Castiel y yo ya éramos unos expertos de entrar en casa a escondidas, pero aquel día éramos tres. No sabíamos si la casa estaba sola o si estarían mi madre y su padre, o donde estarían.
El plan era todo o nada. Así que entramos sin mas dilación, con Castiel en cabeza vigilando que pudiesemos entrar sin peligro.
Vimos a mi madre en la cocina, pero ella no nos vio. No había rastro del padre de Castiel asi que subimos sin problemas.
-Nath, entra a mi cuarto, no vas a dormir con esa ropa... Además, tiene algunas manchas de sangre. Yo te dejaré de la mia- dijo Castiel a Nathaniel, a lo que el rubio accedió.
Era el momento perfecto para cambiarme de ropa tranquila, y me puse mi camisón de encaje negro para dormir, soltando mi pelo de la coleta que siempre llevaba.
Los chicos tardaban en llegar, y empecé a preocuparme de que algo les hubiese pasado. De pronto pensé en el padre de Castiel disparandoles, lo que me puso la piel de gallina y me hizo correr hacia el pasillo.
La puerta del cuarto de Castiel estaba cerrada, puse la oreja para ver si todo estaba bien.
-No es solo eso Nath- escuche la voz de Castiel, estaba charlando con Nathaniel, lo que me tranquilizó de que todo estuviese bien, pero no pude dejar de escuchar - Laineria no es solo una chica es... Es como si fuese mia ¿Entiendes? - Esta frase me atravesó como un témpano, haciendo que notase mi cara arder de rubor. Me puse tan nerviosa que sin querer, accione el pomo y caí a la habitación de Castiel.
-¿Laineria? ¿Nos estabas escuchando? - preguntó Castiel
-¡N-no! Esque tardabais tanto que temí que algo malo estuviese pasando...- Dije alterada, todavía en el suelo y muerta de vergüenza.
-Está bien, vayamos a tu habitación, y tranquilo Castiel, confía en mí - Dijo Nathaniel, saliendo de la habitación y entrando en la mia.
Miré a Castiel nerviosa, sus palabras seguian taladrandome la cabeza. Quise salir de allí corriendo, huyendo de los pensamientos que invadian mi mente sobre Castiel haciendome "suya". Pero el pelirrojo fue mas rápido que yo y me agarró con fuerza.
-Espera Laineria. - dijo, agarrandome. No podía resistirme, mi cuerpo estaba paralizado. -¿Sabes? Todavía no tengo tu número de telefono.- Me dijo, mientras me soltaba. Cai en la cuenta de que era cierto y sentí como si un cubo de agua fria cayese encima mía. Le di rápidamente mi número y salí de allí lo antes posible, estaba tan avergonzada... Y un poco decepcionada, quizás, aunque nunca lo hubiede admitido.
Entré en mi cuarto y encontré a Nathaniel observando mis posters y mi colección de discos.
-Nathaniel yo... - empecé a hablar, pero el me interrumpió.
-Laineria, todavía recuerdo el dia que nos conocimos... Aquel día te tiré al suelo y lo de la pistola... Quería pedirte perdón, aquel no era yo.- Me dijo. Y lo creí, su mirada era sincera.
-Nathaniel nada de eso importa ahora. No después de lo de tu hermana... Estamos juntos en esto ¿De acuerdo? - le dije, a lo que el asintió.
Ambos nos acostamos en mi cama. Me costó dormirme porque nunca había compartido cama con un chico, y Nathaniel no dejaba de ser uno muy atractivo. Cuando parecía estar conciliando el sueño me llegó un mensaje al teléfono movil. Era un número sin agregar pero supe de quien se trataba al instante.
"Hola
Solo me quería asegurar de que todo fuese bien
Que no se atreva ese rubio a ponerte un dedo encima
Oye...
Estás mucho más guapa sin coleta"No podía ser otro que Castiel. Me hizo reir, y charlamos un rato antes de caer rendida ante el sueño.
Lo que yo en aquel momento no sabía, es que todo aquello era el error más grande de nuestra vida y ni imaginaba lo que se acontecía...
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Una sorpresa pelirroja
FanficCastiel x Sucrette ADVERTENCIA En esta historia hay violencia explicita y asesinato. Laineria, una chica irascible y rebelde amante del rock, debe mudarse a una nueva casa, una nueva ciudad, un nuevo instituto... Debido al también nuevo novio de su...