Jane Olsen estaba sentada al lado del cuerpo de Hugo Davidson. Lo miraba preguntándose qué habría sentido justo en el momento en que la granada explotó. No había nadie más en aquella sala oscura. Aparte de la camilla donde estaba Hugo, y la silla donde se sentaba Jane, solo había un espejo y dos sillas plegables más al lado de la puerta.
Jane parecía cada vez más enfadada sin apartar la vista del rostro apaciblemente quieto de Hugo. Movía la pierna, y tamborileaba con los dedos en la camilla, muy cerca del chico. Aquella vez podía decir que no estaba orgullosa de su trabajo. Se sentía ridícula con sus mallas negras y la camiseta ceñida del mismo color. Llevaba el pelo recogido en una coleta, lo que significaba que no había tenido tiempo de arreglárselo como debía. «Si no puedo evitar este tipo de cosas, no sé para qué estoy aquí» se repetía continuamente.
Estaba enfrascada en sus pensamientos cada vez más enojados y furiosos cuando el sonido del pomo de la puerta girándose le hizo dar un brinco y volver la cabeza para ver quién era.
Nick Fairbanks. Un hombre de alrededor de 40 años que parecía tener 25. Es un hombre difícil de definir, al igual que es difícil sacarle los sentimientos. Toda la empatía que le sobraba a Hugo le faltaba a él. Iba vestido de chaqueta negra, camisa blanca y corbata negra, a juego con sus ojos. Sus finos labios se torcieron dibujando un atisbo de sonrisa cuando vio a Jane mirándolo de aquella forma tan asesina.
Cerró la puerta y cogió una silla plegable con unos movimientos tan elegantes que parecían ensayados.
-Menudo estúpido estás hecho -soltó Jane con los puños cerrados y aguantando las ganas de gritarle.
-Te recuerdo que soy tu jefe, señorita Olsen.
-Punto uno. Eres mi jefe, lo que no te quita la posibilidad de ser un gilipollas integral. Y punto dos. Vuélveme a llamar 'señorita Olsen' y tendrás que buscarte a otra. ¿De verdad que te quedan ganas de bromear tras perder a uno de tus mejores hombres y después de hacerle esto a un chico inocente?
-Que sepas que eres la única mujer que me puede hablar así. Incluso me atrevería a decir que la única persona. Y como ya sabes, Jane, los métodos no los escribo yo.
Nick se sentó frente a ella sin ni siquiera dedicarle un rápido vistazo al cuerpo de Hugo. Apoyó los codos en las rodillas y puso los puños bajo su barbilla.
-¿Te crees que soy tonta? ¿No podrías avisar al menos?
-Efectivamente. Podría. Pero te hubieras puesto hecha una fiera y estoy seguro que hubieras sido un obstáculo a superar. Uno más de los miles que tengo -respondió Nick, peinándose con los dedos hacia un lado.
-Creo que los obstáculos te los pones tú solito. No hacía falta montar todo ésto. No. Hacía. Falta -remarcó la joven.
-Ya, ya... Bueno, si quieres preguntar algo, éste es el momento -Nick se recostó sobre la silla cruzando los brazos y las piernas, haciendo caso omiso a las quejas de Jane.
La chica miró de nuevo a Hugo. Y se quedó pensativa. Quería preguntar tantas cosas...
-¿Qué pasó con Phil? -se decidió a preguntar finalmente.
Nick se puso serio. Phil Lewis era quizás la única persona que había apoyado siempre sus decisiones, y tenía el valor de no apoyarlas cuando discrepaba. Gracias a él su organización era más llevadera. Podría decirse que aparte de tener una relación laboral, tenían una relación de amistad. Y no es nada fácil tener una relación de amistad con Nick Fairbanks.
-Todo lo que te diga es para nada. Desaparecido en combate. No sé nada. Nadie lo sabe.
-Lo siento, Nick. Sé que os llevábais bien. Pero de vez en cuando podrías mostrar algún sentimiento....
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Un héroe inesperado TERMINADA
Science FictionTodo comienza una tarde fría de Enero en Princeton, New Jersey. Hugo Davidson, nuestro protagonista, sale de la universidad sin ni siquiera imaginarse el vuelco que sufrirá su vida de un momento a otro. Una organización secreta nacida poco después d...