𝙅𝙄𝙉'𝙎 𝘼𝙇𝙁𝘼 ; 𝘛𝘢𝘦𝘫𝘪𝘯 - 𝘒𝘰𝘰𝘬𝘫𝘪𝘯 ✓

𝙄𝙓

Jeon Jungkook

—¿Y Seokjin?

Miro al alfa imponente que solía ser mi padre, acostado en la cama con las mantas cubriéndolo hasta el cuello. Veo como el plato con la cena de ayer sigue intacto pero mosqueándose en su mesa de noche, junto al vaso de jugo del desayuno de esta mañana.

De reojo noto el cubierto en el suelo que lanzó anoche en medio de la discusión con Junghyun. Frunzo el ceño, primero porque no puedo creer que en la casa los empleados estén dejando de darle la atención debida a mi padre, ha tenido una recaída y a nadie parece importarle, no le cambian la comida. Aunque posiblemente sea por lo terco que es que no acepta más cuidados. Ah.

Muy terco.

Demasiado. Incluso en su estado se ha puesto a discutir con Junghyun cuando vinimos a verlo a su habitación ayer. Estoy molesto con hyung, sabe que la situación de papá es delicada y encima le hace renegar. Esto es malo, el médico nos dijo que cualquier emoción fuerte podría afectar su salud, su estado es delicado.

—¿Y Seokjin, Jungkook?

Por fin le presto atención. Está hablando más fuerte.

—Debe estar en la universidad, abba— respondo simple. Suspiro, tampoco venía a verlo mucho desde que recayó porque siempre pregunta por la boda, siempre pregunta por cosas que solo le hacen enojar más y no quiero que se moleste. Es muy malo para él.

—¿No debería mi heredero estar con su omega justo ahora?

Niego con la cabeza a las dos cosas que ha insinuado con esa pregunta larga. Tomo el vaso de jugo de sandía con apio y lo engullo todo de una sola, al menos ya está vacío y puedo servirle agua a papá. Camino a su baño personal para enjuagar el vaso en el fregadero de al lado. La sola habitación del jefe Jeon es como un mini departamento o una suite de hotel.

—Abba, debe tomar los jugos nutritivos que le trae el servicio— le pido bajando la voz. Los ruidos fuertes también le molestan —son para que se recupere.

—Jungkook, ¿por qué no estás con Seokjin ahora mismo?

Bufo terminando de limpiar el vaso de cristal. Va a seguir insistiendo.

Como sea, sirvo más agua de la jarra en la mesita con ruedas que usan para traer comida. Bebo un poco, sigue tibia. Mientras camino hacia la enorme cama para alcanzar a mi padre mi lobo se va removiendo, intimidado por el ceño fruncido y cara dura con reproche de mi progenitor.

—¿Cómo se supone que te deje la empresa si no eres capaz de hacerte cargo ni de tu propio omega? ¿Ah?— me sorprende la cantidad de palabras juntas que puede soltar para su estado.

Me pongo firme cuando de un manotazo él rechaza el vaso y un poco del contenido se vierte en mi camisa y en el cubre camas. Los ojos rodeados de arrugas me miran furiosos y empezando a tornarse amarillentos. Suspiro resignado a que si ayer peleó con mi hermano mayor hoy le toca conmigo.