(…)
Quien lo diría, llevo dos años con Alastor, algunas cosas no salieron tan bien pero salimos a delante supongo, el chiste es que hoy voy a ver a mi abuela de parte de mi padre, vive lejos unas 6 horas en coche, obvio Alastor no estaba solo mi madre, padre y yo.
— ¡Un venado! — fue lo último que escuché decir a mi madre antes de que choquemos.
Cuando me desperté no estaba en mi casa o en mejor caso un hospital, todo era blanco, estaba en nubes literalmente.
Me levanté y pude ver unas rejas doradas muy lindas, me hacer qué y Vi a una señora con alas.
— ¿____ _______? — solo dije un "si" con mi cabeza y busco en un enorme libro, mi nombre...supongo. — no, no puedes estar acá, mataste, robaste y te relacionas te con un demonio infierno
En eso sentí como caía, esto paso tan rápido, lo digo en serio, estoy callendo al infierno, estoy llendo al infierno...
Dos días antes
— Alastor, si yo muriera ¿Iría al infierno?
— es lo más probable querida, mataste y incluso robaste, creo que tú mayor pecado sería invocación pero te relacionas te conmigo, un demonio.
Hablo calmado, suspiré, casi nunca pensaba en eso pero por algún motivo hoy si.
— en pocos días tengo que ir con mi abuela, mi padre dice que le marco ella a el diciéndole que la visite, queda algo lejos unas 6 horas en coche es en ****** no se si lo conozcas.
— ¿No podría ir? — me miro yo solo negué — en ese caso tendría cuidado, los ciervos suelen pasar por ahí.
— está bien supongo...
(…)
— espero te la pases bien
— gracias al, tú no mates a nadie...
Actualizadad
Seré mis ojos esperando el golpe pero nunca llego, al abrirlos estaba en el suelo, con Alastor frente de mi.
— bienvenida cariño.
Tenía su típica sonrisa, mire mis manos, mi ropa y toque mi cara, no cambie mucho tenía cuernos negros, mi cara era normal, no era mitad de nada, tenía una cola con una falda negra y una blusa color vino, unas medias negras con rayas blancas casi a lo último, dos para ser exactos y del mismo tamaño con zapatos de meter negros. ¿Que si tenía cola de demonio? No, oh al menos no la tenía por si aparecía en algún momento.
— ¿Y mis padres? — fue lo único que dije.
— vivos, solo tú moriste, lo lamento querida.
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