Acelerado
Cuando Taehyung y Jungkook se dirigieron a su lugar favorito en toda la escuela, sabían que algo raro le pasaba al contrario. Mientras uno era consumido por el cansancio de no haber descansado nada por el gran plan, con una pizca de nervios consumiendo sus últimas neuronas, el otro parecía desprender chispitas de energía por los aires. Eran dos niños emocionados entre sí, como si descubrieran la función del muñeco nuevo de la vieja juguetería. Uno queriendo jugar, y el otro temiendo a romperlo. Lastima que la resolución del día no iba a cobrarse por partida doble.
Si tan solo las cosas fuesen simples...
—Jungkook, ha pasado algo —musita Tae, conteniendo la emoción que quería dejarse ver en su voz.
El castaño, a pesar de estar agotado, le prestó toda su atención.
—Dime, ¿Te ganaste la lotería?
—Ojalá, pero no —Tae frotó sus manos, sintiéndose ansioso de repente— es algo mucho mejor.
Jungkook parpadeó consternado. No le creía, era imposible que existiera algo mejor que ganarse la lotería.
—No te creo para nada.
El pelinegro solo rodó los ojos, pero detuvo su discurso a penas llegaron a la puerta. Jungkook, quien era el encargado de abrir el lugar, miró hacia ambos lados, observando si había alguien más rondando cerca.
Para llegar a su espacio, solo debían salir de sus salones y llegar al final del pasillo. Luego, girar a la derecha y salir al patio trasero. Nuevamente doblar hacia la mano derecha y te encontrabas con una pequeña cerradura sobre la pared del edificio. Nadie llegaba a notarlo, por el simple hecho de que estratégicamente un árbol de manzana estaba frente a ella, tapando la vista hacia esa puerta de madera vieja. Por eso mismo es que a Taehyung le costaba abrirla. La madera parecía hinchada, casi parecía una con la pared. Pero cuando conoció a Jungkook, la cosas se le hicieron más fáciles. Ahora, abrir la puerta tardaba unos segundos. Ya no corrían el riesgo de que alguien más los viera mientras ingresaban.
Así que sin más, los dos chicos entraron apresurados, siempre y cuando evitando tocarse por el obvio problema. Cuando cerraron la puerta, el lugar se llenó de una oscuridad aterradora, que no duró más que solo segundos ya que Tae tocó el interruptor para encender la luz. Luego, exclamando el 'se hizo la luz' de forma cómica por Jungkook, ambos observaron el lugar detenidamente, buscando si ocurrió algún cambio mientras ellos no estaban. Pasar los fin de semanas lejos de su lugar era como alejarse de alguien con el que pasas todos tus días, con el miedo de llegar y ya no verlo más. Algo así pasaba con esto. Ellos habían decorado el lugar a su antojo, lo sentían muy familiar, muy suyo. Casi y parecían tener su marca registrada por todos lados. Luego de tener su charla sobre renovar el lugar para los dos, Jungkook no dudó en traer sus chucherías. Así que, oficialmente, ambos estaban juntos en esto. Un espacio único para ambos, y un medio en donde lo compartían todo y se complementaban.
El lugar a simple vista era pequeño, quizás un poco más grande que una ordinaria habitación individual. Las paredes tenían pedazos de pintura caída, las cuales fueron tapadas por sus pósters de grupos favoritos. La parte izquierda era de Kook, y la derecha era de Tae. Los dos tenían una manta y almohadas en sus esquinas. Y justo en el medio, compartían un espacio. Una pequeña alfombra se desplegaba en el centro, y en la pared final un cuadro mediano, con otros remarcos a su alrededor, rodeado de una tira de luces led, en donde ambos salían posando a una distancia considerable pero mostrando a la vez esas sonrisas que transmitían la comodidad que ambos sentían por el otro.
—Está perfecto. Tal cual lo dejamos —dice Taehyung, caminando y ubicandose en el centro. Jungkook le siguió por detrás.
—Bueno, que fue eso que te pasó, mucho mejor que ganarse la lotería. —continua Jungkook, soltando un bostezo mientras se sienta frente a su amigo.
Esta vez, Taehyung le miró con los ojos entrecerrados. Dudando en si decirle directamente sus sospechas sobre lo ocurrido en la mañana o ir despacio.
Claramente, optó por decirle lo principal.
—Hoy cuando llegué a clases encontré un regalo sobre mi mesa —Jungkook casi se atraganta con su saliva, viendo a su amigo sacar el obsequio y la notita de su mochila. Al parecer, las pequeñas siestas que tuvo entre clases, le hicieron olvidar el gran acontecimiento—, traía esta nota.
Taehyung le tendió ambas cosas, mientras le explicaba que era lo que tenía y como se sintió cuando leyó la hojita. Pero para Jungkook, las cosas iban demasiado rápido. De un momento a otro estaba pasando de un estado vegetal a uno todo atolodrado. Y todo gracias a su mejor amigo que, prácticamente, parecía desbordar de emoción por el regalo que le había hecho su anónimo. Pero lo estaba disfrutando. A pesar de sentir que el único sentido que funcionaba con normalidad era la vista, estaba tomando provecho de ello. De verdad que estaba mirando a Taehyung como nunca antes. Y se sentía bien. Se sentía, por primera vez con respecto al pelinegro, satisfecho con solo eso. Delineaba con sus ojos el contorno de su rostro; su piel acanelada, reluciente con la tenue luz del lugar; esos ojos grandes, acompañados por unas largas y gruesas pestañas oscuras. Todo su rostro tenía la apariencia de haber sido esculpido por los dioses. Uno que se inspiró en la apariencia de un ángel celestial. Y estaba feliz, y se sentía enamorado.
Porque para Koo, el significado de quererlo se limitaba a verlo feliz y ser feliz por ello.
No puedo creer que yo causé esa sonrisa...
—...¿y sabes que pienso? —exclamó Tae, tomando de su jugo. Jungkook solo lo siguió observando— pienso que tú sabes de quién se trata.
—¿Ah si? —Kook se sintió balbucear, sintiendo su corazón acelerado. Estaba preparado para cualquier cosa. No con todos sus sentidos, pero si con su corazón.
—¡Si! —El castaño se sintió sonrojar— ¡Tú lo ayudaste!
—Si yo- espera ¿Qué?
El rostro del chico se transformó a confusión. No entendía a que se refería. Pero las siguientes palabras de su mejor amigo hicieron que su mente entrara en corto circuito.
—Tú lo ayudaste. Eres el único que sabe mis gustos, y que me entiende más que mi padre. Soobin debió pedirte ayuda a ti para esto. Estoy seguro de ello.
Fue como si le echaran un balde de agua. Jungkook no quiso comprender nada de lo que le decía. Una fuerte punzada de dolor se dió paso en su cabeza. Soltó un suspiro.
Estoy escuchando mal, eso debe ser.
Pero a cada que Taehyung hablaba, entendía más.
Su amigo creía que el anónimo era Soobin. Que su hermano le había pedido ayuda a él para hacerle ese obsequio. Y que, literalmente, su hermano gustaba de él.
¿Pero por qué llegaste a esas conclusiones? ¿Acaso no es muy obvio?
Antes, Jungkook soñaba con llegar un día y abrazar a su amigo como nunca antes lo había hecho. Decirle cuanto lo quería mientras tomaba su mano. Si, lo de siempre. Nunca se trató más que anhelos para endulzar sus ilusiones de un futuro que podría ser. Al menos en su mente. Ahora, Jungkook quería ir y tocarlo. Tomarlo de los hombros y samarrearlo mientras le preguntaba por qué se negaba a ver una realidad tan clara.
Soy yo. Soy yo el que te conoce. Soy yo el que te quiere. Soy yo. ¡Soy yo!
Pero no lo hizo.
Solo siguió observándolo, pero esta vez, no sintiendo nada. Porque inútilmente como pensó, la razón de sus sonrisas, no era él.
No era más que una triste mentira creada por su mente.
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Seductive reactions [KookTae]
FanfictionTaehyung dejó de ser un chico común a los diez años. Desde ese momento, su vida cambió por completo. No recuerda ni sabe como llegó a esto, pero nadie, absolutamente nadie, podía tocarlo. Ni un abrazo, ni un beso, ni una caricia, mucho menos un roc...