Las Cartas Sobre La Mesa

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Habiamos dedicado unas horas a limpiar el sótano, encerrados allí, esperando a que todos en el instituto se fuesen. Habiamos pensado en llamar a la policía, pero Violeta nos habia suplicado que no lo hiciesemos. Finalmente, tanto Castiel como Nathaniel tendrian que explicar de donde venia la pistola.

-Castiel- dije- se que querías protegerme, pero estoy metida en esto de lleno. Dime de donde sacaste la pistola. - Castiel me miro en silencio.

-Está bien, tienes razón, estas metida en esto tanto como yo. - dijo Castiel, agachando la cabeza. - Se la robé a mi padre. No la va a echar de menos. Tiene una habitación secreta llena de todo tipo de... - y en ese momento lo interrumpí
-¿¡En casa!? ¿¡En nuestra casa!? - grité

-Ehm... - intervino Nathaniel, a quien habia olvidado por un momento - ¿Vivís juntos?- preguntó extrañado.

-Es una larga historia ¿vale? A nosotros nos pillo de sorpresa también- dijo Castiel, casi a la defensiva.

-Chicos... No nos desviemos del tema por favor... ¿Que vamos a hacer? - preguntó Violeta, sin ser capaz de levantar la mirada.

-Violeta... ¿De donde sacaba mi hermana la metanfetamina? - preguntó Nathaniel, con el rostro serio de nuevo.

-Lo único que se es que se la daba alguien de este instituto...- Respondió Violeta, susurrando.

-Está bien, resolveremos eso mas tarde. Por ahora lo importante es... Si no vamos a llamar a la policia... ¿Que vamos a hacer?- pregunté. Todos quedaron en silencio.

-Yo tengo un plan. Pero necesito vuestra ayuda, Castiel y Laineria.- nos dijo Nathaniel, con la cara sombría. Castiel y yo asentimos con seriedad, dispuestos a hacer lo que sea.

-Necesito que me acojais en vuestra casa.- Dijo Nathaniel, sabiendo lo que se venía.

-No. Imposible- dijo Castiel, impasible.

-Escucha Castiel yo... - empezó a argumentar Nathaniel para ser interrumpido por el pelirrojo.

-Nathaniel tu no lo entiendes, mi padre entra en mi cuarto todas las noches si mi padre te ve... ¿Debo volver a decir que tiene una habitacion llena de armamento?- dijo Castiel.

-Escúchame, por favor, si me consigues esconder en tu casa una noche, una sola noche, podremos finjir un secuestro. Dire que los secuestradores la mataron. No habra que excusar ni pistolas ni drogas ni disparos.- Dijo Nathaniel, suplicando con la mirada.

-Quédate en mi cuarto- dije sin pensar.

-¿Que? - dijo Castiel - Pero Laineria el... - no pudo terminar de hablar cuando Nathaniel habló.

-¿Sois novios? - nos preguntó Nathaniel. Sentí a Violeta encogerse en su sitio. Se ve que el amor por Castiel no lo producían las drogas.

Castiel y yo nos miramos, sin saber que decir - Ehmm.. - dijo el - Bueno técnicamente... - le interrumpi yo -... No- dijimos a la vez. Note como Violeta se relajaba. Saber que sentía cosas por Castiel me ponía de mala hostia.

-Si lo fueseis podria respetarlo pero si no...-Dijo el chico rubio- Estamos todos metidos en esto. Teneis que ayudar en el plan o acabareis mal, como todos... Quizás incluso tan mal.. como mi hermana...- Dijo Nathaniel, sombrío.

-Está bien, vendrás con nosotros, pero bajo tu propio riesgo.- Accedió Castiel, todavia disconforme con la idea.

Cuando escuchamos que los pasillos estaban vacíos, abandonamos el sótano, dejando el cuerpo de Amber allí.

-Tranquilos, nadie bajará- dijo Castiel, sacando el llavero que contenía todas las llaves del instituto- ventajas de ser el hijo del director- dijo mientras cerraba la puerta del sótano con llave.

Y asi fue como Nathaniel Castiel y yo nos dirijimos hacia casa, en silencio sabiendo que lo mas difícil estaba por llegar.

Una sorpresa pelirrojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora