La leí del colmillo y el garrote.
Día tras día, durante un tiempo interminable, Buck trabajó afanosamente tirando del vehículo. Siempre levantaban el campamento durante la oscuridad, y los primeros albores del día los hallaban en el camino habiendo cubierto varias millas del viaje. Y siempre se detenían después de caer la oscuridad, comiendo su trozo de pescado y arrastrándose a sus agujeros en la nieve. Buck estaba hambriento. La libra y media de salmón desecado, que era la ración diaria, parecía desparecer en el aire. Nunca comía lo suficiente, y sufría de perpetuos dolores producidos por el hambre. Empero, los otros perros debido a que pesaban menos y habían nacido en la región, recibían también una libra y media y se las arreglaban para mantenerse en buena condición física.
Rápidamente perdió la delicadeza que caracterizaba su antigua vida. Siendo muy despacioso para comer, halló que sus compañeros, que terminaban primero, le robaban sus raciones no terminadas. No había forma de defenderlas. Mientras luchaba con dos o tres, la comida desaparecía en las gargantas de otros. Para remediar esto comió tan rápidamente como los otros; y, tanto le acució el hambre, que llegó a perder el respeto por la propiedad ajena. Observaba y aprendía. Cuando vio a Pike, uno de los perros nuevos (ladrón astuto y descarado) robar un trozo de panceta en cierta oportunidad en que Perrault le daba la espalda, imitó su acción al día siguiente, logrando apoderarse de toda la panceta. Se produjo un revuelo indescriptible, pero de él no sospecharon, mientras que Dub, un ladronzuelo torpe, al que siempre sorprendían, fue castigado por la mala acción de Buck.
Este primer latrocinio demostró que Buck estaba en condiciones de sobrevivir en el medio ambiente hostil del norte. Demostró su adaptabilidad, su capacidad para ajustarse a las condiciones cambiantes, la falta de las cuáles hubiera significado una muerte rápida y terrible. Marcaba además la declinación, o mejor dicho, la ruina de su moralidad, una cosa vana y una desventaja en la despiadada lucha por la existencia. Todo esto estaba muy bien en el sur, donde dominaba la ley del amor y el compañerismo, el respeto a la propiedad privada y a los sentimientos personales; pero en el norte, bajo la ley del garrote y el colmillo, el que tomaba en cuenta esas normas de conducta era un tonto, y mientras obraba de acuerdo con ellas, no podría prosperar.No es que Buck razonara todo esto. Estaba capacitado, eso es todo, e inconscientemente se adaptó a su nueva vida. Todos sus días, fueran cuales fuesen las desventajas, nunca había huido de una pelea; pero el garrote del hombre de la tricota roja habían imbuido en él un código más fundamental y primitivo. Civilizado, podría haberse dejado matar por alguna consideración moral, por ejemplo la defensa del rebenque del juez Miller; pero lo completo de su retorno a lo primitivo se evidenciaba ahora por su habilidad en huir de la defensa de una consideración moral y salvar así el pellejo. No robaba porque ello le causara placer, sino porque su estómago se lo pedía. No robaba abiertamente, sino en secreto y con astucia, por el respeto que sentía por el garrote y el colmillo.
Su desarrollo (o retrogresión) fue rápido. Sus músculos se tornaron tan duros como el hierro y él llegó a ser indiferente a todos los dolores ordinarios. Llegó a dominar una economía interna como externa. Podía comer cualquier cosa, sin tener en cuenta lo desagradable o indigesta que pudiera ser; y, una vez ingerida, los jugos de su estómago extraían de ella hasta la última partícula nutritiva, y su sangre la llevaba hasta lo más recóndito de su cuerpo, convirtiéndola en tejido fuerte y duradero. Su vista y su olfato se hicieron extraordinariamente agudos, mientras que su oído llegó a adquirir tal agudeza que en sueños podía percibir el sonido más débil y saber si anunciaba paz o peligro.
Aprendió a quitarse con los dientes el hielo que se acumulaba en sus patas; cuando tenía sed y el orificio del agua estaba cubierto por el hielo, solía romperlo golpeándolo con las patas delanteras. Su rasgo más destacado era el de prever la dirección del viento con una noche de anticipación. No importaba que no soplara la más ligera brisa; cuando cavaba su orificio cerca de un árbol o de un banco de nieve, el viento que soplaba luego le hallaba siempre protegido y cómodo.
Y no solo aprendió por experiencia, sino que también revivieron en él los instintos dormidos desde largo tiempo. Las generaciones domesticadas se alejaron de su educación. En forma vaga recordó la juventud de la raza, hasta llegar a la época en que los perros salvajes recorrían en jaurías las primitivas junglas y vivían de la caza. No le resultó tarea difícil el aprender a luchar a dentelladas y empellones y con el rápido mordisco del lobo. De esa forma habían luchado sus olvidados antecesores. Ellos revivieron en su nueva vida, y las viejas tretas heredadas de los antiguos cazadores eran las suyas. Las adapto sin esfuerzo, como si siempre hubieran sido suyas. Y cuando, al llegar la noche, elevaba el hocico hacia una estrella y aullaba a la manera de los lobos, eran sus antecesores, muertos y hechos polvo, los que aullaban por su boca. Y sus cadencias eran las de ellos, las cadencias con las que daban voz a su pena y a lo que para ellos significaba la quietud, el frío y la oscuridad.
De ese modo, como síntoma de lo poco que vale la educación, vibro en el la antigua canción y volvió a se lo que debía ser. Y ocurrió eso porque los hombres habían hallado en el norte un metal amarillo, y porque Manuel era un jardinero cuyo salario apenas alcanzaba a cubrir las necesidades de su esposa y de varias pequeñas copias de si mismo.#£+^€&@:🧡
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La llamada de lo salvaje
AdventureMe encanto esta historia y espero que a vosotros también 📓 •1,29k 👁 Los créditos a jack London©️ ©2021