CAPÍTULO 1

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«Un día como otro cualquiera» pensaría Hugo Davidson al salir de la universidad. A nuestro protagonista le encantaban los 'días como otros cualquiera'. Nunca se consideró amante de los cambios, ni de nada que se saliera de su control. Aunque a veces, como a todos, le gustaba sentirse como un rebelde, pero su rebeldía consistía mayoritariamente en coger un camino más largo para llegar a casa y comprarse un Monster para poderse quedar estudiando hasta tarde. Pero ese día... ese frío día invernal su vida experimentaría un cambio tan brusco que si se lo hubieran comunicado en frío, habría caído desmayado. 

Hugo Davidson es ese tipo de chico que es difícil que le caiga mal a alguien. Desde pequeño mostraba una empatía más elevada que sus compañeros de clase, hablaba con los compañeros marginados por el grupo y sabía ganarse la confianza de los matones. Nunca se dejaba influenciar por las opiniones externas, le gusta leer, ver películas, la música en francés y basaba sus relaciones interpersonales en 'da primero para recibir después', y 'no hagas lo que no te gustaría que te hicieran'. En cuanto al físico, no destacaba por su belleza, sino, como le dijeron en varias ocasiones, «por su carisma». Él creía que era porque tenía los ojos muy grandes y expresivos, y -bromeando- por sus rizos peinados hacia un lado. 

Le encantaba el teatro. Desde pequeño aprovechó todas las ocasiones que tuvo para inscribirse en clubs de teatro amateur y dar rienda suelta a la que se podía llamar su pasión. Disfrutaba escuchando al público mientras estaba en escena. Las risas, los gestos de sorpresa, los aplausos... eran su droga particular. Amaba hacer reír a la gente. Por eso eligió estudiar psicología, porque quería dedicar el resto de su vida a hacer feliz al mayor número de personas posible. 

En definitiva, era posiblemente una de esas personas a la que le confiarías tu mayor secreto, sin que siquiera él te lo pidiese. 

El día en que comenzó la nueva vida de Hugo era un viernes soleado de invierno. Había hecho planes para la tarde con Mike, su mejor amigo. Iban a ir a la biblioteca para terminar un trabajo de prácticas, y luego probablemente se irían a la zona de pubs a celebrar que quedaban 20 semanas para las vacaciones. Obviamente, era idea de Mike, porque Hugo básicamente ni contaba las semanas que quedaban para que terminara el curso. 

Mike era la continuación del cuerpo de Hugo. Siempre iban juntos a todos lados desde que eran pequeños, así que era habitual que la gente los confundiera llamándolos hermanos. Era un patriótico empedernido, y colgaba banderas de los Estados Unidos allá donde podía. Ambos estudiaban el tercer curso de Psicología en la prestigiosa universidad de Princeton. 

Mientras Hugo andaba de camino a casa, iba pensando en que esta semana había sido extraordinariamente relajada, dado que acababan de terminar los parciales de las asignaturas, y todas ellas estaban empezando temas nuevos. Además, el profesor de psicología social había faltado a su clase porque estaba realizando un estudio sobre no sé qué. En el momento donde dijeron el objetivo del estudio Hugo no prestó atención, y tampoco se interesó en preguntarlo más tarde. Ese profesor era posiblemente el que más veces le repitió en su vida a Hugo la frase que más odiaba: ''Está bien, pero puedes hacerlo mejor''. Una de las veces, el profesor le dijo la frase entregándole un trabajo al que le había dedicado muchísimas horas, precisamente para que no le repitiera la odiosa frase. Cuando salió de la clase, tiró la mochila al suelo con tanta furia que sus compañeros se quedaron estupefactos, pues no era típico de él. Aunque como siempre, supo arreglar la situación soltando una frase incriminatoria contra el profesor, y ya nadie se acordaba de aquel suceso. 

Como era viernes, y estaba soleado en Princeton, ciudad donde nació, estudiaba, vivía, decidió ser 'rebelde' y se desvió de su camino para ir a una tiendecita donde vendían frutas y verduras, pero también dulces y las bebidas energéticas que tanto le gustaban. Estaba orgulloso de ser de los pocos estudiantes de Princeton que habían nacido en Princeton, una pequeña ciudad de no más de 30.000 habitantes de Nueva Jersey en Estados Unidos. Se la conocía de arriba a abajo, pues tanto a Mike como a él les encantaba callejear sobre su pequeño pueblo. La tienda estaba en una de las calles principales de Princeton, y no se encontraba muy lejos de donde estaba, así que llegó en unos minutos. 

Un héroe inesperado TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora