El camino comenzaba a ser algo escabroso a medida que se adentraban un poco a las profundidades del bosque y que, a través de ella se podían escuchar los breves soplidos del viento junto con las voces sinfónicas y aleatorias que vivían ocultos en la naturaleza tranquila. El sendero de bambús había llegado a su final hace tiempo y las rocas se volvían un poco grandes sobre la tierra con cada paso firme.
Entre la naturaleza una mujer junto con dos niños se abrían paso al extenso bosque inexplorado. Los robles eran gigantes y de gran estatura, las hojas abundantes se meneaban en su alrededor dejando que la luz entrase sobre ellos mientras que ellos se dirigían a un destino fijo.
Atravesaron sobre un arrollo con rocas que parecían resbalosas; atravesaron los molestosos arbustos lleno de bayas venenosas y hiervas sin nombre; atravesaron sobre las alargadas ramas delgadas que colgaban a la altura de sus cabezas.
Al final del recorrido, distinguieron un prado lleno de claveles rojas y blancas entre hierva alta que bailaban con la brisa fresca.
A lado de esta, un espacio que parecía más bien un camino se alargaba hacía un árbol alto que sobre él, yacía una lápida de aspecto empolvado y viejo junto con flores ya marchitadas por el tiempo.
Los tres se pusieron en marcha.
Ambos niños que acompañaban a la mujer, ayudaron un poco con la limpieza de esta. Cambiaron las flores secas por unas más vivas y frescas mientras la mujer desempolvaba la redonda piedra para dejar mostrar aquel nombre que la había marcado para siempre.
Era como un recordatorio, uno que le permitía recordar porqué estaba viviendo, del porqué ese nombre escrito necesitaba ser recordada para aquel ser que jugaba entretenidamente con las hojas del suelo, explorando cada una y buscando su diferencia para quizá, solo dejarlo en la tierra o llevárselo consigo misma.
Aunque parecía más a que se recordara así misma la promesa que le estaba haciendo a la difunta mujer. Le gustaba pensar que aunque esa niña no supiera quien era, su nombre podría ser una palabra que la proteja mientras esté bajo su cuidado.La mujer encendió una vela casi desgastada sobre la piedra, dicho esto, los niños sabían que era momento de rezar junto con ella pues era cada mes las visitas que los tres hacían y con las mismas instrucciones, pocas veces se le podía ver a un hombre junto a ellos.
Cuando dejaron de rezar, la pequeña niña tiró suavemente de la ropa de la mujer.
—Mami...–
–¿Uh? –La mencionada volteó su mirar hacía la niña.
–¿Para quién son las flores que siempre ponemos aquí? –Preguntó aquella niña; sus grandes ojos brillantes miraban curiosos y confusos a la silueta de la mujer.
–Bueno, en este lugar alguien importante descansa aquí y no podemos dejarlo, por eso venimos aquí para ponerle flores y poder comunicarnos con esa persona. –Respondió aquella, sonriéndole con dichosa suavidad a la infante.
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✧De Distintos Mundos✧ (La Saiyajin en Konoha)
FanfictionUn nuevo mundo fascinante, frío y lleno de sorpresas nos traerán ante los ojos de Lucine, sin embargo, la carga que debe asumir por causa de un acontecimiento del pasado podría traer más allá que dolor y arrepentimiento... "El entrenamiento duro no...