☆Capítulo 23

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El techo.

Tan tranquilo y silencioso.

Me había perdido en él por un rato indefinido y no se porqué.

Era otra madrugada fría, acechante y absolutamente oscura sin luz que entrase a la habitación, incluso si había una ventana cerca no era suficiente para tener algo de claridad. Me abrigué un poco más. Tenía frío. Pero era un frío proveniente, impregnada encima de mis párpados. Además de ser algo muy raro, aquí la ventana estaba totalmente cerrada como para sentir aire del exterior, todo provenía en mi y se sentía tan raro como si me hubiesen mojado la cabeza con agua heladísima y con pedazitos de hielo.
Esta sensación tan incómoda no se quitaba con frotar los ojos, ni en tapar mi cabeza con la calientita manta, así no podía dormir bien. Por otra parte estuve ignorando un cosquilleo molesto entre las piernas durante algunos o largos minutos. No me dirigí al baño antes porque uno, no quería pararme entre la terrible oscuridad. Dos, alguna criatura de la noche me perseguiría si luego me salgo de la manta. Pero dada la situación si no lo hacía no podré estar tranquila y podría mojar el futón.

¿Quién a sus 12 años moja la cama?

Querré hundirme en el fondo de la tierra si me dijeran que parezco una niña de 5 que aun moja la cama, especialmente si es Haruno la que se burla...mi reputación construida frente a esa sería un desastre, una ruina total.

Suspiré con algo de agobio.

Me levanté con gran pesar de mi futón caminando de puntitas, pese a la oscuridad, fui pisando los pequeños espacios libres del suelo con un cuidado extremo de no pisar a ninguno accidentalmente y estando libre de pasar por sus cuerpos, avancé más rápido el paso siendo acompañada de una terrible sensación juguetear en la espalda.

Entre el miedo y el latido loco de mi corazón escapé y detrás de mi cerré la puerta. —»Ya estoy a salvo.«

La paranoia se fue disipando lentamente. Olvidé respirar también.

No puede ser que siempre me pase eso.

Todas las noches, sin faltar, me volvía toda una gallina cobarde que no puede andar solita en la oscuridad y jamás entendí como Sasuke si podía ir al baño sin que saliera corriendo de vuelta a la cama.

Pasaron algunos minutos sentada en el inodoro, comenzando a bostezar y de bostezar a cabecear del sueño. Ya no sabía si era imaginación o realidad, pero ya comenzaba a ver dibujos de todo tipo moviéndose de forma aleatoria. Todo se apagó en un segundo pues ese frío que me había despertado antes volvió a colarse entre mis párpados superiores. Mis ganas de dormirme se habían ido otra vez por su culpa.

Tiré la palanca del inodoro, limpiándome, volviendo a subirme las prendas a su lugar e irme a lavarme las manos y cara.

Frente al espejo me miré y me sorprendí de lo que vi.

—¿Q-qué..? –Entreabrí los labios con sorpresa.

Mis ojos habían adquirido un tono de color mucho más distinto de lo que eran normalmente, ahora eran de un claro celeste. Bajo mi pupila blanca como si de una bolita de algodón se tratase, había un semi aro del mismo tono blanco acompañada de cuatro rayitas.

✧De Distintos Mundos✧ (La Saiyajin en Konoha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora