Por delanteTaehyung suspiraba con lentitud mientras guardaba sus útiles dentro de su mochila. Sus compañeros comenzaron a salir del salón mientras de fondo se escuchaba el timbre de receso. Era hora del almuerzo y todos estaban hambrientos. Eso se veía en sus movimientos apresurados, guiando sus pasos hacia el comedor que, hasta hace segundos, estaba vacío. Pero el pelinegro no tuvo reacción alguna hasta que todo joven abandonó su salón. Al fin pudo soltar su cuerpo a la vida. Estar tenso en toda la clase, como un auténtico paranoico, no era nada sano para su mente y cuerpo. Pero era así. Taehyung no podía estar tranquilo en un lugar atestado de personas por miedo a que lo toquen. Por cosas como estas jamás se acercaba a la cafetería o iba al baño en los recreos.
Lo suyo era hacer todo en solitario.
Se puso de pie, acomodando su ropa, y su mochila en su hombre y salió sigiloso del salón. Nunca se sabe quién podría estar del otro lado. Quizás, hasta para causarle un infarto.
Justo cuando estaba cerrando la puerta, divisó al final del pasillo a su mejor amigo. Este corría cómicamente hacia él con dos bolsas marrones en sus manos. Cuando llegó hasta él, a medio metro de distancia, metro que Jungkook acortaba cada vez más desde que se conocieron, solo pudo regalarle una sonrisa y un movimiento de mano.
—Pensé que ibas a esperar en el salón. En eso habíamos quedado ¿no? —Jungkook le tendió la bolsa desde abajo. Tae la tomó desde arriba.
—Cambié de idea. Creí que sería mejor ir por un poco de aire fresco —tanteó dentro de la bolsa, intentando descifrar lo que la madre de Kook había cocinado en ese día. Era una maestra culinaria— Ya sabes, no es sano estar en el salón encerrado.
—Ya. Estás tomando mis sugerencias. Es un halago —Jungkook le señaló el pasillo. Pronto, ambos comenzaron a caminar hacia el patio del instituto. Secretamente, ellos habían encontrado un lugar donde pasar algunos momentos. Bueno, en realidad Taehyung lo había encontrado hace años. Cuando las burlas sobre su condición y rareza le habían superado y no quería que nadie presencie esas lágrimas solitarias, muestra de lo lastimado que estaba.
Pero ahora, ya no estaba solo. Jungkook parecía haber caído del cielo para ayudarlo desde hacía ya tres años. Era una bendición por la que le daba gracias a la señora Jeon por haberlo traído al mundo. Aunque últimamente, este se estuviera comportando un poco raro y ansioso.
—¿Lo crees? Solo hay que hacerlo a diario. Pienso que hay que cambiar su color para cambiar el ambiente.
Jungkook le miró sonriente— Lo creo. Todo lo que venga de ti es un halago —El pelinegro no supo que decir ante ello. Aunque su amigo no le dió chances de ni pensarlo, ya que continuó hablando— Pero, ¿Estás seguro? Digo, eres alguien que a voluntad prefiere dejarle las huellas a las cosas. De todas formas, ¿Como piensas cambiar su esencia?
—Bueno... últimamente nosotros hemos ido a mi lugar. Pensé que sería genial que lo transformemos en nuestro. Total, se siente más cálido estando contigo.
Notó como Jungkook detenía su caminar. Se detuvo también y lo miró. Su mejor amigo lo observaba con esos ojos brillantes que tanto se acostumbró a admirar. Una sonrisa que achinaba y creaba líneas expresivas al final de sus ojos, se extendía en sus labios. Jungkook sonreía así cuando algo lo hacía realmente feliz.
—¿Qué pasa, Kook?
—Tengo unas infinitas ganas de abrazarte...
Taehyung inmediatamente se sonrojó con furia. La seguridad que había sentido en un principio al contarle de sus planes, se había esfumado en un segundo. Ahora se había vuelto una masita de temblores. Cuando le hablaban de algún contacto físico, era imposible no ponerse nervioso. Era causa y efecto. Reacción a la acción.
—Jungkook yo-
Pero nuevamente, su amigo no le dejó expresarse.
—Tranquilo. Lo sé, solo bromeaba —Jungkook por inercia levantó su mano, como si estuviera a punto de tocarle la cabeza y revolverle los pelos. Aunque se dio cuenta tarde, no siguió con la acción que, inconsciente, iba a hacer. Le bastó ver la cara de Taehyung y los nuevos metros que lo separaban para desanimarse completamente. Aunque llevaba un par de años junto a él, aún parecía no acostumbrarse al no contacto físico. Y le costaba. Porque antes de cambiarse de escuela, él tenía amigos con los cuáles jugaba a luchas o se saludaban con los puños, y también tenía una familia, a la cual saludaba con un beso antes de ir a dormir o lo abrazaba cuando se sentía triste.
Últimamente, Jungkook estaba con humores sensibles. Y se debía a su amigo. Pero en vez de enfadarse con él, necesitaba que el mismo Tae sea el que lo reconfortara. De la misma forma que Jeon hablaba con Kim siendo su compañía constante cuando la soledad lo atrapaba.
Pero, esas faltas que tenía, no iba a decírselas hasta que su problema lo dejara en paz. Si algo caracterizaba a Jungkook, además de la admiración que sentía por Tae, era la paciencia que tenía por él. Su lema con respecto a su amigo era que, si podía aguantar un año, podía aguantar dos, o hasta tres. Y que mientras tanto, buscaría formas para ayudar a su compañero a superar esa fobia al tacto que tanto los alejaba. Porque aunque Taehyung se ponía nervioso y ansioso con solo un movimiento en falso, siempre estaba un paso por delante. Era un maestro para evitar los roces o choques imprevistos. Y eso, además de ser un poco enfermizo para su mente, a Jungkook le inquietaba. No quería verse una vida a futuro sin poder abrazar a su amigo. Él quería tomar su mano y decirle que todo estaría bien. Quería besar su mejilla y contarle las cosas que evitó hacer, en un momento específico, solo por esa barrera invisible que los mantenía al margen.
Tenía miedo de que Taehyung se acostumbrara tanto a estar alejados, que el tacto ya sea innecesario en su vida. Porque si no era demostrándolo de esa forma, ¿Cómo le diría que no se había acercado solo para ser su amigo? ¿Cómo le diría que, además de verlo como una bolita de inseguridades, lo veía como la tenue luz al final del pasillo? ¿Cómo aquella raspadura que debía sanar antes de salir a jugar? ¿Cómo aquella persona incapaz de alejar jamás?
No. Si Taehyung estaba cansado de luchar, él lo envolvería en una manta y le diría que lo arreglaría. Si Taehyung se rendía, Jungkook lucharía por ambos.
Eso hacían los amigos. Y Jungkook no iba a descansar hasta poder ser su amigo completamente.
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Seductive reactions [KookTae]
FanfictionTaehyung dejó de ser un chico común a los diez años. Desde ese momento, su vida cambió por completo. No recuerda ni sabe como llegó a esto, pero nadie, absolutamente nadie, podía tocarlo. Ni un abrazo, ni un beso, ni una caricia, mucho menos un roc...