¿Acaso eso es posible? [ Capítulo tres. ]

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Después de subir a la segunda planta, comenzó a ordenar sus pertenecías, su ropa iba en valijas mientras que lo demás estaba en cajas. Es que simplemente no poda salir aún del trance, realmente era como si le hubieran dado un buen golpe en la cara, el cual lo dejaba inconsciente.

Así pasaron los últimos días en aquella ciudad, Stan aún no podía dejar de pensar en lo que pasaría cuando volviera. Finalmente llegó el Martes, todas las cosas se encontraban en una enorme mudanza, se preguntaba si vivirían en la misma casa, esperaba que sí, al igual que estar en el mismo colegio, según sus padres, su vieja escuela se había extendido más hasta convertirse en Primaria, Secundaria y Preparatoria. De verdad que el chico andaba muy metido en sus pensamientos, y nuevamente su novia lo había sacado de estos.

— Stan, ya es hora.

— Wen, no puedo creerlo, volver a lo de antes, es muy difícil, ¿Crees que me recuerden?

— ¡Por supuesto! No has cambiado en nada, bueno, creciste bastante, tu cabello también, pero sigues siendo tú, tus ojos siguen intactos, seguramente que te reconocerán. Además, sigues usando el gorro azul.

— Supongo. ¿Y si ya no están los chicos? — Se encogió de hombros.

— Stan, ¿Desde cuando eres tan negativo? No, ellos siguen ahí. Ahora, subamos al auto, sino tus padres se enfadaran. — Musitó tomándolo de la mano y guiandolo hasta el auto, dónde se subieron.

Lo dicho antes por ella lo había calmado un poco, echó una última ojeada simple a su casa y pronto el automóvil ya estaba en camino a su vieja vida. Decidió dormir para que el viaje se hiciera más corto, así que se recargo en el vidrio de la camioneta al mismo tiempo que cerraba los ojos, fueron unos dos segundos para sentir a la pelinegra recargarse en su hombro, con su diestra rodeó los hombros de la chica. Luego, ambos se encontraban dormidos.

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— ¡Chicos! ¿Qué haremos hoy? — Preguntó un chico rubio de ojos azules y gorrito naranja.

— Pueden ir a mi casa a ver unas películas y jugar video juegos. — Propuso el judío con una ligera sonrisa.

— Al fin usas la cabeza, judío idiota.

— ¡Vete a la mierda, culón! — Exclamó algo irritado el ojiverde. Se preguntaba muchas veces el porque seguía juntándose con aquel estúpido.

— Callen, ya me tienen fastidiado con sus peleas absurdas.

— ¿Craig? — Preguntaron los tres al unísono.

— ¿Quién más? — Les miró con aquella mirada que solo este tenía.

— Bueno, como sea, ¿Quieres venir Craig? Si quieres puedes llevar a Token, Clyde y Tweek. — Sugirió Kenny con una sonrisa.

— ¿Dónde se van a reunir?

— En mi casa, a las seis. — Se adelantó el pelirrojo.

— Allá nos vemos entonces. — Después de eso, se retiró del lugar, seguramente iría a avisarle a los otros. Ahora ambos bardos se llevaban un poco mejor, aunque más o menos seguía intacta su rivalidad. El team Stan había cambiado después de marcharse, ahora el grupo lo manejaba Kenny.

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La verdad, todo el viaje se la pasaron durmiendo hasta que se escuchó una voz por parte de Shelly, que hizo que despertaran.

— ¿Ese no es Kenny? — Dijo señalando un chico rubio que caminaba por la calle, sí, era él, reconocería dónde sea aquel rubio de ojos azules. No había cambiado mucho, sólo había alterado un poco su forma de vestir.

¿Qué?

—  Papá, deten el auto. — Y se detuvo, haciendo que bajara de golpe del coche. Después se las arreglaría con Wendy y la dirección de su casa, definitivamente no volverían a la misma. Corrió rápidamente hasta el chico. — ¡Kenny! Espera. — Gritó fuertemente para que lograse escucharlo. El rubio al escuchar una voz llamándole se detuvo, girando su rostro. ¿Era verdad? ¿El chico de atrás era Stan? No, no podía ser cierto.

— ¿Disculpa? — Dijo con algo de indiferencia.

— Eh... — Creyó que pasó lo de que nadie lo recordaría.

— Aguarda, ¿Stan, realmente eres tú? — El mismo. — Contestó esbozando una gran sonrisa.

— ¡Cabrón! Mira que si has cambiado. — Exclamó lanzándose al chico pelinegro, Stan no dudo en sostenerlo y abrazarlo cálidamente.

— No es cierto, sólo crecí un poco.

— Eso explica que eres algo más alto, seguro que me das una diferencia de cuatro o tres centímetros. — Comentó riendo divertido.

— Haha. ¿A dónde ibas?

— ¡VERDAD! Tienes que venir, seguro se alegrarán mucho de verte. — Se separó para tomarlo de la mano y correr mientras lo jalaba.

— ¿A dónde? — Preguntó intentando seguir su paso.

— A casa de Kyle.

¿Casa de Kyle?

— Sigue siendo la misma, no te preocupes. — Informó al ver el rostro del otro algo pálido.

— B-Bien. — Después de cinco minutos, llevaron y este abrió la puerta de la casa, como si se tratase de la suya. Logró visualizar a varios chicos detro, la casa seguía estando como antes. Solo que no logró ver al pelirrojo.

— ¡CHICOS! MIREN QUIEN HA VUELTO. — Gritó el rubio a todo pulmón, ahora el era centro de atención. Jaló al pelinegro para que entrase, cosa que hizo que todos en la sala quedarán boquiabiertos y atónitos. Dentro de la casa se encontraban Cartman, Craig, Clyde, Butters, Tweek, Token, todos con los que se llevaba en el pasado, todos menos Kyle.

Pocos segundos aquel chico apreció con unos vasos en la mano, lucía algo diferente, ahora su gorro verde dejaba ver su hermoso cabello rojizo, solo que ya no era tan afro, esta vez se arreglaba muy lindo, para abajo. El judío al notar el silencio buscó con la mirada la razón de, hasta que sus verdosos ojos dieron con los azul intenso del chico con un gorro de pompón rojo. Sintió como sus fuezas se desvanecían dejando caer los vasos al suelo.

— ¿S-Stan? — Preguntó incrédulo en un tono de voz apenas audible, sus ojos le estaban gastando una broma nada simpática. Luego de aquello, quedó en shock.

— Estúpida rata judía. — Ese sin duda era Cartman, él si que había cambiado físicamente.

¿No lo aceptaré jamás? |AUTOCORRECCIÓN| [ Style ] [South Park ] [ Yaoi ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora