✧De Distintos Mundos✧ (La Saiyajin en Konoha)

☆Capítulo 21

°.•⸻ 𖥸 ⸻•.°

❝—Recogía más piezas extrañas en el suelo, rodeada de humedad y oscuridad que no parecía terminarse nunca. Estaba siguiendo más bien un camino hecho por piezas rotas que dirigían a algo desconocido. Lo hacía sin saber porqué pero eran movimientos involuntarios.
Al acercar mi mano hacía otra pieza, el agua se tembló y tiempo después algo explotó como para sacudir el agua, hundir la pieza como si abajo fuese un océano profundo.

Levanté la cabeza de nuevo, otra explosión se avecinaba hacía acá y explotó a gran escala que creó ondas expansivas junto con una luz resplandeciente. Me cubrí con los brazos dejando que todas las piezas juntadas se hundieran.

La luz blanca desapareció al poco tiempo. La oscuridad regresó, aunque yo enmanaba una leve iluminación en todo el cuerpo. No veía nada. Pensé en caminar y caminé pero había algo biscoso y duro en el agua que sujetó de mis tobillos.

Intenté moverlas pero no pude. No tenía la fuerza necesaria, esa cosa biscosa se sujetó más a mis tobillos y continué forcejeando hasta al punto de llegar a la frustración.

De repente oí una risa. Una...risa.

Sentía que yo lo conocía.

Nuevamente volví a escucharlo hasta volver a callar, generando un silencio espantoso. Mis labios temblaban al igual que mis manos nerviosamente, esa risa yo la conozco.

Sé quien era pero ya no lo escucho y comienzo a desesperarme.

— Lucine –habló una voz masculina y familiar provocando que mi piel se me erizara.

–....¿Papá? –mi voz tembló buscándolo pero tenía miedo–. ¿Eres tú, verdad? ¿Papá? –

Esperé y esperé a que contestara pero no, seguía callado ¡¿Porqué estaba callado?!

–Es mi papá...–Traté de decir bajito. Mis lágrimas estaban por estallar, sin embargo, las reprimí con todas mis fuerzas y eso solamente me provocaba dolor.

Y frente a mi apareció una imagen de una persona, de cabellos azabache, despeinado, con un traje naranja y azul, estaba de espaldas. Mi corazón por un momento se detuvo y mis lágrimas se desbordaron en un descontrol junto con un llanto que no me permitió hablar mucho.

¡Era papá! ¡No puedo creerlo! Esperé tanto tiempo para volver a verlo. Por arte de magia mis piernas estaban liberadas. No dudé ningún momento en ir hacía el y abrazarlo con todas mis fuerzas pero se esfumó y yo caí. Volví a buscar desesperadamente su silueta pero no lo encontraba. 

Era inútil, nada se veía.

– ¿Dónde te fuiste?...¡¿Dónde te fuiste?!–

Minutos después, volvió a aparecer unos cuantos pasos delante de mí otra vez de espaldas. Esta vez no corrí hacía él, en su lugar analicé cuidadosamente. No bajé la guardia pero quería tomar su mano y lo vi voltear hacía mí. Abrí los ojos sorprendida. Papá sonrió con esa misma sonrisa deslumbrante que me motivaba y alumbraba mis días; mi corazón se encogió. Había pasado demasiado tiempo sin ver aquella sonrisa, podía sentir que mis lágrimas volvían a caer en mis mejillas mientras trataba de armar alguna palabra.

Pero maldición, no podía; tenía un nudo en la garganta que me impedía decir algo.

De inmediato, su apariencia cambió a un hombre diferente, mis labios abrieron levemente notando que aquella persona poseía los mismos rasgos de ojos y cabellos negros que mi papá, solo que la diferencia era su cabello, corto y despeinado, su mirada neutra y amable. Vestía una camisa de manga larga gris oscuro, pantalones oscuros y botas shinobis.
Noté algo moverse por la parte de su cintura que se movía lento. Quedé helada.