi.

-Laineria, creo que eres la primera persona que hace algo así por mi.- me dijo al oido, mientras me abrazaba.

-Castiel no podria haberme perdonado si me hubiese vuelto a quedar quieta ante que te hicieran daño. - le respondí, bajito y avergonzada por tenerlo tan cerca.

Castiel se apartó, y sosteniendome de los hombros respondió entre risas - Ahora tengo miedo de contradecirte, no vayas a volarme los sesos-

-¡No le voy a volar los sesos a nadie! - le grité, mientras le golpeaba con las manos. Al final, ambos acabamos riendonos.

-Castiel, tienes una pinta espantosa, estas lleno de golpes, incluso un poco de sangre, no se si es ajena o tuya.- le dije, tocando su camiseta. -¿No deberías cambiarte antes de meterte en un lio con tu padre? - le pregunté.

-Tienes razón, debería cambiarme cuanto antes. - y sin dejar pausa al terminar la frase se quitó la camiseta delante mia.

Me puse roja como un tomate. Ya lo habia visto con el torso desnudo el dia anterior, pero esta vez era en una situación completamente diferente. Como un acto reflejo, me di la vuelta, dandole la espalda. Escuché la risa de Castiel debido a mi reacción.

-Oye Castiel... - comencé a musitar- Siento que quizas no debería, pero necesito preguntarte... ¿De donde sacaste una pistola y varias balas?- Pregunté, y quedé en silencio mirando la pared de su cuarto sin saber su reacción.

Sus manos me agarraron por los hombros y me giraron, llevaba puesta una camiseta negra, estaba guapísimo con ella.

-Laineria si hoy te hubiese pasado algo por mi culpa no me lo hubiese podido perdonar. No puedo permitir que vuelvas a estar en peligro por mi. Debes distanciarte de todo esto.- me contestó suavemente. Su mirada paró en mis labios y comenzó a acercarse hasta que nos besamos.

Fueron unos segundos magicos, sintiendo en mi estómago y pecho todo tipo de sensaciones. ¿Como era posible conocerlo desde hace tan poco y que me importase tanto?

Estaba perdida en mis pensamientos cuando una voz nos interrumpió, era la de mi madre.

-Lainera, Castiel ¿Estáis ahi? Llevo ropa limpia hacia arriba.-

Castiel y yo nos separamos rápidamente, consiguiendo salir del cuarto de Castiel justo a tiempo para que mi madre no sospechase nada. Cuando nos dio nuestra ropa limpia y se fue, volvimos a estallar en risas.

Aquella noche me costó dormirme, pensando en las ganas de estar en el la habitacion de en frente, en vez de en la mía propia.

Una sorpresa pelirrojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora