☆Capítulo 2

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Un año después.

Pasé la página después de leerla y saboreé el dulce sabor de mi jugo de naranja. Mamá apenas salió de mi habitación con la misma sonrisa de siempre, me había dejado sola para que continuara con mis estudios como ella necesitaba que fuera. Aunque, por mucho que quería concentrarme en entender el texto no lo lograba, me distraía y me aburría de lo poco interesante que era.
Ni siquiera tenía ánimos de hacer algún apunte de lo que entendí, solo jugaba con el lapiz.

Suspiré profundidamente, dirigiendo mi vaga mirada hacía la ventana. El cielo, como siempre lucía tan apacible y azul; no encontré nubes del cual pudiera jugar a encontrar forma para intentar dibujarlos.

Maestro Piccoro me dio descanso de mi entrenamiento por muy pocos días; él dijo que era necesario pero eso fue todo, no hablaba tanto como en el entrenamiento. Seguía siendo raro pero lo respetaba mucho. También sé que había escuchado a mamá decir que no debía seguir con ello pero volví a retomar el entrenamiento solo a escondidas de ella como lo había hecho antes. No tenía idea de cuanto me gustaba entrenar, era como un pasatiempo pero ocasionalmente me excedía bastante con ello y siempre temía al llegar a casa. Buscaba que decirle o como ocultar algunas cosas como moretones antes de que sospechara.

Lo que sé es que entrenaba con el pensamiento de ser fuerte como mi papá y usaba eso como motivación. Solo... hoy estaba descansando, o así parece.

Una vez más suspiré, sintiendo la brisa entrar y soplar en mi cara.

Ya había sucedido un año desde que papá se fue.

Las cosas se sentían diferentes en su ausencia; mamá de vez en cuando suspiraba cada vez que mencionábamos algo de él; mi hermano que de vez en cuando se veía en casa lucía como si nada, como si hubiese sido capaz de aceptarlo cuando a veces se podía notar un deje de estar perdido entre sus pensamientos y en cuanto a mi... No lo sé, lo sigo extrañando más de lo que parece y para no llorar, el piano estaba conmigo para permitirme liberar.

Dejé de lado mis estudios y me dirigí al piano que se encontraba a lado de mi escritorio, me senté en el banquito y pensé alguna melodía que haya escrito en mis hojitas de partituras. Solo sería un rato sin hacer tanto escándalo o de lo contrario mamá vendría a verme.

—Ti ri tiriririi ri... –Tarareé buscando un nuevo ritmo–, Miiimo, pícaro pícaro miimo. –Improvisé con las teclas.

Reí bajito. Eso me hizo sentir bien.

Continué con unos cuantos toques en las teclas. Sin embargo, algo comenzó a sentirse de una forma rara y llamó a mi cabeza, como si punzara e hiciera eco en mi mente con advertencia lo suficiente para sacudir mi corazón con algo de brusquedad. Era algo que provenía en un punto específico del cielo, la vibra no era ni un poco buena, era más... sospechosa.

...Oh, mm-uhm, estaré imaginando cosas; sé que a veces podía ser creativa con mis fantasías y esto ya subía un poquito el nivel de creatividad.

Click clack. Volví a tocar más teclas en el piano de forma armoniosa.

Desafortunadamente, mi corazón continuaba bombeando con pesadez de forma que la diversión en el piano se había acabado demasiado pronto, las teclas ya no transmitian la misma magia de sentirse en otro mundo más fantástico. Esa sensación se repetía con más fuerza que antes, ya no pensaba que provenía de mi imaginación y el pensarlo demasiado comenzaba a ponerme nerviosa con la piel muy erizada. Probablemente algo de esto si estaba pasando pero tampoco quería estar equivocada con ello.

✧De Distintos Mundos✧ (La Saiyajin en Konoha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora